La narración de los custodios evidencia una fuga fácil, sin complicaciones, quizás porque los guardias no reúnen el perfil para desempeñar un cargo de tal responsabilidad, o posiblemente porque les convino aparentar ingenuidad a cambio de algún beneficio. Sólo ellos lo saben; de todos modos el delito de evasión de reo no es considerado grave y por lo tanto la cárcel preventiva es a criterio del juzgador.
Pero entender la situación de un empleado penitenciario hay que conocerlos a fondo. El celador o celadora no está ahí por gusto. Nunca encontrará a ninguno que le diga que cuando era niño (a) soñaba con trabajar en una cárcel. Todos están ahí porque no tuvieron otra opción.
Su vida no es nada fácil. La única diferencia entre un reo y un custodio es que el segundo sale cada dos días a ver a su familia, pero vive encerrado, presionado por sus jefes, con un salario de hambre y con el riesgo de no sólo perder el trabajo, sino incluso quedar bajo proceso, cuando a alguien se le ocurre salirse de la cárcel.
Por eso en muchas ocasiones no son cuidadores de los reos, sino sus sirvientes. El custodio agradece los 10 pesos que le pueda dar el interno por llevar un recado, o los 20 pesos por introducir un disco compacto con películas o música.
Es muy posible que así se hayan ganado la confianza del custodio del Dormitorio 4 donde estaban recluidos Hilario Montaño Montes, Ulises Jonathan Bobadilla Medina, y los hermanos Santiago y Antonio Domínguez Vázquez. Cuando le gritaron desde adentro, el hombre no entró a la defensiva sino con exceso de confianza, siendo fácil para los reos someterlo y dejarlo amarrado debajo de los lavaderos del área común del dormitorio. Estos custodios no usan arma de fuego.
Previamente, los hoy fugados (uno de ellos occiso, pero cuya historia abordaremos aparte) se las arreglaron para introducir poco a poco y con la complicidad de sus compañeros de dormitorio, pedazos de madera y alambre con lo que formaron tres escaleras de tres metros cada una. Fue fundamental para esta operación contar con una herramienta especial para cortar alambre, misma que sirvió también para cortar la malla que separa el dormitorio cuatro del llamado “círculo de seguridad” y enseguida otra que permite llegar a la zona llamada “de hombre muerto”.
La falta de suficientes lámparas en esa zona permitió que los responsables de la video-vigilancia no se percataran de los cuatro hombres que traspasaron la primera malla ciclónica y después la segunda. En la punta iba un sujeto armado únicamente con alicatas, y atrás tres hombres, cada uno cargando una improvisada escalera.
La seguridad del círculo previo a la “zona de hombre muerto” consiste en un vehículo que recorre cada media hora todo el perímetro, pero sus recorridos son sistemáticos, así que cuando vieron pasar la camioneta del custodio, supieron que tenían 30 minutos antes de que volviera a pasar.
Así, tuvieron el suficiente tiempo para ensamblar las tres escaleras y llegar hasta la cima de la barda de nueve metros. ¿Cómo evadieron la cerca de navajas que circula toda la barda del penal? No se sabe cómo, pero estos reos sabían que la cerca de navajas no está fija en la barda, por lo que sólo utilizaron un palo de madera para abrir un espacio entre la barda y la cerca. De ahí solamente tuvieron que atar una cuerda para deslizarse como si fuera un acto de rapel hasta llegar al otro lado de la barda donde solamente hay maleza.
¿Y los custodios que estaban en la Torre de Vigilancia y que se encargan de dispararle a cuanta persona pise la “zona de hombre muerto”?
Hay dos circunstancias que les favorecieron a los perpetradores de la fuga: la primera es que quienes estaban a cargo de la torre seis no eran custodios sino custodias. La segunda es que las dos mujeres estaban cumpliendo un turno no de 48 horas como está contemplado, sino de 72 horas, es decir, en teoría llevaban casi tres días sin dormir.
La razón es que existe una costumbre que ya se hizo ley entre los custodios: la mitad se queda tres días de guardia mientras la otra mitad disfruta la navidad con su familia, y luego cambian para que los primeros puedan pasar el año nuevo sin limitaciones de tiempo.
La fuga se dio el dos de enero entre las 12:40 y la una con veinte minutos de la madrugada, así que es entendible el nivel de cansancio que tenían las dos mujeres cuyo deber era vigilar la zona por donde pasaron los reos en su huida.
Pero no solamente ellas dormían. También hacía lo propio el custodio encargado de realizar los rondines. “A las 12:40 terminé mi rondín, le entregué las llaves a mi compañero y me acosté a dormir”, declaró ante el Juez.
Dormía también el subjefe de turno y el jefe de turno. Todos llevaban casi tres días sin dormir a cambio de haber disfrutado previamente de tres días sin trabajar.
¿Y el centro de videovigilancia? Los directivos admitieron que son pocas las cámaras que sirven, y lo más seguro es que el encargado del monitoreo también haya estado dormido.
Así, los internos fugados llegaron hasta el exterior, recorrieron un kilómetro entre la vegetación y llegaron hasta donde, seguramente, los estaba esperando un vehículo. ¿Cómo se pudieron coordinar para saber dónde venían? Para quienes no lo saben, las principales compañías de telefonía celular tienen en el Penal de Atlacholoaya su mejor mercado de consumidores.
Durante la audiencia oral que se llevó a cabo en el edificio de Morrow, en el centro de Cuernavaca, el fiscal de la Procuraduría de Justicia cuestionó así a uno de los custodios:
-¿Notó usted algo extraño o inusual esa noche en el Penal?-.
- Hummmm. Si. El jefe de turno nos juntó a todos como a las diez de la noche para invitarnos a echarle más ganas a nuestro trabajo. Nunca lo había hecho.
Para atender el llamado de su jefe, los custodios desatendieron por espacio de hora y media su trabajo de vigilancia. Pero hasta ahora, al igual que el resto de los vigilantes, el jefe de turno está bajo proceso judicial pero en libertad.
Enterados de que uno de los fugados había sido recapturado, los abogados defensores de los custodios imputados solicitaron al Juez que lo llamara a comparecer en calidad de testigo de los hechos, al igual que la encargada de la dirección del Penal y otros funcionarios. Su declaración sería determinante para exonerar a aquellos custodios acusados injustamente.
Sin embargo, el día de la audiencia el personal del Juzgado dio cuenta al titular del mismo sobre la respuesta de la autoridad penitenciaria.
“El Centro Estatal de Reinserción Social Morelos ha contestado su oficio de requerimiento comunicándonos que no es posible trasladar al interno Hilario Montaño Montes para que comparezca en calidad de testigo en virtud de que éste ha fallecido”, contestó lacónico el oficial judicial.