Ese día, muchas familias de esa zona tuvimos que esperar durante horas la llegada de los miembros que venían en camino y que se quedaron prácticamente varados a bordo de sus vehículos sin poder entrar por el único acceso a Alta Vista, Margarita Maza, Santa Fe y anexas, que es la calle Zacatierra. Superadas las vicisitudes, el tema de sobremesa invariablemente fue la balacera y las diferentes versiones que corrían hasta ese momento, así como el número de víctimas.
Pero las frases de disgusto y el clima de tensión que se vivió esa “nochebuena” (sin piñatas en las calles, que lucieron desiertas toda esa noche) fue lo menos que padecimos los vecinos de la zona poniente de Cuernavaca en comparación con otros que tuvieron la desgracia de estar en el lugar y la hora equivocados.
Una señora con dos niños que viajaba a bordo de un taxi pasó la más amarga de las navidades. Según lo relató más tarde el chofer del taxi, justo cuando pasaban por el llamado “columpio” de la colonia Zacatierra, quedaron en medio del fuego cruzado entre un convoy de camionetas que venían bajando de Alta Vista y unas patrullas que venían de la Carolina.
Por suerte, tanto la señora cargando a sus hijos como el resto de los automovilistas que quedaron en medio de la balacera, pudieron salir y correr rumbo a una privada sin ser víctimas de los disparos. Traumados de por vida y quizás con diabetes pero sobrevivieron, no así la radioperadora del sector policiaco de la Carolina que, sin estar en la línea de fuego y por lo tanto desarmada, fue abatida por un sicario que iba en huida y le disparó simplemente porque la vio con uniforme de policía.
"En el Hospital General había personas de comunidades indígenas con bebé enfermo que salieron a comprar medicinas y ya no les permitían ingresar, se escucharon disparos, todo mundo se tiró al suelo, los policías les dijeron que subieran todas las visitas al segundo piso y luego los bajaron al sótano, donde permanecieron hasta las 8 de la mañana siguiente, en medio de la confusión y el temor”, narró una persona en internet.
Y seguramente todos los cuernavacenses, sobre todo aquellos que tienen el vicio del “twitter”, vivieron la zozobra que provocaron mensajes que hablaban de más disparos por diferentes puntos de la ciudad, lo que prácticamente impuso un “toque de queda” en toda la capital morelense.
Ese día, quien esto escribe tuvo la necesidad de trasladarse, poco antes de la medianoche, de Alta Vista a Jiutepec. Salimos por Zacatierra, donde ya habían levantado los cadáveres, llegamos hasta el cruce conocido como “El Triángulo”, volteamos hacia la derecha y estaban patrullas cerrando el paso, volteamos hacia la izquierda y también. Del lado izquierdo era lógico, pues estaban resguardando el sector policiaco donde horas antes habían asesinado a una mujer.
Pero ¿Qué cuidaban las patrullas apostadas casi frente al Colegio Don Bosco? Hoy sabemos que protegían la casa del entonces gobernador Marco Adame Castillo.
A dos años de distancia de los fatídicos acontecimientos aún no podemos saber qué sucedió exactamente. Pero de acuerdo a la versión recogida entre elementos de la Policía Municipal de Cuernavaca, los hechos ocurrieron de la siguiente manera:
Una patrulla circulaba por la avenida principal de la colonia Alta Vista, la Otilio Montaño, una cuadra arriba del mercado municipal. Los policías vieron un convoy de seis vehículos entre camionetas y autos compactos, con un BMW color blanco al frente, saliendo de la calle Emiliano Zapata. De las camionetas se bajaron hombres cargando armas largas y portando “pecheras”, encañonaron a los uniformados y los desarmaron.
Acto seguido el convoy continuó su marcha y se detuvo frente al mercado municipal, entraron a un establecimiento comercial que se encuentra enfrente y sacaron a dos jóvenes.
Ya para ese momento los policías desarmados se habían comunicado a su base para informar de lo sucedido, y una patrulla se aproximaba por la parte sur de la avenida Otilio Montaño.
Se encuentran de frente con el convoy y sus ocupantes comienzan a disparar contra la unidad oficial, cuyos ocupantes tratan de ponerse a salvo. “No disparamos al principio porque los sujetos venían vestidos como ministeriales, hasta que ellos nos atacaron con los “cuernos de chivo”, comentaría más tarde un elemento.
