Por mera coincidencia nos tocó presenciar la asamblea estatal del Partido del Trabajo el pasado sábado en el Hotel Holliday In de Cuernavaca. Fue una enriquecedora experiencia sobre qué pasa cuando a un partido venido de abajo se le inyectan recursos financieros y entonces se convierten en todo lo que criticaron.
“El Partido del Trabajo es democrático, popular, independiente y antiimperialista”, dice en su presentación en su página oficial de internet, pero el sábado se pudieron ver detalles bastante sui géneris. Fue un evento en el que se mezcló lo “chairo” con lo “fifí”, en el que el lujoso estacionamiento del hotel con nombre en inglés, se llenó de combis del transporte colectivo y camionetas último modelo.
Fue muy parecido a los eventos del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que durante años se hacían en plazas públicas con gente de huaraches, pero que ya las últimas veces (con Graco Ramírez Garrido en la gubernatura), los asistentes eran “güeritos”con chalecos Tommy Hilfiger.
Fueron más de 500 personas las que asistieron al evento —eso sí, con las más rigurosas medidas sanitarias— en el que quedó definido el plan de trabajo de ese partido para los próximos años.
En la entrada, “haciendo talacha”, el que fuera brazo derecho del gobernador panista Marco Adame Castillo, Javier López Sánchez, hoy con la camiseta de un partido que ideológicamente es contrario al que militó toda su vida. Pero de algo hay que vivir, eso que ni qué.
Entre los asistentes había de todo. Desde gente que cree verdaderamente en la Línea de Masas (que consiste en apoyarse en la movilización de los grupos sociales más humildes, para conseguir la transformación del país, dicen los documentos básicos del partido), hasta personas que ya llevan como tres camisetas de diferentes partidos en su haber y van por la cuarta.
Presente, la activista y abogada María Ampudia (quien nos invitó a dialogar previo al evento y por ella nos quedamos un rato más), nacida en Cocoyoc en una familia adinerada, considerada ya candidata a una diputación federal.
También, Raúl Tadeo Nava, saqueador del municipio de Cuautla; recordado por sus escándalos en los viajes a Estados Unidos; alcalde por el PRD, rechazado por Morena, hoy aspirante a legislador federal por el PT… o por el que se pueda.
Asimismo, Félix Sánchez Espinoza, alcalde de Axochiapan, quien llegó a bordo de un vehículo oficial del Ayuntamiento a un evento evidentemente partidista.
Fiel a su costumbre de llegar tarde o no llegar, la dirigente y diputada Tania Valentina Rodríguez hizo su arribo casi una hora más tarde de lo programado, pero primero atendió a los medios de comunicación que ansiosos esperaban su declaración.
Ya en la tribuna dio un discurso muy bien elaborado, prácticamente destapándose como candidata a la gubernatura para el 2024.
“…los más de 55 mil afiliados al Partido del Trabajo, estamos llamados a llevar nuestros ideales a los gobiernos municipales y estatal, y a encarnarlos en mujeres y hombres libres y comprometidos, que sean capaces de trasformar nuestra realidad desde las presidencias municipales, desde el Congreso y desde luego, desde la gubernatura de la entidad, a la cual aspiramos a gobernar a partir del año 2024”, dijo ante los aplausos de los presentes.
“Hoy nos levantamos, de manera pacífica pero enérgica, para desmontar los pilares de la corrupción, de los privilegios de unos pocos en detrimento de enormes masas de ciudadanos que a veces no tienen nada para la alimentación de sus hijos, ni para su educación, ni para los elementos más sencillos de la salud", concluyó la Comisionada Política Nacional del Partido del Trabajo en Morelos, Tania Valentina Rodríguez Ruíz.
Al verla llegar en su vehículo de lujo, rodeada de ayudantes, con el cabello teñido, ropa de marca, muy diferente a aquella mujer de cabello negro y trenzas que conocimos hace años, no pudimos evitar compararla con Rosario Robles.
Y es que los periodistas Andro Aguilar y José Ignacio de Alba escribieron el año pasado un estupendo reportaje titulado “Rosario Robles, la maoísta del BMW” (https://piedepagina.mx/rosario-robles-la-maoista-del-bmw/?fbclid=IwAR09Dnh5UEiwFIYXw43XWDfkZqIlrEalzDZv6kvbBjPvPt6vDcEGZ1WOQXA) en la que recorren las diferentes etapas de su vida a Rosario Robles.
Aquí un fragmento:
Asistida por uno de sus seis abogados, Rosario Robles Berlanga desciende de su BMW que conduce el litigante Julio Hernández Barros. Atrás, otra camioneta tipo Suburban los escolta. Es el 8 de agosto de 2019, fecha de la primera audiencia en el Reclusorio Sur para enfrentar las acusaciones de ejercicio indebido del servicio público.
Robles porta un elegante vestido blanco con olanes, el mismo que vistió en octubre en su comparecencia como secretaria de Desarrollo Territorial ante la Cámara de Diputados. Y calza unos zapatos que cuestan más de 13 mil pesos, de acuerdo con versiones periodísticas.
La imagen es muy distinta de otra, ocurrida casi medio siglo antes: el 17 de enero de 1974, cuando una Rosario Robles de 17 años, rodeada de otros estudiantes, trabajadores y académicos reclama en la explanada del Colegio de Ciencias y Humanidades Naucalpan por el despido de un empleado de su escuela. Y otras imágenes de ese mismo año, como la del 14 de junio, cuando junto con su hermano Francisco encabezó el cierre de la Facultad de Economía de la UNAM; para exigir la destitución de la directora.
El espionaje que la Dirección Federal de Seguridad le hizo de 1974 a 1979 como documenta El Universal describe a la joven Rosario como acompañante de una huelga laboral en Guerrero, defensora de planes de estudio de corte marxista, opositora a la rectoría de Guillermo Soberón o al frente de contingentes en marchas para conmemorar la matanza del 68 y el Halconazo.
La Rosario de ahora, a sus 63 años, en nada se parece a la activista universitaria que, con una base ideológica maoísta, quería cambiar este país.
HASTA MAÑANA.