Toda persona de nivel socioeconómico bajo y medio tiene la ilusión de adquirir una casa para vivir, aunque tenga que pasar la mitad de su vida pagándola. Esa fue la premisa que hizo que en este país se diera un “boom” en la construcción de vivienda, pero que la corrupción que impero en todos los niveles hizo que gran parte de las constructoras estén en quiebra, que muchos trabajadores sigan sin casa propia, y que haya casi un millón de viviendas abandonadas en todo el país.
Durante los gobiernos priistas el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) y su similar Fovissste para los trabajadores del estado, construyeron las primeras unidades habitacionales que repartieron a familiares de funcionarios o gente que tuvo dinero para pagar a un “coyote” y acceder a esos créditos.
A partir de los gobiernos panistas surgió una nueva modalidad: El Infonavit no construye, sólo presta para que el trabajador contrate a una empresa constructora. Entonces aparecieron infinidad de empresas dedicadas a construir unidades habitacionales, la mayoría de ellas alejadas de los centros de trabajo, con material de pésima calidad, y sin los servicios necesarios para vivir.
La empresa líder en esa actividad sin duda fue Casas GEO, que ha comercializado cerca de 655,000 casas en las que habitan más de 2.4 millones de mexicanos bajo el auspicio de políticas gubernamentales e instituciones como INFONAVIT y FOVISSSTE. Su principal accionista es Luis Orvañanos Lascurain, quien se declaró en quiebra en 2018.
Desde 2008, las constructoras estaban sensibles porque los bancos les cerraron la llave del crédito principalmente por la crisis financiera originada en Estados Unidos en el sector inmobiliario, así que la nueva política de vivienda en México agravó su situación.
En 2013, el Gobierno anunció algunas medidas que tenían por objetivo concentrar el desarrollo de la vivienda en zonas cercanas a los centros urbanos y de trabajo, de manera que otorgó beneficios en forma de subsidios a las empresas que construyeran casas dentro de ciertos perímetros geográficos.
Geo tenía algunas reservas territoriales y desarrollos fuera de esos límites. A eso se sumaron cambios en las reglas para entrega de los subsidios y mayores requisitos para otorgar crédito hipotecario a personas.
Los desarrolladores enfocados a la vivienda de interés social con subsidio tienen un ciclo de producción donde se requiere producir y dejar congelada la vivienda algunos meses para luego formarse a la cola de los subsidios, lo cual demanda una necesidad de capital de trabajo importante.
En Morelos, Casas Geo llegó a liderar la industria de la construcción, siendo la consentida del gobierno estatal, pero sobre todo de los Ayuntamientos, que recibieron millones de pesos en pago de derechos… y de moches.
Era tanta la influencia de Casas GEO que hicieron un proyecto sin precedentes: la Geopolis. Así se llamaría una ciudad que estaría ubicada en la parte sur-poniente de Cuernavaca y norponiente de Temixco, y que sería conectada a la autopista del Sol por un enorme puente.
De hecho, parte de las casas se construyeron (no sólo por GEO sino también por otras compañías que se sumaron al proyecto) pero entonces vino la debacle financiera, se canceló el proyecto de la Geopolis y el puente, aunque se concluyó, ya no conducía a ninguna parte.
¿A qué se debió la quiebra de Casas Geo y otras compañías dedicadas a construir casas?
Jorge Salgado Ruiz, delegado del Infonavit en Morelos, nos explicó que la crisis inmobiliaria fue un fenómeno mundial que afectó a todas las empresas que se dedicaban a obtener “créditos puente” con el supuesto objetivo de resolver el problema social de la vivienda.
Sí, por increíble que parezca, estas constructoras desarrollaban unidades habitacionales y lo que menos les importaba era que se vendieran.
Pero no sólo fueron factores externos los que propiciaron su desaparición, sino la corrupción al interior de la empresa.
“Trabajar ahí más de 12 años y vivir el auge y caída de esta empresa me trae muchos sentimientos encontrados, por una parte, les puedo confirmar que la visión de don Luis en efecto era crear comunidades sostenibles y sustentables, su preocupación real era generar comunidades que tuvieran todo a su alcance a un precio accesible, en gran parte se logró pero debido a factores socio económicos, políticos y culturales en muchos casos fue muy complicado mantenerlo. Los eventos de entrega eran genuinamente pensados en dejar una grato recuerdo y que al llegar a su hogar concretaran ese sueño de tener su propio espacio, al igual que los eventos realizados en festividades como día del niño, de las madres, de la comunidad, etc. Y sí ... las casas como muchas otras tenían detalles, pero nunca (al menos en mi experiencia) severos o que no pudieran ser atendidos, y en cada caso no se escatimaba para realizar mecánicas de suelo, análisis estructurales o lo que fuera necesarios para solventarlos. Lamentablemente por otro lado muchos directores de proyecto crearon mafias y en complicidad con los "administradores de obra" realizaban robos a manos llenas, y esto se permeaba gerentes, encargados de licitaciones y residentes. Por otra parte, la cultura de no seguir las reglas demeritaba mucho los esfuerzos de mantener una sana imagen, la gente en muchos casos no pagaba mantenimiento, colocaba negocios informales, y por ende daba entrada a mafias de comercios ambulantes, tianguis y mototaxis, etc. (con la consecuente delincuencia que ello implica). Lamentablemente por la falta de recursos al final varios desarrollos quedaron inconclusos y son de los que hacen mención en los comentarios. Puedo decirles que al ser uno de los últimos 300 empleados de esta empresa que en su momento tuvo más de 40,000, me tocó vivir desde meses sin salarios hasta buscar soluciones sin recursos apartando de los propios, pero en general fue una grata experiencia de la que como muchos aprendí demasiado y agradeceré por siempre...”, escribió un extrabajador en Facebook.
Afortunadamente —salvo prueba en contrario— la corrupción se ha reducido en el Infonavit, o por lo menos “ya no es una institución hipotecaria, sino una institución de seguridad social que está para acompañar a los y las trabajadoras a lo largo de su vida laboral tratando de garantizar su acceso a la vivienda adecuada, de abatir el rezago la vivienda”, según nos comenta el delegado Jorge Salgado.
Explica que hoy el Instituto cuenta con un abanico de opciones para todas las posibilidades: ya no solamente se puede compartir el crédito con la esposa, sino también con el padre, el hermano; se puede adquirir un segundo crédito para comprar una casa, un terreno o bien remodelar la vivienda que ya se tiene.
Y según el delegado de Infonavit, también se aumentaron los “candados” para las constructoras, para que no vuelvan a ocurrir fraudes como los que hicieron Constructora Algez que dejaron sin hogar a decenas de trabajadores que confiaron en ellos y compraron en la Unidad Habitacional Tezontepec y después simplemente huyeron.
HASTA MAÑANA.