Nunca como ahora la frase “feliz navidad y próspero año nuevo” -esa que veníamos repitiendo durante años como un simple cliché- suena tan llena de incertidumbre. La pandemia nos está dejando muchas lecciones, y una de ellas es precisamente que lo que antes considerábamos básico hoy es motivo de felicidad.
Sí, durante años esperábamos que el 24 de diciembre nuestra mesa estuviera llena de las mejores viandas, los vinos más caros, y regalos para toda la familia. Hoy solamente esperamos que haya familia con quien celebrar el nacimiento de Jesucristo.
Esperábamos el fin de año para gastar el aguinaldo -entre más abultado mejor-, pero hoy tener un trabajo ya es ganancia.
Y ya no queremos prosperidad para el 2021. Nos conformamos con seguir vivos.
Quisiéramos darles a nuestros lectores algo de aliento en esta fecha, tan importante, pero las noticias que nos llegan de Europa no son nada optimistas (y recordemos que lo que está ocurriendo allá, ocurrirá en América en unos meses, así ha quedado demostrado).
Tras este año de incertidumbre y caos de pandemia, todo lo que quería la mayoría de la gente por Navidad era algo de alegría y reuniones. En lugar de eso, a muchos les espera una temporada de aislamiento, duelo por seres queridos, preocupación por su empleo o afrontar el miedo a una variante del virus que podría ser más contagiosa.
Los vecinos de Londres y alrededores no pueden ver a nadie fuera de sus hogares. Y en el resto del mundo: A los peruanos no se les permite conducir sus autos en Navidad y Año Nuevo, para disuadir de visitas incluso a familiares y amigos cercanos. Los sudafricanos no podrán ir a la playa en Nochebuena, Navidad o Año Nuevo.
El mosaico de restricciones que imponen los gobiernos locales y nacionales en todo el mundo varía mucho, pero pocas temporadas festivas se verán normales este año.
Gente de todo el mundo afrontaba decisiones difíciles entre arriesgarse a visitar a familiares mayores que han estado aislados o perderse una de las últimas navidades que podrían quedarles, con la esperanza de pasar las fiestas juntos el año que viene.
Estados Unidos no ha emitido restricciones nacionales a los desplazamientos, dejando esa decisión a los gobiernos estatales, aunque una agencia federal recomendó a la gente que se quedara en casa.
Se han atribuido más de 1.7 millones de muertes al virus en todo el mundo, y muchos siguen de luto o preocupados por seres queridos en hospitales o residencias ante el repunte del SARS-COV-2. Pero algunos de los que sobrevivieron a la enfermedad -y a todo lo demás que 2020 les ha puesto en el camino- quieren celebrar.
La doctora Elisaveta Tomova, anestesióloga en Macedonia del Norte, está exhausta tras meses ayudando a dar a luz a mujeres con el virus. También cuidó de su hijo de 26 años, que se contagió.
“Me enfrenté a un monstruo de nueve cabezas, y mi hijo y yo lo vencimos”, comentó la mujer de 54 años. “Ahora todo lo que necesito es tener a mi familia a mi alrededor, celebrar en silencio y llenar mi corazón de alegría”.
Mucha gente afronta las fiestas en medio de incertidumbre financiera, después de que las cuarentenas para frenar los contagios diezmarán las economías.
En las últimas semanas, muchos países endurecieron sus restricciones con la esperanza de controlar el virus para poder relajar las normas en Navidad. Pero en muchos lugares, eso no ha funcionado.
En Italia, que tiene la mayor tasa de muertos confirmados de Europa y donde muchos se han visto sumidos en la pobreza tras las cuarentenas, el Gobierno ha impuesto aún más restricciones.
Las cuatro naciones de Reino Unido -Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte- han abandonado sus planes originales de levantar medidas en Navidad para visitas familiares.
Reino Unido fue el primer país en iniciar las vacunaciones con un fármaco que pasó controles rigurosos, y hace apenas unas semanas había esperanzas de que la vacuna pudiera frenar los contagios. Pero ahora, una sombra de inquietud envuelve a las fiestas ante un brusco aumento de infecciones.
Para empeorar las cosas, ha surgido una variante del virus en Londres y sus alrededores.
Docenas de países han respondido prohibiendo los viajes desde territorio británico, aunque Francia volvió a permitir la entrada de camiones desde el otro lado del Canal de la Mancha tras un cierre que provocó temores a desabastecimiento de comida en Navidad en este país.
En nuestro país la situación no es diferente. México sumó 12,511 nuevos contagios por covid-19 y 897 decesos en las últimas 24 horas, acumulando desde el inicio de la pandemia, 1,338,426 casos confirmados, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud (SSA).
Y en Morelos, tal como se temía, ayer por la tarde, el mandatario estatal Cuauhtémoc Blanco Bravo, aseveró que debido al ritmo de contagios por el covid-19, se tomó la decisión de regresar a semáforo rojo del 24 de diciembre hasta el 10 de enero, esto siempre y cuando los indicadores de salud lo permitan.
Por consiguiente “desde mañana (24 de diciembre) se suspenden en su totalidad las actividades no esenciales, es urgente disminuir la actividad y movilidad social, solamente de esa manera se puede frenar este repunte de Covid-19 en nuestro estado”.
En lo personal, ésta será la primera vez que no nos reuniremos en la casa de mis padres, en Tejalpa. Cada quien celebrará la navidad en una reunión más pequeña, obviamente sin pastorela, sin piñatas, sin intercambio de regalos y sin fogata.
Nosotros sí tendremos una feliz navidad porque no habrá ninguna silla vacía, pero cuántas familias siguen con el dolor de haber perdido a un ser querido en este año. Y lo que es peor, ¿Cuántas personas morirán la noche del 24 de diciembre en algún hospital?
Con todo esto tratemos de ser optimistas. No queda de otra. Este columnista les desea a todos sus lectores que pasen esta noche lo mejor posible en una reunión lo más reducida que se pueda. Tenemos la esperanza de que el próximo año nos podamos reunir cuando el virus haya quedado sólo como una pesadilla.
HASTA EL LUNES.