Algunas escuelas sólo tuvieron cinco alumnos por salón y éstos permanecieron dos horas en las aulas; en otras no había energía eléctrica ni agua por lo que no iniciaron clases. La mayoría de los padres de familia no estuvieron de acuerdo, pero los directivos y maestros les confiaron: “la orden presidencial es que abramos las escuelas, pero ustedes deciden si mandan a sus hijos”.
Y la orden presidencial de abrir las escuelas el 30 de agosto “llueve, truene o relampaguee”, se cumplió al pie de la letra, al menos así quedó de manifiesto en los enlaces en vivo para “La Mañanera” del presidente López Obrador.
Lo mismo en la transmisión para las televisoras locales que hizo el secretario de Educación de Morelos, Luis Arturo Cornejo Alatorre, en la Secundaria General número cuatro, “Valentín Gómez Farías”, donde se pusieron en práctica los protocolos de salud establecidos para el ingreso a los planteles los cuales fueron cautos, ordenados y responsables.
Mencionó que por instrucciones del mandatario estatal, en todo momento se ha garantizado el derecho a la educación privilegiando la salud de los estudiantes, así como de toda la comunidad escolar. Cornejo Alatorre afirmó que esta modalidad permitirá dar continuidad a los planes y programas de estudio dispuestos por la Secretaría de Educación Pública (SEP) asegurando el correcto proceso de enseñanza aprendizaje.
Por su parte, el director general del Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos (IEBEM), Eliacín Salgado de la Paz, confirmó que se espera el reinicio de clases de los 352 mil estudiantes en los distintos niveles y modalidades de enseñanza dependientes del organismo, sin embargo, aseveró que el inicio es voluntario, por lo cual, el sistema educativo depende estrictamente de la decisión de cada madre, padre y tutor para su participación en la modalidad presencial.
Salgado de la Paz recalcó que la encomienda del gobernador ha sido avanzar en los trabajos de recuperación y mejora de los inmuebles escolares con el propósito de brindar las condiciones adecuadas para recibir a las y los alumnos en espacios seguros.
Por ello –agregó el funcionario- el IEBEM trabaja de manera coordinada con la Secretaría de Obras Públicas del Gobierno del Estado para consolidar la meta de que cada centro escolar cuente con los entornos necesarios para el regreso a las aulas, esto último a través de los Programas de Apoyo Directo a la Escuela (PADE) y del Fondo de Aportaciones Múltiples (FAM).
Pero en los hechos la situación no es nada halagüeña. Si de por sí las escuelas tenían problemas de infraestructura, falta de maestros, robo de instalaciones, etc., la pandemia vino a empeorarlos.
El Instituto de la Educación Básica es un barco que se hunde y Eliacín Salgado de la Paz no da muestras de tener la capacidad para sacarlo a flote. Está cada vez más nervioso y ahora ya ve “moros con tranchete”.
El año pasado le renunció el profesor Mario Luis Salgado Salgado a la Dirección de Educación Elemental y hace unos días hizo lo propio el profesor Leandro Vique Salazar con la Dirección de Desarrollo Educativo.
Vique Salazar es uno de los profesores más reconocidos en Morelos, no sólo por los trabajadores de la educación sino también por los padres de familia. A donde quiera que lo ven lo saludan y lo recuerdan con mucho cariño en las diferentes escuelas donde ha impartido clases.
“El profe Vique” –como lo conocen todos- ha evitado hablar de las circunstancias de su salida del IEBEM, incluso escribió en su muro de Facebook un agradecimiento al gobernador del estado, al director del Instituto pero sobre todo a los maestros con quienes trabajó a lo largo dos años y 10 meses. “Gracias al trabajo y compromiso de todos los integrantes, lo que nos permitió generar un ambiente de confianza, apoyo, camaradería, amistad y respeto mutuo”, escribió.
Sin embargo, en los pasillos de la dependencia se habla de que Eliacin sintió que el maestro Vique “le estaba haciendo sombra”, y nadie puede brillar más que el jefe. El tiempo pondrá a cada quien en su lugar.
Volviendo al tema del regreso a clases, fue interesante observar la gran diversidad de opiniones tanto a favor como en contra, y cómo “cada quien habla de la feria como le fue en ella”. Tenemos maestros entusiastas que están “echados para adelante” como se dice coloquialmente, pero otros que se muestran pesimistas y prefieren seguir en sus casas.
Uno de esos entusiastas es el maestro Oscar, de la secundaria dos de Alta Vista, quien me explicó que los grupos están divididos en dos, y que se van turnando para ir a clases presenciales.
“Hoy asistieron en promedio un 30 por ciento de los alumnos en lista pero esto debido a que están separados por semana, si la próxima semana contamos con el mismo porcentaje hablaremos de un 60% del total. Se cuidaron las medidas de sana distancia, ya que nos dimos a la tarea de pintar señalizaciones y puntos de distancia a guardar; en la entrada se dio gel y se checó temperatura, dentro de los salones se separaron butacas”.
Y ¿cómo se organizan los maestros para atender a los alumnos presentes y a los que toman clases desde sus casas?
“Dentro de las estrategias a seguir se acortaron los módulos a 30 minutos para así dejar al último dos módulos para la organización de trabajos a mandar en línea y llamar por teléfono a los niños que no se presentaron. Obviamente esto aplica más a los profesores que nos quedamos hasta el final o tenemos de los últimos módulos, los compañeros que tienen los primeros módulos lo podrán hacer desde su casa”, agrega.
¿Y cómo está el ánimo en las escuelas?
Es obvio que la alegría se ha ido, no sé si para no volver, pero hace falta ver más población escolar, niños corriendo, gritando, jugando. Se siente raro no ver ese ambiente jovial”, comenta el profesor Oscar.
Para los padres también fue algo diferente. Hace años nos despertábamos muy temprano (por lo menos así era durante los primeros días), y era un corredero para estar listos antes de las ocho de la mañana a las puertas de la escuela, con los niños bien planchados, bien peinados y con zapatos boleados. El primer día de clases era muy emocionante para los alumnos, pues conocían el nombre de su maestra o maestro y se enteraban de quiénes eran los niños de nuevo ingreso.
Ayer, la despedida a nuestros hijos ya no fue en la entrada de la escuela sino en sus respectivas recámaras, sentados frente a la computadora, listos para conocer a sus maestros y compañeros pero a través de una pantalla que hoy forma parte de nuestra vida diaria.
Y no sabemos por cuánto tiempo más.
HASTA MAÑANA.