La siguiente escena bien puede ser el final de una película que se llame “Zapotitla, de la gloria al infierno”, que cuente la historia de un indígena que vino desde abajo, que logró superar adversidades hasta llegar a ser diputado, pero que los excesos lo llevaron a perderlo todo, hasta su libertad:
“Señor Marcos Zapotitla Becerro, en vista que el delito que se le imputa es considerado grave y oficialmente amerita la medida cautelar de prisión preventiva, se ordena su ingreso al Centro de Reinserción Social de Atlacholoaya hasta el lunes 20 de septiembre, a las siete de la mañana fecha fijada para la celebración de la audiencia en que se habrá de determinar su situación jurídica”.
Y el acusado, cuya tez morena contrastaba con la blancura de su camisa, fue conducido por dos guardias hasta el túnel que lleva a la cárcel, de donde quizás permanezca meses o años.
Así termina una historia que comenzó hace varias décadas en el poblado indígena de Tetelcingo donde el joven Marcos Zapotitla se abrió paso en una sociedad clasista y logró ser técnico en contabilidad.
En su currículum que aparece en la lista de funcionarios de Morena en 2017 dice estar “cursando licenciatura”. En otra ficha personal, también de Morena, asegura haber sido “promotor de las actividades de Resistencia Civil Pacífica, en la Convención Nacional Democrática, el Gobierno Legítimo, la Consulta sobre la Reforma Energética y en las coaliciones electorales Por el Bien de Todos y Movimiento Progresista, mismas que postularon a Andrés Manuel López Obrador como candidato presidencial”. Todo un activista de izquierda pues.
Es el diputado cuautlense Francisco Rodríguez Montero el que lo invita a trabajar como su auxiliar en el Congreso local y ahí conoce al también diputado Raúl Iragorri Montoya, quien habría de ser su mecenas en los siguientes años.
El émulo de Benito Juárez se convirtió en el “brazo derecho” del empresario automotriz y ambos vivieron muy de cerca el proceso de nacimiento del partido Morena. Fue gracias a los oficios de don Raúl que es designado secretario de organización de ese instituto político en 2015.
De hecho, la candidatura de Zapotitla a la diputación local por el séptimo distrito electoral fue considerada una posición de don Raúl Iragorri, donde él tuvo que ceder a sus pretensiones de ser candidato a senador.
Lo que no se imaginaba Iragorri Montoya es que, llegando a la diputación, el indígena (dicho con todo respeto), lo desconocería no sólo a él, sino al partido que lo llevó al triunfo, pasándose al Partido Encuentro Social (PES) a las primeras de cambio.
Ahí quedó toda la ideología de izquierda que había defendido Zapotitla a lo largo de su trayectoria política. La justificación que encontró lo salvó: “el PES es un partido de cristianos y yo profeso la religión cristiana, y además ambos partidos postularon a López Obrador”, declaró.
Pero más allá del cambio de partido, lo más notorio fue su transformación física. Los que lo conocieron de huaraches cuando ayudaba al diputado Rodríguez, ahora lo vieron llegar con zapatos de cuatro mil pesos.
Y los que lo miraron trasladarse en un Tsuru que le prestaba Don Raúl no lo reconocían cuando lo vieron llegar en un Kia nuevecito y después a bordo de una camioneta Suburban. Cadenas de oro, esclavas, anillos, relojes de las mejores marcas y lentes de prestigiadas firmas se incorporaron a su atuendo rutinario.
Aquel hombre sencillo que conocieron en el vetusto edificio de Matamoros, sonriendo servicial mientras cargaba un portafolio descarapelado, hoy estaba convertido en un auténtico “dandy”, con trajes sastre aunque sin corbata porque nunca se acostumbró a usarla.
Y tampoco nunca aprendió a manejar vehículos. Por eso es que le pidió al pastor de su iglesia cristiana, Jonás Trujillo, que le recomendará a una mujer que supiera conducir para contratarla como su asistente.
“Sí hermano, casualmente tengo una sobrina que te puede ayudar en todo eso”, le contestó el líder religioso que aparece en un video defendiendo al diputado y diciendo que su sobrina miente.
No se imaginaba Marcos Zapotitla que estaba tomando una de las peores decisiones de su vida. La otra fue haber acudido a aquella reunión con los integrantes de la Legislatura en un restaurante de la colonia Acapantzingo aquel 6 de julio del 2020 del que salió a altas horas de la noche.
La hoy víctima declaró al Ministerio Público que ellos se fueron a las 23:50 horas porque los diputados “comenzaron de impertinentes a romper vasos”.
En los primeros minutos de la madrugada del 7 de julio, arribaron al nuevo domicilio de Marcos Zapotitla, en la calle Iguala de la colonia Vista Hermosa de Cuernavaca. Fue en esa casa donde la mujer identificada con las iniciales R. G. T. dice que Marcos la atacó sexualmente.
Ella entró al baño, después fue a la cocina por un vaso de agua y ahí fue en donde él le llegó por detrás y la sometió. La víctima refirió que él la besó a fuerzas. Ella no se pudo zafar porque la mordió de sus labios, no podía moverse. Le levanto su blusa y comenzó a morder sus senos.
Después, toqueteó sus glúteos y quiso meter un dedo. Por más que intentó no lograba escapar de él. Entonces la quiso despojar del pantalón y metió un dedo en su vagina, después otro.
En esos momentos se escucharon pasos en el piso de arriba y el ruido de un mueble que lo movían. Fue así como la soltó y pidió que le abriera la puerta porque se quería ir. Esa noche, ella llamó a su amigo Juan Carlos, a quien le confió lo que le había pasado. No quería estar sola y durmió en la casa de Juan Carlos. Dudaba en denunciar el hecho porque él era un diputado.
El dicho y la imputación directa de la mujer víctima fue el principal dato de prueba que la agente del Ministerio Público presentó al juez.
Unas fotografías de las lesiones por mordedura en su pecho, tomadas por ella misma, también fueron exhibidas. El informe de clasificación de lesiones del médico legista, Cristina Ortiz Silva estableció: “sin datos de coito o penetración reciente” y la vagina no presentó ninguna lesión.
Otro informe de psicología fundaba que la mujer víctima no tenía daño psicológico, pero si daño moral, pues “se encontraba en una etapa de shock”.
Ante la formulación que la Fiscalía imputó en su contra por el delito de violación equiparada, Marco Zapotitla se reservó su derecho a declarar.
En opinión de abogados, es muy difícil que Zapotitla salga libre en esta etapa procesal, pero también consideran que las pruebas son endebles, por lo que podría alcanzar su libertad en la tercera instancia, lo que significa no menos de dos años.
De cualquier forma, la vida de Marcos Zapotitla está desecha, pagando las consecuencias de sus malas decisiones.
HASTA MAÑANA.