La sola designación de Édgar Maldonado Ceballos como fiscal general del estado no solucionará en automático los grandes problemas de impartición de Justicia en la entidad. Se requiere que se rodee de los profesionistas más eficaces en las diferentes áreas que tengan como consecuencia lo que todos los morelenses esperamos: resultados tangibles.
En honor a la verdad, no todo lo que hizo Uriel Carmona fue negativo. Su único problema fue haber emitido una opinión técnica cuando nadie se la había pedido, y que su teoría de que la joven Ariadna “murió por borracha” fue el tema perfecto para que una candidata presidencial se congraciara con el sector feminista que no la veía muy comprometida con ese sector.
Luego, ensoberbecido por su sapiencia jurídica y sus contactos en el Poder Judicial Federal donde trabajó por varios años, se empecinó en sostenerse en el cargo a pesar de que todos le decíamos que en lo legal tenía razón, pero en este país lo político termina por imponerse.
Tan es así, que en su lugar no llega el más preparado académicamente ni el de mayor experiencia en el rubro, sino el que mejor relación tiene con la gobernadora. Negar que Édgar es el abogado más cercano a Margarita González Saravia sería como querer tapar el sol con un dedo, además de que ambos lo presumen con orgullo.
Ahora bien, el hecho de que sea el abogado más cercano a la gobernadora tiene sus ventajas. Por principio de cuentas, habrá una comunicación directa y se terminará la mentira de que había coordinación entre las diferentes corporaciones cuando Uriel no estaba en las Mesas de Coordinación para la Construcción de la Paz.
Se da por hecho que, si el 100% de los diputados votaron a favor de Édgar Maldonado, que fue propuesta de la jefa del Ejecutivo, no habrá ningún impedimento para que lo sigan apoyando en lo que les pida. Lo ideal sería que a cambio de nada, pero ya sabemos que eso es prácticamente imposible.
El candidato idóneo para ocupar el cargo lo era el abogado Fernando Blúmenkron Escobar, quien ocupó la titularidad de la institución por unos meses cuando tenía 33 años (el hoy fiscal iba en la Primaria) por la insólita circunstancia de que el procurador Carlos Peredo Merlo fue detenido en la ciudad de México.
Fernando ocupó varios cargos en la entonces Procuraduría estatal, y posteriormente estuvo en un puesto de primer nivel en la Procuraduría General de la República. En experiencia se lo lleva de calle, por lo que esperamos que lo pongan en una posición en la que se aproveche toda su capacidad.
Hasta donde sabemos, el nuevo fiscal pidió a todos los actuales servidores públicos que continuaran en sus puestos hasta el mes de marzo. Mal hubiera hecho si llegara corriendo gente para poner a la suya pues provocaría un caos en la institución.
El exconsejero jurídico llegó únicamente con su fiel escudero, Víctor Rogel Gabriel (secretario municipal de Jiutepec durante el trienio de José Manuel Agüero Tovar); Blúmenkron Escobar y Leonel Díaz Rogel, quienes no tienen claro qué plaza van a ocupar ni en lugar de quién.
Obviamente que se respira un ambiente pesado en las nuevas instalaciones de la FGE en Temixco desde el jueves de la semana pasada, cuando corrió como reguero de pólvora la noticia de que Uriel Carmona estaba siendo destituido en el Congreso. A partir de las 17 horas todo fue confusión por cuanto al nuevo fiscal: que si llegaba Hugo Bello, que si Adriana Pineda; hasta Jorge Gamboa fue mencionado. Finalmente les llegó la noticia de que el nuevo titular es Édgar Antonio Maldonado Ceballos, y todos empezaron a poner su nombre en Google para saber de quién se trataba.
Por la noche del jueves Uriel Carmona llamó a sus más cercanos colaboradores y se despidió de ellos, de tal manera que, a las 10 de la noche que llegó el joven fiscal acompañado por el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Miguel Ángel Urrutia, la gente estaba en sus oficinas, no así Carmona Gándara, quien por ley tiene derecho a un grupo de escoltas y un permiso para portar arma.
En los siguientes días la escena ha sido la misma: una larga fila de aspirantes en espera de ser recibidos, mientras que los funcionarios que quedaron de la anterior administración hacen su trabajo pero a sabiendas de que en cualquier momento pueden ser llamados a entregar su renuncia.
Los “ajustes de cuentas” están a la orden del día. Textos anónimos subidos a redes sociales (principalmente Facebook) sacan sus “trapitos más sucios” a la luz pública, recomendando al nuevo fiscal no contratar a fulano o sutano. Los abogados litigantes dan “santo y seña” de aquellos agentes del Ministerio Público que les negaron alguna resolución o les pidieron dinero.
Uno de los escándalos más difundidos fue el de un elemento de la Agencia de Investigación Criminal que fue comisionado por el fiscal a la seguridad de una candidata (y no precisamente de Morena) donde tuvo problemas con otro escolta y que por alguna razón lo querían despedir. En la carpeta de investigación FECC/337/2024-7, están todos los datos en los que refiere que fue llevado con engaños a las instalaciones del C3 para realizarle un examen antidoping, y que al negarse lo privaron de la libertad durante varias horas.
La tarea de Édgar Maldonado no está fácil. Hay una sociedad ávida de justicia y harta de pretextos como los que hemos venido escuchando. Existe una larga lista de homicidios y feminicidios sin resolver, y que por mucha buena disposición que tenga Édgar Maldonado no podrán ser esclarecidos si no tenemos investigadores profesionales.
HASTA EL LUNES.