Hay un refrán mexicano que dice “Hijo de tigre, pintito” para expresar que los descendientes de un personaje destacado heredan las cualidades de sus padres. Pero también hay otro dicho que advierte: “Nunca segundas partes han sido buenas”.
Y esto viene a colación porque, en esta desesperación que tienen los partidos políticos por encontrar fórmulas mágicas que los lleven al poder, han recurrido a todo tipo de estrategias, desde la contratación de personajes famosos como “Paquita la del Barrio”, hasta la postulación de aquellos que “en el apellido llevan la fama”. Luis Donaldo Colosio Riojas, hoy candidato a la alcaldía de Monterrey, es el más claro ejemplo de ello.
La estrategia de que “el apellido vende”, también ha sido muy utilizada en Morelos pero no siempre con los resultados esperados. El caso más conocido lo tenemos con Don Lauro Ortega Martínez, considerado el mejor gobernador que ha tenido Morelos, pero que su hija, Ana Laura, fue la primera priísta derrotada en unas elecciones municipales tras siete décadas de dominio tricolor.
El ganador en esas elecciones de 1997 fue nada menos que Sergio Estrada Cajigal, quien a su vez había sido buscado por los panistas precisamente por la buena fama de su padre, Vicente Estrada Cajigal, y de su abuelo, con el mismo nombre y apellido, gobernador de Morelos en 1930.
Ironías de la vida: los descendientes de don Lauro están haciendo causa común con Sergio Estrada Cajigal en su búsqueda por su segunda vuelta como presidente municipal de Cuernavaca, hoy bajo las siglas de un nuevo partido político de nombre Fuerza por México, satélite de Morena.
Otro caso es el de Alfonso Sandoval Camuñas, considerado también por muchos el mejor presidente municipal que ha tenido Cuernavaca, y que procreó dos hijos, Alfonso y Ariadna, y una tercera descendiente que tuvo que ser reconocida “post mortem” previo juicio en materia familiar.
El pasado 23 de enero fue aniversario luctuoso de Poncho, y el Partido Encuentro Social (PES) que encabeza Jorge Argüelles Victorero anunció que le haría un homenaje en el acueducto de Gualupita. De inmediato, muchos de los que trabajaron con él y otros que han usado su nombre políticamente, “pusieron el grito en el cielo” y lincharon mediáticamente al también precandidato a la presidencia municipal, argumentando que era una falta de respeto a su memoria.
Los “sandovalistas” esperaban una airada reacción de la familia de Alfonso, pero no solamente no hubo rechazo, sino que incluso hubo una publicación en Facebook (que tuve a la vista pero ahora que la busqué ya no la encontré) en la que Ariadna critica a los que critican a los homenajeadores.
Pues bien, ayer trascendió en redes sociales que la coalición Morena-PES-PNA queda así:
Candidato a presidente municipal, Jorge Argüelles; Sindicatura Municipal, Ariadna Sandoval; primera diputación local, Meggie Salgado; segunda diputación local, Marco Antonio Martínez Dorantes; tercera diputación local, José Casas González.
El anuncio no se ha oficializado, pero a juzgar por la felicidad que reflejaba Pepe Casas en sus publicaciones de ayer, y que nadie ha salido a desmentirlo, todo parece indicar que es real.
¿Cómo tomará el electorado la participación de la hija de Alfonso Sandoval con un partido nuevo que no es en el que su padre militaba? Lo sabremos el seis de junio.
Llevar el apellido de una persona famosa debe pesar, pero más cuando no sólo se lleva el apellido, sino también el nombre y el género. Ser el “Jr.” de un hombre destacado abre puertas, pero también implica la inevitable comparación que no siempre favorece.
Llamarse Vicente Fernández debió haber sido una loza para su hijo Vicente que no sacó ni el 10% de la voz del reconocido cantante de ranchero, como Hugo Sánchez Portugal que sólo era incluido en los partidos de futbol por el nombre y que tuvo un final de su vida fatídico a sus escasos 30 años de edad.
En ese sentido, ¿sabía usted que Juan Jaramillo no ha muerto? Bueno, al menos eso es lo que nos quiere hacer pensar un enorme espectacular instalado sobre la casa de quien fuera diputado federal y regidor de Cuernavaca.
“Juan (José) Jaramillo” dice el anuncio que incluye la foto de un joven y abajo la frase que inmortalizó el fundador de la temida agrupación Alianza de Barrios: “Avísale a los demás”.
¿Cuál es la intención de ese anuncio? Lo sabremos en unos días.
No le veo nada de malo en utilizar el apellido cuando se es descendiente de una persona de prestigio, lo que sí es criticable es cuando alguien que no es su familiar, utiliza el nombre para obtener un provecho político.
El más claro ejemplo lo tenemos en el precandidato a diputado por Morena, Carlos Caltenco, quien está haciendo campaña bajo una asociación civil que él inventó y que se llama Gente en Movimiento (GM), y que no es otra cosa que las iniciales de Gisela Mota, la ex presidenta municipal de Temixco que fue arteramente asesinada.
Desde entonces Caltenco ha vivido de su memoria. No obstante que Gisela no era del grupo de Graco Ramírez, el hoy “morenista” se alió con el entonces presidente del PRD, Rodrigo Gayosso, para tomar el Palacio Municipal exigiendo que no asumiera el poder la presidenta suplente, Irma Camacho, sino la mamá de Gisela, a pesar de que sabía que no existía un fundamento legal para ello.
Tras dos meses de “resistencia”, el grupo de perredistas aceptó que la maestra Camacho gobernara el municipio, pero a cambio de diversos privilegios. Así Caltenco se benefició de esa negociación con la administración de Irma Camacho y después lo siguió haciendo con Juanita Ocampo -madre de Gisela- cuando ésta asumió la presidencia municipal tras el fallecimiento de la segunda alcaldesa.
Eso sí no se vale, y los electores se lo reclamarán el próximo seis de junio cuando acudan a emitir su sufragio. Si es que va en la boleta.
HASTA MAÑANA.