Fue Juan, en su calidad de director administrativo de “El Clarín”, quien me dijo aquella vez, a principios de 1992: “Como vienes bien recomendado por “El Gancho” (Ricardo Sámano) te vamos a asignar la fuente del Congreso. Ve y preséntate con Paty Lavín, que es la jefa de prensa”.
Era divertido trabajar en “El Clarín”, porque cualquier día llegabas de reportear y te decía el jefe de Redacción, Arturo Brito Lilington: “Apúrense porque hay evento en la Alianza de Barrios, va a haber comida y bebida; yo ya me traje mi botella”, mientras mostraba una de Brandy Presidente guardada en el cajón de su escritorio.
Y ahí nos tocó ver a candidatos del PRI como Luis Flores, echándose su discurso frente a un centenar de taxistas y comerciantes del mercado Adolfo López Mateos que eran básicamente el músculo de “La Alianza de Barrios” y su slogan que más bien parecía amenaza: “Avísale a los demás”.
Dejó de ser mi jefe ese mismo año, cuando emigramos a “El Universal-Morelos”, pero nos tocó cubrirlo en sus innumerables escaramuzas tanto en el mercado ALM como en el PRI. Era aguerrido y no se amilanaba ante nadie.
Por eso se ganó la diputación plurinominal del PRI en la Legislatura 46, en los últimos años del “carro completo” para el tricolor, y como bien lo define el colega Andrés Lagunas: “por su estilo franco y su rebeldía natural, lo hacían actuar como si fuera de la oposición”.
En aquellos tiempos los diputados priístas recibían línea directa del gobernador Antonio Riva Palacio López y no importaba que los de oposición se desgañitaran en la tribuna. A la hora de la votación, todos los tricolores alzaban la mano y aprobaban lo que había pedido el jefe del Ejecutivo.
Si había algún contingente afuera del edificio de Matamoros, el protocolo decía que se debía formar una comisión de diputados que atendiera en un salón aledaño a los manifestantes, para no entorpecer la solemnidad de la sesión parlamentaria.
Pero en aquella ocasión, el presidente de la mesa directiva era Juan Jaramillo Frikas quien se salió del protocolo y empezó a dialogar directamente con los ciudadanos, lo que sirvió para que la gente se calmara y pudiera continuar la sesión.
“Era un hombre que hablaba fuerte, que se hacía escuchar, imponía condiciones y le mentaba la madre a quien no lo respetara… pero también era noble, amigo de sus amigos y entregado a las causas de los más necesitados”, refiere Andrés Lagunas en su muro de Facebook a los pocos minutos de que se dio a conocer su fallecimiento.
La vida le jugó una broma macabra en 1997, cuando quedó como suplente del diputado federal Alfonso Sandoval Camuñas, y siempre le reclamaba en broma —se llevaban pesado— que tendría que morirse para que pudiera llegar al recinto de San Lázaro. (Nadie imaginaba que aquel joven político, con todos los merecimientos para llegar a la gubernatura, quedaría en el quirófano –el mismo donde ayer quedó Juan- del Hospital Henry Dunant, víctima de un infarto).
Lo volvimos a ver como regidor del Ayuntamiento de Cuernavaca con Manuel Martínez Garrigós, cuando comenzó a involucrarse en el negocio de la recolección de basura, participando como accionista en la empresa que sustituyó a PASA.
Ya en el sexenio de Graco Ramírez, y encargándole a su hija Karla su representación política, Juan incursionó en una actividad que no le conocíamos: la del periodismo.
Con un estilo muy peculiar, Juan comenzó a producir videos en Facebook donde él, de propia voz, le ponía unas felpas al gobernador y a su hijo. Se le dejaba ir con todo, lo que nos provocaba hilaridad porque Rodrigo no salía del negocio de su hermana Angélica.
Y todavía más sorpresa nos provocó el saber que había pláticas para buscar nuevamente la diputación federal pero no nos va a creer por cual partido: el de la Revolución Democrática.
Con esas intenciones, en los últimos días había aparecido con mucha frecuencia en el programa de su amigo Pedro Martínez Serrano, donde externó su decisión de buscar una candidatura al Congreso federal aunque en ese momento insinuaba que iría por la vía independiente.
“Después de 40 años de carrera política no hay quien me pueda poner en la mesa ni siquiera un acta administrativa de que me robé algo en ninguna dependencia”, era su oferta que ofreció en una de las entrevistas en “Tertulia Política”.
Ayer, como todos lo sabemos y siguiendo la versión oficial, pasadas las 11:20 horas se recibió una llamada de auxilio y reporte de persona herida por arma de fuego en calle Tres Cruces de la colonia Texcaltepec en el poblado de Ocotepec, activándose los protocolos de emergencia por parte de los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública de Cuernavaca (SSP Cuernavaca), quienes se trasladaron al lugar teniendo como referencia el campo deportivo de los electricistas donde se ubicó una persona herida por impacto de bala al interior de una camioneta FiAT color roja placas NW 3216 B.
“La persona herida es identificado de nombre Juan “N”, quien presenta varios impactos de arma de fuego en varias partes de cuerpo, así como impactos de arma en puerta lado izquierdo, en el parabrisas y cofre, encontrándose 10 casquillos percutidos por lo que se pide el apoyo del ERUM para la atención médica, dándole los primeros auxilios y traslado al masculino al hospital Henry Dunant”, informó la Policía de Cuernavaca.
Tras varias horas de espera, alrededor de las 16 horas Karla Jaramillo salió a la puerta del nosocomio particular a informar a los reporteros que su padre había fallecido, y que “había muerto el hombre, pero no sus ideas”.
La tiene difícil el fiscal Uriel Carmona. El asesinato de Juan Jaramillo se suma a otros crímenes de personajes reconocidos en Morelos, como Jesús García, Samir Flores y otros dos ambientalistas.
Sólo esperamos que no vayan a salir los mismos de siempre a exigir renuncias y a aprovechar el cobarde crimen para sus fines proselitistas, pues quedó claro que a Juan no lo mataron para asaltarlo ni para robarle su vehículo. Iban por él.
HASTA MAÑANA.