De manera brusca, el pasado jueves terminó “el reinado de Dora Ivonne” en el Instituto Morelense de Información Pública y Estadística (IMIPE), al ser destituida por los dos comisionados que entraron recientemente, designándose uno de ellos como presidente con el voto de sí mismo y el del otro, en lo que podría ser el inicio de una “dictadura” en el IMIPE, dado el estilo tan peculiar de Marco Antonio Alvear de ejercer el poder.
Como ya es del dominio público, en una sesión colmada de pasiones, dos de los cinco consejeros del IMIPE, Marco Antonio Alvear Sánchez y Roberto Yáñez Vázquez, determinaron la destitución de la consejera presidenta, Dora Ivonne Rosales Sotelo, para nombrar en su lugar al primero de ellos.
En esta columna ya la habíamos anticipado. ”Se espera que antes de concluir su periodo, Dora Ivonne Rosales Sotelo convoque a Pleno Extraordinario para elegir nuevo presidente, y que el doctor Roberto Yáñez Vázquez vote por el maestro en Derecho al que prácticamente le debe el puesto, ya que él se encargó de los dos amparos”, escribimos el pasado 9 de abril.
En teoría, el Pleno del IMIPE se conforma por cinco miembros, pero durante los últimos meses y por diferentes circunstancias la única que quedó fue Dora Ivonne, en lo que pasará a la historia como “el Reinado de Dora Ivonne”.
Y entonces (como ya sabemos que el Congreso es más lento que una tortuga) terminará el periodo “unitario” y comenzará el “binario”, con Marco Antonio a la cabeza y el doctor Vázquez como su contlapache, y así hasta que los diputados se dignen a nombrar a los otros tres comisionados o reformen la Constitución para dejarlo en tres, como estaba originalmente.
Eso que decíamos que pasaría tarde o temprano pasó el jueves anterior, cuando los consejeros incluyeron el punto en la sesión ordinaria del Consejo del IMIPE, actualmente integrado y determinaron la remoción de Rosales Sotelo, quien lamentó que la sesión se haya dado en un marco de ilegalidad y sin alcances jurídicos “ya que el pleno se integra por cinco comisionados”.
Dora Ivonne tiene razón en decir que el IMIPE no puede funcionar con dos comisionados, pero entonces tendría que explicar cómo lleva un año funcionando con una comisionada, o sea ella.
No tenemos los elementos para decir que actúa en forma irregular o incluso si incurrió en delitos, pero lo indubitable es que actúo en forma totalmente discrecional, sin darle cuentas a nadie sobre el uso de los recursos.
Alvear Sánchez y Yáñez Moreno fueron nombrados en el 2018 por la anterior legislatura como comisionados del instituto, sin embargo, la reforma que hizo crecer el consejo en dos miembros fue combatida jurídicamente.
Fue hasta el 6 de abril pasado cuando los dos consejeros, por la vía del amparo, pudieron incorporarse a la nómina del IMIPE, y llegaron al instituto el 7 del mismo mes exigiendo el pago inmediato del salario de dos años, mismo que Rosales Sotelo se comprometió a gestionar ante diversas instancias.
Durante aquella reunión de trabajo, que fue transmitida en vivo a través de redes sociales, los caballeros no aplicaron la máxima de que “lo cortés no quita lo valiente” y se comportaron como unos patanes. Bueno, don Roberto Yáñez no maltrató al personal ni humilló a la presidenta, pero lo convalidó con su silencio.
Entrevistada previamente por diversos medios de comunicación, la comisionada presidenta advertía que se percibía una estrategia en medios de comunicación y círculos de poder para lesionar su imagen y su posición al frente del IMIPE: “ha sido una campaña desde hace tiempo de ciertas personalidades que han estado con un comportamiento no ético… no contestamos porque el IMIPE, de manera institucional, debe dar a conocer lo maravilloso que es el instituto y el trabajo que hemos hecho; y en ese sentido dejé pasar muchos temas porque yo decía que mi trabajo y el del instituto son la mejor respuesta”.
Sin embargo, los ataques no cesaron, incluso al personal del órgano sobre cuyas plazas tomaron decisiones de manera unilateral, advirtió Rosales Sotelo.
La comisionada presidenta abandonó la sesión antes de concretarse el nombramiento de Alvear Sánchez, y posteriormente declaró a los medios que si bien se esperaba que la integración del pleno del IMIPE pudiera mejorar los trabajos del órgano garante de la transparencia en beneficio de los ciudadanos, tal no ha ocurrido debido a que desde el ingreso de Alvear “se han venido dando una serie de atropellos y uno de ellos es la divulgación de falsedades y realizar una campaña en contra de mi persona”.
Luego, aprovechó la presentación de un libro para decirse víctima de violencia de género y recibir muestras de solidaridad de sus compañeros. Mientras tanto, en el IMIPE, la Fiscalía Anticorrupción actuaba con el protagonismo que le caracteriza.
Ya se imaginarán el ambiente que se respira en las oficinas del Instituto, donde ya no se le permite la entrada a Dora Ivonne pero adentro están muchos de sus incondicionales, algunos de gran valía, pero que serán despedidos por el simple hecho de haber ingresado durante su periodo.
“Haiga sido como haiga sido”, Marco Antonio Alvear Sánchez ya es el nuevo presidente del IMIPE, pero no la tiene fácil. Deberá cumplir todo lo que prometió en sus entrevistas como presidente de lo que nosotros llamamos “el IMIPE alterno”: resoluciones prontas y expeditas sobre los miles de recursos que están atorados en las mesas de trámite; atención al público que solicita información y, sobre todo, cero corrupción.
Lo que más le conviene es encabezar una administración totalmente transparente. Que sepamos cuánto pagó de aquella presentación del “IMIPE alterno” en un lujoso restaurante de la calle Netzahualcóyotl; que ponga a la vista del público cuánto cobrará él, cuánto cobrará el señor Yáñez y cuánto le va a pagar al jefe de prensa que mandó traer desde Chihuahua, sólo por poner algunos ejemplos.
Si algo se le tendría que reconocer a Dora Ivonne, es que dejó de pagar las exorbitantes rentas que resultaban un negocio para sus antecesores. Hoy están en unas instalaciones que les dio en comodato el gobierno estatal, céntricas y dignas.
Estaremos atentos a la gestión del maestro Alvear Sánchez, quien desafortunadamente no rompió con esa sospechosa tradición de que para ser comisionado del IMIPE se tiene que haber sido subordinado de alguno de los diputados.