León Krauze, hijo de Enrique Krauze, definió como “la transparencia del fracaso” a la conferencia de prensa que ofreció el gabinete de Seguridad y el presidente López Obrador para explicar, casi minuto a minuto y con lujo de detalle, lo que ocurrió aquel inolvidable 18 de octubre de 2019 en Culiacán, Sinaloa.
Según el periodista mencionado, en aras de demostrar que no se oculta nada y que no existe contubernio entre la actual administración y la delincuencia organizada, el gobierno federal desnudó sus carencias e incapacidades y mostró crudamente a sus cuerpos de seguridad a merced de los civiles armados.
Salvo los “adoradores” del Mesías, mucha gente considera que el objetivo de justificar la liberación de Ovidio Guzmán no se cumplió con esa conferencia de prensa; por el contrario, terminó de exhibir los errores de la Secretaría de Seguridad, la Marina y la Sedena.
Algo así ocurrió con la conferencia de prensa que ofrecieron funcionarios del gobierno de Morelos la tarde del miércoles en las instalaciones de la zona militar por órdenes del mandatario estatal.
Ahí, el secretario de Gobierno y el fiscal general de justicia hicieron el ridículo por una sencilla razón: los que les preguntaban tenían mayor información que todos ellos. Desde muy temprano, los periodistas comenzamos a recibir fotos, videos y audios provenientes del Centro Estatal de Readaptación Social (Cereso) de Atlacholoaya.
Y si al momento de la conferencia de prensa los colegas les preguntaban a los funcionarios si había un “descabezado” (lo cual fue negado rotundamente), era porque ya nos habían llegado versiones en ese sentido que más tarde se confirmarían con fotografías donde aparece una cabeza separada de su cuerpo.
De igual manera, el ejercicio de transparencia sirvió para confirmar que cuando el coordinador de Reinserción Social, Israel Ponce de León, contestó con un “MENTIRA” (así con mayúsculas) al mensaje de un comunicador vía Whatsapp que lo cuestionaba sobre un motín en el Penal de Atlacholoaya, lo hizo desde un lugar muy lejano a donde estaban ocurriendo los hechos.
Su ausencia es consuetudinaria. Como es veracruzano y toda su familia está allá, es común que el coordinador se vaya desde el viernes y regrese a mitad de la semana sólo para firmar documentos y recibir novedades de Miriam Mireles Toledo, “Antrax” y “Puma”.
Fueron estos tres personajes los que engañaron a sus superiores al reportar que el primer intento de motín fue por “un robo de zapatos” en el área de COC.
Y fueron ellos los principales responsables de que el asunto no quedara en un muerto y dos heridos (lo que ni siquiera trascendió en medios nacionales) sino que se generalizó y terminó con un escándalo que ocupó la primera plana en el periódico Reforma y espacios en todos los noticieros.
Desde ayer trascendió la remoción de los tres funcionarios antes mencionados, pero nada se habló de la salida de Ponce de León. Dicen que hay un pacto. El pacto de Veracruz le llaman.
En esta columna hemos escrito por lo menos en cuatro ocasiones sobre el sistema penitenciario de Morelos. Con testimonios de internos, trabajadores administrativos y de seguridad y custodia, hemos dado una radiografía de lo que allá ocurre.
“Ponce de León Bórquez tuvo en 2016 el mismo cargo que hoy ostenta, pero en la Administración del ex priista Javier Duarte de Ochoa en Veracruz. Asimismo, el hoy funcionario morelense fue en 2014 el director de Tránsito estatal en Veracruz.
“El designar a personas no morelenses en funciones de seguridad pública y reinserción social tiene sus pros y contras. La ventaja es que llegan sin compromisos con los internos y el personal de Seguridad y Custodia, donde radica todo el problema de la corrupción.
“Pero esa también es una desventaja, pues al no tener arraigo suelen incurrir en mayores abusos y deshonestidades, a sabiendas de que terminando el cargo se van a regresar a sus lugares de origen”, escribimos el 20 de marzo pasado.
Y el 8 de octubre del 2019:
“O ya se acabaron el presupuesto o nunca lo hubo”, comenta un trabajador que ha sobrevivido a las diferentes transformaciones del sistema carcelario, desde que dependía de la Secretaría de Gobierno hasta ahora que depende de la Comisión Estatal de Seguridad Pública.
“Lo cierto es que el sistema penitenciario es el “patito feo” de la CES, y es donde hay mayor inconformidad laboral”, asentamos en aquella ocasión.
Todo eso se lo dijeron ayer al vicealmirante Antonio Ortíz Guarneros, titular de la CES, cuando acudió a dialogar con los custodios que no querían entrar a su turno de trabajo porque no deseaban salir en fotografías igual que sus compañeros del turno anterior: sometidos por los internos que todavía se dieron el lujo de mandar fotografías por whatsapp.
La realidad es que el Cereso Morelos está igual que Culiacán: los que mandan son los delincuentes.
Y de la misma manera que ha quedado comprobado que el intento de detención de Ovidio Guzmán fue un gravísimo error, también en Atlacholoaya ha quedado al descubierto que el gobierno se equivocó al subestimar una “riña por un par de zapatos” cuando en realidad se trataba del inicio de la disputa del control de la cárcel entre los rojos y el cartel Jalisco Nueva Generación.
En ambos casos debe haber renuncias, pero no aplicando la máxima de que “el hilo se rompe por lo más delgado”. Al contrario, debe haber sanciones ejemplares para que no vuelvan a ocurrir hechos lamentables como éstos, porque si revisamos la historia, ni en los peores gobiernos se habían registrados siete homicidios juntos en un penal.
HASTA MAÑANA.