Los agredidos avisan a su base que el convoy va hacia el sur e invariablemente tendrían que salir por la calle Cerezos (única salida al resto de la ciudad). Más unidades se suman al apoyo de sus compañeros, encontrándose de frente justo en la parte más baja del llamado “columpio de Cerezos”, donde se registra el intercambio de disparos más fuerte.
En la refriega quedan muertos dos de los sicarios y sus compañeros optan por bajar de sus vehículos y correr por las escaleras que dan al Salto de San Antón, donde son perseguidos y detenidos.
Pero dos vehículos del convoy, un BMW blanco y una camioneta logran burlar el cerco policiaco. Llegan frente al parque de beisbol, el coche toma hacia su izquierda y huye, en tanto que la camioneta vira a la derecha justo cuando vienen llegando en sentido contrario otra patrulla municipal y un motociclista.
De manera circunstancial la camioneta de los sicarios queda justamente frente al Sector de la colonia Carolina. Del lado del copiloto sale un sujeto y se introduce a la base policiaca donde no había más elementos que la radioperadora, en tanto que el conductor de la camioneta trata de escapar corriendo por enfrente y es abatido a unos pasos de un establecimiento de pañales. Hoy se sabe que ese era el jefe del comando, identificado como Baltazar Moreno Mora, policía ministerial en activo en el estado de Guerrero.
El otro entra al sector de la policía y le dispara a la radioperadora, quien queda herida de muerte. Sale a la parte trasera de la base, salta una barda con malla y cruza el campo de beisbol, hasta alcanzar la privada Paseo de Salto Chico, donde más tarde es detenido.
Por la mecánica de los hechos y la característica de que todos los miembros que conformaban el comando armado son fuereños, se presume que el sicario entró al sector policiaco para huir de los disparos de los policías que venían en la patrulla, no con la intención de atentar contra el personal de la mencionada dependencia oficial; es decir, no sabía que era una base policiaca y le disparó a la mujer por el uniforme que portaba.
Vale la pena mencionar, que de acuerdo a los testimonios de los policías municipales, los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal no participaron en los enfrentamientos con los sicarios, sino que llegaron después sólo a apoyar en la persecución pié-tierra a los delincuentes y en la revisión de vehículos sospechosos.
Habrían sido ellos quienes por equivocación dispararon contra Eliseo Gaona y Silvia Saavedra, quienes viajaban a bordo de una camioneta Ram roja, la que incluso fue presentada a los medios de comunicación como parte de los vehículos decomisados al comando armado.
El hijo de Eliseo Gaona, quien es maestro en el municipio de Jonacatepec e iba en la unidad automotriz junto con sus padres cuando sucedieron los hechos, narró que los policías dispararon contra la camioneta pese que ellos les gritaban que eran maestros sin que les hicieran caso. Esto provocó que Eliseo, quien iba manejando, resultara herido de gravedad y la profesora Silvia Saavedra recibiera un balazo en la pierna.
No obstante que mostraron las credenciales tanto del hijo como de los padres a los uniformados, aun así la policía decomiso su camioneta y la presentó como una más de los supuestos integrantes del crimen organizado.
El balance que hizo el gobierno del estado advertía que “de las 21 personas lesionadas, de las cuales 9 son civiles, fueron atendidos de manera pronta en diferentes instituciones de salud, en particular y por su gravedad a 2 profesores jubilados, quienes por indicaciones del gobernador Marco Adame, se está proporcionando la atención médica necesaria para lograr su pronta recuperación, caso que también a ameritado desde el primer momento, una permanente comunicación con los representantes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE)”.
Han pasado dos años de esa “amarga navidad” y desgraciadamente las cosas no han cambiado mucho. A pesar de los esfuerzos del proyecto llamado “Mando Único”, los diferentes grupos de la delincuencia organizada se siguen disputando el territorio.
Una prueba de ello fue el ataque al salón de fiestas “Primavera” de la colonia Las Granjas el pasado sábado. Tenemos datos sobre el acontecimiento que nos dejaron horrorizados, pero que abordaremos en próximas entregas.
Por lo pronto, y dadas las circunstancias, no nos queda más que desear a todos nuestros lectores no solamente que tengan una feliz navidad, sino que la vivan en paz. No más violencia por favor.
HASTA EL JUEVES