No exageramos cuando adoptamos esa frase que comúnmente se utiliza para referirse al creador del universo, y lo aplicamos a la figura presidencial. Andrés Manuel López Obrador no le da explicaciones a nadie sobre los movimientos que hace en su gobierno y sólo él sabe por qué hace las cosas.
Lo anterior viene a colación por la polémica que ha levantado el último movimiento en su gabinete: el enroque entre César Alejandro Yáñez Centeno y Rabindranath Salazar Solorio, en la Subsecretaría de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación y la Coordinación General de Política y Gobierno de la Presidencia de la República.
Obviamente que quien “se llevó la nota” a nivel nacional fue César Yáñez, por la sencilla razón de que la prensa lo interpretó como que “AMLO ya le levantó el castigo”, después de aquel bochornoso episodio de su boda “fifí” con Dulce María Silva en 2018, en una lujosa recepción celebrada en Puebla.
El secretario de Gobernación Adán Augusto López hizo público este nombramiento “por instrucciones del presidente de la República, y dio posesión de sus nuevos cargos a Rabindranath Salazar y César Yáñez. No faltó quien lo interpretara como una acción de AMLO para apoyar al que quiere que sea su sucesor en la presidencia de la República, poniéndole a un experto a su lado y una gente de todas sus confianzas.
César Yáñez conoció a Andrés Manuel López Obrador en 1997 en las filas perredistas. Posteriormente, cuando Andrés Manuel López Obrador ejerció el cargo de Jefe de Gobierno del Distrito Federal, César Yáñez fue su director general de Comunicación Social de 2000 a 2005.
Cuando el tabasqueño se separó del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para fundar su propio partido, Yáñez Centeno lo acompañó desde 2015 como secretario de Comunicación, Prensa y Propaganda de Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Luego de que en 2018 la boda de Yáñez Centeno y Dulce Silva apareció en la portada de una de las revistas del corazón más populares, López Obrador se vio en la necesidad de apartarlo de su círculo más íntimo debido a que aquél enlace matrimonial se dio de manera ostentosa, contrario a los valores de la austeridad que pregonaba el nuevo gobierno federal.
Sin embargo, el colaborador de AMLO fue acomodado en un puesto que lo mantuvo relativamente cerca del Ejecutivo federal y desde diciembre de 2018 fungió como coordinador general de Política y Gobierno de México de la Presidencia de la República, donde le correspondía atender las relaciones con los sectores públicos, además de procurar la comunicación con dependencias y áreas de la administración pública.
Por su parte, el exsenador por Morelos, Rabindranath Salazar Solorio se integró al gobierno de López Obrador en 2018 como director del Banco del Bienestar, donde permaneció durante dos años.
En 2020, el morelense fue reubicado como subsecretario de Gobernación, bajo el mando, primero de Olga Sánchez Cordero y posteriormente de Adán Augusto López Hernández, paisano del presidente de la República.
Desde aquella vez el cambio de puesto provocó reacciones encontradas en Morelos, pues mientras sus seguidores de Rabín (que son muchos y están esparcidos en los tres poderes del estado y algunos municipios), resaltaban que fue un “espaldarazo del presidente”, sus detractores o críticos lo vieron como un castigo, pues lo quitó de donde había dinero y lo puso en un área que no tiene ni fondo revolvente.
En esta ocasión es lo mismo. Algunos colegas lo ven como un castigo, en tanto que otros resaltan que está más cerca del presidente.
“Esta vez Rabindranath no llega a un espacio que le da mayor operación política, ni lo coloca más cerca del presidente, como quieren justificar “los rabinistas”, sino todo lo contrario: ocupará el espacio que tenía por mero trámite, el castigado César Yáñez. Y si algo le ha quedado claro a los morenistas, es que NADIE brilla trabajando cerca de Andrés Manuel López Obrador y quien lo dude, que le pregunten al ex consejero jurídico Julio Scherer Ibarra, a Lázaro Cárdenas Batel o al mismo César Yáñez”, escribió el politólogo Domitilo Evangelista.
“Así que mientras varios analistas aseguran que Cesar Yañez llega para darle solidez y forma a la aspiración presidencial de su nuevo jefe, Adán Augusto López Hernández, Rabindranath Salazar llega a la disminuida Coordinación General de Política y Gobierno de la Presidencia de la República, en la misma condición que su antecesor: como castigado”, apunta el columnista en su espacio de “Sombrerazos”.
“La Coordinación general de Política y Gobierno de Presidencia de la República no es una oficina en el sótano oscuro de un edificio olvidado del gobierno federal, no, su puerta da con la puerta de la oficina presidencial. Acuerda directo con el presidente”, opina David Monroy.
En lo que sí coincidimos todos es que Rabindranath Salazar es el morelense más cercano al presidente de la República. Lo malo es que Andrés Manuel López Obrador no suele escuchar, sino ordena y quiere que se cumpla al pie de la letra lo que pide. No quiere que le lleven la contraria.
Dicen los que están cerca del presidente que es realmente difícil trabajar con él, y no sólo porque el señor acostumbra levantarse a las cuatro de la mañana, sino porque es muy desordenado para trabajar. Los secretarios de estado tienen que estar monitoreando en forma permanente “las mañaneras” y lo que tuitea el señor presidente, porque ahí vienen instrucciones para todo el gabinete y en el momento menos esperado les pide informes.
Si es cierto que el oriundo de Tejalpa va a estar muy cerca de López Obrador, deberá convencerlo poco a poco y sin que se enoje, de que sería un error designar candidata a la gubernatura a una mujer, pues se corre el riesgo de perderse. O la otra: que haga tan buen trabajo en la Coordinación de Política y Gobierno, que AMLO quede muy agradecido y le pregunte: ¿qué quieres en recompensa por tu excelente desempeño”.
Pero todo lo que se diga o se escriba sobre ese tema entra en el terreno de las elucubraciones. Nadie sabe qué hay dentro de esa “cabecita de algodón” y qué tiene pensado para los morelenses en el próximo sexenio, cuando él ya se haya ido a su rancho en Tabasco.
HASTA EL LUNES.