Cuando el pasado lunes el presidente municipal electo de Cuernavaca, José Luis Urióstegui, anunció que la maestra en Derecho Alicia Vázquez Luna se encargaría de la entrega recepción en la Secretaría de Protección Ciudadana de la capital, de inmediato surgieron en redes sociales las voces que perversamente recordaron que Alicia Vázquez Luna fue la primera secretaria de Seguridad Pública en el sexenio del perredista Graco Ramírez Garrido Abreu.
El estigma de haber pertenecido a un gobierno que se caracterizó por el dispendio y el saqueo al erario, persigue a algunos que sí se vieron beneficiados económicamente en ese régimen y que formaron parte del círculo cercano al tabasqueño, pero se lleva también “entre las patas” a profesionistas de diversas ramas que lo único que hicieron fue ofrecer sus servicios con la mejor intención.
Alicia Vázquez Luna
De hecho, el propio alcalde electo tuvo que cargar con ese lastre por haber participado en el proceso electoral del 2012 por el Partido de la Revolución Democrática buscando la misma posición que hoy obtuvo por el Partido Acción Nacional. La foto de Graco Ramírez levantándole la mano a José Luis Urióstegui Salgado en el Zócalo de Cuernavaca fue subida miles de veces durante la campaña pasada en la guerra sucia para impedir su triunfo.
Sólo sus allegados conocen de aquel desencuentro en el restaurante Las Mañanitas cuando Urióstegui y Graco discutieron y rompieron relaciones para siempre. En cuanto supo Graco que la esposa de José Luis estaba trabajando en su gabinete a invitación del secretario del Trabajo, ordenó su despido.
Recordemos que una de las jugadas maestras de Graco Ramírez durante su campaña fue “adelantar” los nombres de las personas que conformarían su gabinete, para que apellidos de la talla de Rivapalacio, Burgoa, Mitre, Cianci, dieran la idea de que sería un equipo conformado por gente de arraigo en la entidad. Y de hecho lo cumplió, pero sólo por algunos meses, después los desechó porque ya no le servían.
Con los abogados prácticamente dejó entrever que Cipriano Sotelo y Enrique Paredes se echaran un volado para ver quién ocupaba la Procuraduría de Justicia; y en un evento de la Barra de Abogados el entonces candidato a la Gubernatura se aventó la puntada de anunciar que si él ganaba la titular de la Procuraduría sería Adela Manzanarez.
En ese engaño de tomar en cuenta al género femenino entraron dos mujeres destacadas: Alicia Vázquez Luna y Angélica Sanvicente, la primera en seguridad pública y la segunda en el área de Reinserción Social, pero a las dos las desechó antes de que pudieran demostrar sus capacidades.
Angélica Sanvicente presentó su renuncia en febrero del 2013 y Alicia fue “renunciada” en los primeros días de 2014, no sin antes “obligarla” a firmar un contrato para la adjudicación sin licitación de un sistema de comunicación denominado “Tetra” que nunca se utilizó, pero por el que se pagaron 45 millones de pesos a una empresa aparentemente fantasma. Alicia nunca ha querido hablar de ese tema.
Vázquez Luna incomodaba mucho al grupo de hombres que encabezaban las reuniones de seguridad todos los días muy temprano en la 24ava. Zona Militar. El jefe de la zona era un misógino a más no poder. Al general Sergio Ricardo Martínez Luis, con maestría en Seguridad Nacional, le molestaba de sobremanera tener que darle pormenores a una mujer a la que siempre consideró una ignorante de la seguridad pública y así se lo hacía notar al gobernador Graco Ramírez cada vez que podía.
“No se preocupe general, ya tengo a su relevo de Alicia”, le confió en diciembre de 2013. Graco Ramírez había quedado cautivado por la sapiencia del secretario de seguridad pública de Tijuana, Alberto Capella -a quien conoció en una reunión en la residencia oficial- pero sobre todo por el método que le sugirió: rentar patrullas en lugar de comprarlas, por lo que se llevarían una jugosa comisión (moche).
Así fue como el tijuanense llegó a hacerse cargo de la Secretaría de Seguridad Pública, a la que incluso tuvieron que cambiarle de nombre y en esa reforma le quitaron el candado de ser morelense por nacimiento o por residencia mínima de cinco años, requisito que sí tenía Alicia Vázquez Luna.
Lo anterior viene a colación sólo con la intención de dejar en claro que Alicia Vázquez Luna no es graquista. En lo personal le he externado varias veces que su lugar está en la Fiscalía del Estado, pero ella tiene una fijación por ser policía, con todos los riesgos que ello conlleva. También le he criticado su cambio de personalidad cuando fue titular de la SSP, que esperamos no se repita si el Cabildo de Cuernavaca decide designarla secretaria de Protección Ciudadana en enero próximo.
Pero no es el único caso de personas que están tratando de “desgraquizarse”. Tenemos el caso de Alexis Ayala Gutiérrez, quien tuvo varios cargos en el gobierno de Graco Ramírez, el último de ellos como responsable de la reconstrucción por el sismo de 2017, pero que tiene su propia trayectoria en su natal Yautepec donde es ampliamente conocido.
Actualmente Alexis es brazo derecho (y suplente) del diputado Agustín Alonso. Le ha costado trabajo quitarse el estigma, pero hasta el momento no hemos sabido de ningún proceso administrativo ni penal en su contra por sus anteriores puestos, y lo vemos bastante tranquilo trabajando. Seguramente nada teme porque nada debe.
A Jorge Messeguer le ha costado trabajo convencer a la gente de que hubo un rompimiento, más que con Graco, con su hijastro Rodrigo. Hasta su esposa, Mireya Gally Jordá, también se ha visto perjudicada con esa estrecha relación que alguna vez tuvieron con el ex gobernador, pues cuando se inscribió para contender por la presidencia del Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (Impepac), la gente empezó a publicar en Twitter que el órgano electoral sería manejado por Graco Ramírez.
Bueno, hasta nuestro amigo el doctor en Derecho, Antonio Sorela Castillo ha sido tildado de graquista nada más porque su amigo el doctor Matías Quiroz lo invitó a ser director de Derechos Humanos del gobierno del estado en los últimos meses del sexenio, siendo despedido por –ese sí, graquista de hueso colorado- Ángel Colín López, quien fungió como último secretario de Gobierno.
Graquistas y fieles a su ex patrón, algunos funcionarios enquistados en la Fiscalía General de Justicia del Estado y en la Fiscalía Anticorrupción, desde donde se encargan de hacer todo lo posible porque no avancen las investigaciones en contra del anterior gobernador.
Por ejemplo, Felipe Velarde Corrales, titular del Órgano Interno de Control de la Fiscalía General del Estado de Morelos y otros más que permanecen agazapados para no ser descubiertos.
HASTA EL PRÓXIMO LUNES.