Luego del fallo del Instituto Nacional Electoral (INE) y el voto de los diputados federales a favor de la desaparición de los órganos autónomos, todo parece indicar que el presidente de la República consumará su venganza en contra de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que se atrevieron a enfrentársele. Es más, ya la dirigencia de Morena dijo que “le darán como regalo de despedida la aprobación de su propuesta de reforma para que los ministros, magistrados y jueces, sean electos por el voto popular”.
Esto último fue confirmado desde el sábado por el senador electo Gerardo Fernández Noroña en Tepoztlán, donde nos dio la primicia de que ya no pertenecerá al Partido del Trabajo, sino que se afiliará a Morena.
Y es que el pasado sábado 24 de agosto, quien esto escribe fue invitado a un “foro sobre la reforma judicial desde la perspectiva de los medios de comunicación”, organizado por Morena en el zócalo de Tepoztlán.
Ahí estuvimos en el presídium junto al polémico Gerardo Fernández Noroña y a Vicente Serrano, integrante de esa nueva especie de periodistas-militantes que han surgido de las redes sociales.
Siendo el primero en hacer uso de la palabra, tuvimos que aclarar que no acudíamos a hablar ni a favor de la reforma ni en contra de ésta. “Vengo a dar mi testimonio como un periodista que ha cubierto la fuente de tribunales durante 30 años y que para hacer uso del lenguaje correcto tuve que estudiar la carrera de Derecho y actualmente estoy por terminar la Maestría en Derecho Constitucional”, dije.
Algo que aprendí en esta dualidad de profesiones es que una cosa es aplicar la ley, y otra muy diferente es hacer justicia. Un maestro en la Universidad nos ponía un ejemplo: te contratan para practicar un desahucio, es decir, el desalojo de una persona que no ha pagado la renta, pero resulta que la inquilina es una señora de 80 años que no tiene dinero para pagar y no tiene a dónde ir. La ley le concede la razón al propietario del inmueble y lo autoriza a desalojar a quien esté ocupando su casa, pero eso no sería para nada justo.
Ahora bien, también quiero decirles que a lo largo de 30 años de reportero judicial, he conocido jueces muy humanos, y también jueces muy corruptos, y que no creo que con la reforma judicial que pretenden hacer, (bueno, no pretenden, van a hacer porque esto ya está ordenado desde Palacio Nacional) se pueda eliminar la corrupción como por arte de magia.
En mi columna Estrategias que publico de lunes a viernes en el periódico La Unión de Morelos, he criticado la corrupción en los tres poderes y en los tres niveles de gobierno y presentado pruebas de que la justicia se vende por lo que se requieren cambios en las instituciones encargadas no solamente de la administración de justicia, sino también en la procuración de la misma. Y créanme: en el Ministerio Público también se vende la justicia y no veo que estén pidiendo la destitución de todos los fiscales federales.
Por eso es que nos hemos pronunciado, no en contra de la reforma judicial, sino de lo que hemos llamado la apresurada y partidizada reforma judicial que pretende destituir a más de mil 600 jueces de distrito, magistrados y ministros, para dar paso a las personas que habrán de sustituirlos, mediante el voto popular.
Recordemos que, en su primera entrevista como presidenta electa, el 3 de junio pasado, Claudia Sheinbaum aseguró que, antes de debatirla en el Congreso, quiere que la iniciativa se conozca. Se hará “una discusión muy amplia” no sólo en sede parlamentaria sino en las universidades, entre gremios de abogados, los propios jueces y los trabajadores del Poder Judicial, señaló. “Ambos estuvimos de acuerdo en que sea así”, afirmó en referencia a López Obrador.
Al ser cuestionada sobre si aceptaría cambios al proyecto del actual presidente, dijo que eso se decidiría después de abrir el debate, pero afirmó que querría que fuera una de las primeras en ver la luz y que confiaba que se aprobara en septiembre o “por lo menos en los primeros meses” de su gobierno.
Pero inmediatamente el presidente en su mañanera siguiente dio la orden: La reforma va y la quiero antes de irme. Y ese mismo fin de semana hicieron dos encuestas que concluyeron que el 95 por ciento de la población está inconforme con la actual forma de impartir justicia.
Y por eso estamos todos aquí, como ya estuvimos en otras plazas públicas (y digo estuvimos porque yo acudí como reportero, no como panelista), porque la reforma judicial se hace porque se hace. Ya lo dijeron ustedes: el pueblo manda, y el pueblo quiere que se vayan todos los ministros.
Yo acepté la invitación porque quiero que quede en las memorias de estos foros, que aquí estuvo un periodista morelense que manifestó su oposición a una reforma que debió socializarse más, porque los únicos foros realmente plurales fueron los que hizo esta semana la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos en la que participaron tanto abogados como sociedad civil, y se les dio espacio a los jueces de distrito y magistrados.
Les puedo decir que a todos los servidores públicos que conozco han empezado como oficial judicial y de ahí van escalando puestos hasta llegar a secretarios de acuerdo y a base de exámenes de oposición y concursos de méritos pueden ocupar una plaza como juez de Distrito o magistrado de Circuito. Creo que para ser ministro de la Suprema Corte no requieren saber mucho, sólo tener mayoría de votos en el Senado.
Lamento mucho que el asunto se esté saliendo de control y convirtiéndose en la eterna guerra entre chairos y fifís, en un concurso de haber quien junta más gente y a ver quién grita más fuerte como lo veíamos en sus manifestaciones y marchas. Y si hace 40 años el PRI hizo lo que quiso con el país, y luego el PAN también durante dos sexenios, porque no habría de hacerlo ahora el partido que ganó las elecciones con millones de votos. Así es la democracia.
Hasta ahí mi discurso que pronuncié frente a un centenar de personas en el zócalo de Tepoztlán. Afortunadamente no fui abucheado ni obligado a retirarme. Después de mi participación vino Vicente Serrano a hacer gala de su dominio del discurso, a decir que es momento de definiciones y que los periodistas también debemos manifestarnos a favor o en contra de la 4T. Y él por supuesto que está a favor.
Luego el youtuber recurrió al viejo truco de preguntar al público si se sienten satisfechos con la justicia que reciben, y la gente al unísono contestó que nooooo.
Gerardo Fernández Noroña habló durante 40 minutos, haciendo un Stand Up en el que era coreado por la gente y hasta un par de chistes se aventó. Era como un pez en el agua.
Ahí entendí que no hay nada qué hacer. Estamos en sus manos y a ver en qué termina todo esto.
HASTA MAÑANA.