Las autoridades de los tres niveles de gobierno se empecinan en demostrar que los índices de delincuencia varían con la publicación de decretos, con el anuncio de nuevas estrategias o, con la entrada de un nuevo jefe policiaco.
Nada más falso. El delincuente sale a buscar el dinero fácil y no le importa si para ello tiene que matar o herir a las víctimas.
La prueba más reciente fue el caso publicado por nuestros compañeros de La Unión de Morelos el sábado y domingo pasados. Fue alrededor de las 18:50 horas cuando la Policía recibió un reporte mediante el que le informaban que dos hombres acababan de ser atacados a tiros sobre la carretera federal México-Cuernavaca, a la altura del rancho “El Capote”, en la citada comunidad.
Las víctimas y otra persona más habían estado realizando trabajos de albañilería dentro del panteón, tras lo que salieron y abordaron una camioneta Chevrolet D10, pero fueron sorprendidos por uno o dos individuos que pretendieron despojarlos de sus pertenencias.
Sin embargo, los hombres se opusieron al asalto, por lo que uno de los delincuentes disparó en tres ocasiones en contra del chofer y su acompañante, en tanto que la tercera persona resultó ilesa.
En seguida, los trabajadores se trasladaron al Hospital General “Dr. José G. Parres” de Cuernavaca, donde falleció quien fue identificado como Teodoro Campos Solano.
Por su parte, el otro agraviado –José Juan Gutiérrez Solano– resultó herido de gravedad, por lo que permanece bajo atención médica, según el reporte de Erika Islas.
¿Sirvió de algo que se haya firmado un convenio para que el modelo de Mando Coordinado inicie operaciones en la capital morelense? Políticamente tiene una gran relevancia, pero desde el punto de vista práctico no repercute en nada, al menos hasta ahora.
Así como comentamos el caso del asalto a los albañiles, podemos mencionar los asaltos a unidades del transporte público, el robo de un vehículo del servicio “Uber” y robos a comercio, delitos que siguen imparables no solamente en la capital de Morelos, sino en toda la entidad.
A ellos, los delincuentes, no les importa que Cuauhtémoc Blanco Bravo, gobernador de Morelos y el presidente municipal de Cuernavaca, Antonio Villalobos Adán, firmaron el convenio para que el modelo de Mando Coordinado, Policía Estatal Morelos, inicie operaciones de inmediato en la capital morelense con el claro objetivo de restablecer la paz social.
El acuerdo se formalizó el pasado viernes durante la sesión de la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz, en la que también participaron todos los integrantes del Cabildo de la capital del estado.
Muy bonitos los discursos en el sentido de que para restablecer la paz social se requiere la suma de esfuerzos y trabajo conjunto de los tres poderes y órdenes de Gobierno, porque la responsabilidad “es de todos”, y políticamente sirvió para terminar de tajo con el golpeteó en medios nacionales.
Sin embargo, falta que lo que se estableció en el papel sea palpable en nuestras calles. Y ahí es donde está fallando la estrategia.
Recordemos que el anterior comisionado de Seguridad Pública, Alberto Capella Ibarra, implementó “la estrategia del espantapájaros”. Sí, así como en los plantíos de maíz se acostumbra poner un monigote para hacer creer a las aves que hay un hombre cuidando, así Alberto Capella hizo creer a los delincuentes que había dos mil cámaras vigilándolos y 10 mil policías listos para entrar en acción.
Pero luego llegó el vicealmirante Antonio Ortíz Guarneros y, para justificar su falta de resultados, confesó que la mayoría de cámaras están descompuestas, y que el número de elementos es mucho menor a la que se anunciaba en las constantes campañas publicitarias del gobierno de Graco Ramírez.
El resultado está a la vista: los raterillos andan muy tranquilos asaltando rutas y comercios, sabiendo que difícilmente los atraparán, y esto no es porque hayan leído en los periódicos las declaraciones de Guarneros, sino porque ellos vieron cómo la seguridad está muy relajada y casi nunca los atrapan.
Donde sí se espera que haya una disminución es en el número de ejecuciones. Esas ejecuciones que, según el vicealmirante Guarneros, son casi quirúrgicas. “Vienen, ejecutan al que ya tienen ubicado y se van, sin víctimas colaterales”, dice el marino casi con admiración.
Para la guerra entre cárteles que se disputan la plaza de Cuernavaca sí es importante saber a quién pondrán en la Secretaría de Seguridad Pública de la capital, pues él es quien podría darles batalla a los sicarios como se presume que lo iba a hacer el abogado Juan David Juárez, y que por eso lo mataron.
Esperemos que la muerte de ese hombre ejemplar sirva para que, ahora sí y de una vez por todas, los personajes relacionados con la seguridad pública, se pongan de acuerdo y terminen con esos enfrentamientos mediáticos estériles.
Los cuervacences lo merecemos.
HASTA MAÑANA.