Su cercano le hizo ver que no había de otra: o era él o era el otro, el que olía a campo, a caña, que manejaba recursos. Ya nos imaginamos: “Nosotros tenemos capital para invertir en la política. El decente, no”. Sí, había ahí, una persona honorable todavía al margen de las pretensiones perversas de la caterva de júniors con fragancias parisinas adquiridas en las mejores tiendas norteamericanas y europeas. Desde ese tiempo se hablaba de una cantidad fuerte, mucho muy fuerte, que le adjudicaban a uno de los hoy favorecidos, que repartía a quien podía: “si no me van a cumplir, fácil, que me regresen el dinero”. Eran varios millones de pesos, supuestamente, cuando menos para comprarse una casa de 25 o 35 de cifras de seis ceros en el lugar más exclusivo de la entidad, el que gusten.
¿Una sola mansión o el jefe de Emilio estuvo en el entendido? Quizá dos, todo esto en una versión de oídas, al calor de la tardanza y la consiguiente molestia por la falta de certeza en la sucesión. Caminaron los días, las semanas y unos cuantos meses, pero siempre vigentes y presentes la caña, el calor y los sabores de Zacatepec, de aquella mañana dominguera.
Tiempo cumplido, trabajo por hacer y la búsqueda de saldar compromisos, una de las pequeñas inquietudes en la intrincada cabeza del yuca Gamboa Patrón. Hasta que empezó el penúltimo capítulo de esta casi novela entre la verdad, la mentira y el engaño con una pizca de ficción. Guillermo del Valle, Amado Orihuela Trejo y Manuel Martínez Garrigós, citados a la sede de su partido para tomar decisiones.
Una mafia perfumada con intenciones elegantes, pero mafia al fin. La cita a los tres que fueron finalmente anotados para cerrar la contienda para nominar al candidato del PRI a gobernador de Morelos no era en el edificio principal del CEN del PRI, fue en uno de los sectores, manejado por el personaje que sin ser político—político ha detentado gran poder: Emilio Gamboa Patrón. ¿Cuándo militantes priistas de una entidad como la nuestra van a intuir que se van a pasar la noche en los sótanos de la SS del yucateco siniestro, todo un jefe de una organización finamente aceitada para hacer negocio con la política y los partidos, gobierne quien gobierne?
Llegaron cada uno por su lado y los sentaron directamente en el extraño lugar, los despojaron de cualquier aparato de comunicación, los revisaron como si entraran a un antro de moda o a una prisión de máxima seguridad y los acomodaron. Aire acondicionado fuerte, muy frío. Cámaras de televisión con hombres atrás filmándoles todos sus pasos. Silencio. La invitación a beber algo con trato también gélido. Comienza a pasar el tiempo. Una, dos, tres, cuatro, cinco, ¡ocho horas! Son las cuatro de la madrugada del día siguiente. El hoyo de Emilio era, en ese horario, más que un frío bunker. Las cámaras encendidas, los hombres detrás. Nadie de los que presuntamente resolvían les informaba algo. El trío de morelenses aguantando, haciendo suyo el principio del PRI: disciplina e institucionalidad.
En la parte superior, confortables, entre bebidas refinadas y buen ambiente, el cercano era informado por “su jefe” y lo volvemos a imaginar: “No te preocupes, ya están listos, el muchacho se va al congelador y a los otros los mantenemos cerca del horno. Usted tranquilo, Xicoténcatl te espera. Perdón, el nuevo edificio aguarda tu arribo, vamos a cumplir lo pactado, somos profesionales y Morelos también puede esperar al PRI, 12, 18 años. Usted tranquilo, querido, las noticias son excelentes, hemos hecho el trabajo, asustamos al que debíamos y se va a arrodillar, para ello tenemos otros especialistas como El Negro y El Chino”. Retumba en nuestra imaginación la respuesta que retrata en todo su ser a quien dijo: “¡Usted ordena, jefe!”.
Y empezaron las llamadas de júbilo, las que advertían “le dijimos al buey pero no entendía”. La mayoría en el DF, en Polanco, en San Jerónimo, en Las Lomas, otras a Miami, alguna a una capital europea. Todas coincidentes: “¡Ya Fregamos al chamaco!”.
Ese fue el primer asalto cuando en el sector popular del PRI nacional hicieron la operación quirúrgica que hoy los tiene ante una especie de Comisión de Arbitraje Médico porque no sólo dejaron al enfermo agonizante sino contaminaron a familiares, amigos y cercanos, tienen al PRI, para pronto, en estado crítico. Ya leemos lo que pasó la noche del miércoles, que dentro de lo que en estos casos puede llamársele normal no obstante los lesionados, enciende los focos rojos.
En el sótano de la SS de Emilio Gamboa Patrón y compañía, no entran llamadas ni se reciben, los aparatos están inhabilitados. Esta historia, como queda claro, está apenas en su inicio. Hay muchas interrogantes. Una de ellas es el por qué todos, los personajes en la búsqueda, se quejan del trato de Manuel Martínez Garrigós, de un mal trato extremo. Pobrecitos, están en la jugada del engaño desde Zacatepec y hoy son víctimas. El Modelo Gamboa, su SS y anexas.
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Hey
LO QUE SUCEDIÓ REALMENTE FUE QUE MMG SE PUSO LA SOGA AL… Compartelo!