Cuando Cuauhtémoc Blanco asumió la Gubernatura del Estado de Morelos no se tuvo que quebrar la cabeza pensando a quien poner en la Comisión Estatal de Seguridad Pública. La orden provino directamente de la Presidencia de la República por recomendación del secretario de Marina en la persona del vicealmirante en retiro José Antonio Ortiz Guarneros, originario de Veracruz.
Así, de la misma manera que con el gobernador Jorge Carrillo Olea el estado de Morelos se vio invadido de militares, con Ortiz Guarneros la institución encargada de la seguridad se vio colmada de marinos, con la característica de que la mayoría de ellos había trabajado en el Gobierno de Javier Duarte, hoy preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
A saber: Dino Rafael Gutiérrez Hernández, director general del Centro Estatal de Análisis de Información sobre Seguridad Pública; Luis Enrique Barrios Ríos, director general de la Academia Estatal de Estudios Superiores; Juan Pablo Roldán Minero, director de la PIBA (teniente del Ejército, recomendado por el almirante Sergio Lara Montellanos, gran amigo de Guarneros); Merary Pimentel Laínez, directora de Asuntos Internos; Shalom Yesabet Prince Jiménez, directora del C5; Raúl Gómez Cruz, director general de inteligencia policial; Carlos García Cruz, coordinador operativo de seguridad pública; Alfonso Moreno Tacuba, director general de Unidades Especiales.
En el primer año del sexenio cuauhtemista estuvo como segundo al mando el capitán de la Marina, Federico Rivas Valdés, quien fue escolta personal de Javier Duarte y posteriormente subsecretario de Seguridad Publica en Veracruz.
Los únicos que no trabajaron con Javier Duarte fueron los contralmirantes José Manuel Rodríguez Morales, y el capitán Mario Isaac Vargas Santomé, en quien el titular de la CES depositó toda su confianza. Así, con todo ese equipo el sexagenario almirante pudo pasarse seis años prácticamente de vacaciones.
La relación SEMAR-CES incluyó que un destacamento de marinos estuviera en forma permanente en territorio morelense. En ese tiempo fue cuando circuló la versión de que en Morelos había policías de primera y policías de segunda. Los de primera eran los marinos, que recibían su sueldo de SEMAR y aparte una compensación como policías estatales. Vivían cómodamente en la Academia de Policía de Alpuyeca y sólo recibían órdenes de Ortiz Guarneros o Santomé.
Por recomendación de Federico Rivas se integró un grupo especial de marinos para “trabajos especiales” que operaban en una casa en Cuernavaca, mismo que quedó a cargo de Raúl Gómez (apodado El Piloto) cuando Rivas Valdés se fue a Sinaloa. Los pocos policías morelenses que eran llamados a integrar ese grupo desempeñaban funciones secundarias, principalmente como escoltas y choferes de los marinos.
Uno de esos elementos “de segunda”, nos narró la siguiente historia:
Una noche de viernes del mes de marzo del año 2021, aproximadamente a las 20:30 horas, en el municipio de Cuautla, se llevó a cabo un operativo ordenado por el Jefe de región, un Marino de apellido Santiago, en el cual participaron elementos de la Policía Morelos (policía municipal y Policía Estatal).
Aproximadamente a las 21:30 horas y durante el desarrollo del operativo tienen a la vista dos masculinos, en una calle de alguna colonia de Cuautla que según estaban en "actitud sospechosa" y como se niegan a identificarse los detienen, lo que genera una confrontación entre los policías y los dos masculinos, a los cuales someten con mucha violencia y les ganan por ser mayoría, y se los llevan a la Base de Tetelcingo por órdenes del jefe de Región, el marino Santiago.
Durante el trayecto los llevan en la batea de una de las camionetas y les van pegando entre los municipales de Cuautla y policías estatales (escoltas del Marino jefe de región).
Cuando llegan a la base de Tetelcingo los siguen golpeando y los tienen esposados de manos, los meten a una celda e incluso uno de los policías les rocía gas a los dos detenidos, y al revisar entre las pertenencias de uno de ellos, en una bolsa tipo mariconera encuentran una pistola Glock calibre 9, pero es de las que trae marca de la SDN (o sea es de las que vende la Sedena) y es hasta ese momento que se ponen a averiguar la identidad de los detenidos, y es cuando se dan cuenta que se llevaron detenidos a un policía de investigación criminal de la UECS (antisecuestros) y el otro masculino que al final resultó ser de inteligencia militar comisionado.
El jefe de Región Santiago hace llamadas para informar a la CES lo que pasó, la CES le indica que van a realizar la identificación del policía con la Fiscalía y que mientras los tengan ahí, y los revise un médico.
El jefe de región le ordena a un policía que ya no les peguen, que pidan una ambulancia para que los valoren y que esperen indicaciones; entre que confirman la identidad del policía de nombre César N, (el otro se negó a proporcionar sus datos)es que llega la ambulancia del municipio de Cuautla y los revisan a los dos, siendo el policía de investigación el más golpeado ya que fue el que más pelea les dio, incluso esposado les decía que lo soltaran y a ver si de a uno por uno eran tan machitos los policías.
Como a las 23:40 horas -y después de que se confirma la identificación de los detenidos- que la Fiscalía solicita su liberación, el jefe de región ordena que se vayan todos los policías municipales de Cuautla involucrados de la Base Tetelcingo, y pide a sus escoltas que suban a los "detenidos" a su patrulla y se los llevan a entregar a Cuernavaca a la Fiscalía y que la Fiscalía se hará cargo de tomar medidas por el comportamiento de su elemento y su acompañante.
Cómo una semana después, me tocó estar en la ciudad judicial de Cuautla dando custodia en las audiencias de juicio oral y me encontré a este agente César y me contó que lo dejaron en su Fiscalía en Cuernavaca y que lo tuvieron ahí como 20 minutos nada más y que ahí le dijeron que no hiciera pedo y ya, que dejara así las cosas.
En varias ocasiones los marinos cometieron abusos, pero siempre estuvieron protegidos por sus jefes, a través del Departamento de Asuntos Internos que encabezaba Merary Pimentel, y cuando ya no podían cubrirlos más, le echaban la culpa a los policías locales y los marinos se regresaban a la SEMAR con un documento que decía que su comisión en Morelos había terminado.
HASTA MAÑANA.