¿Estado de guerra?, sí, así es, me lo afirma mi hermano después de haber asistido a una conferencia con el tema de la violencia. Más allá de las opiniones, de las declaraciones periodísticas, la definición formal: “se dice el de una población en tiempo de guerra, cuando la autoridad civil resigna sus funciones en la autoridad militar” o “el que según la ley se equipara al anterior por motivos de orden público, aún sin guerra exterior ni civil”. Las definiciones encajan perfectamente, por lo menos en algunos lugares del país. No se ha generalizado, pero en algunas poblaciones, unas cuantas si ustedes quieren, ha renunciado el total del cuerpo policiaco y se ha sustituido con la policía estatal o con el ejercito. En una población se habla de la renuncia de un grupo de médicos que laboraban en un centro de salud.
En el resto del país seguimos trabajando “normalmente”. Las escuelas, las universidades, las pequeñas y grandes fábricas, los hospitales, las minas, los campos agrícolas y ganaderos, los hoteles, los restaurantes, el comercio, el aparato de gobierno, los servicios: 45 millones de mexicanos seguimos trabajando a pesar de la economía adversa, a pesar de los dos millones de desempleados, a pesar del narco, a pesar del temor, a pesar de “la guerra”.
¿Qué hacer? ¿Qué debe hacer la población civil, cuándo de pronto, sin deberla ni temerla, se ven inmersos en la guerra o por lo menos en una situación en donde tiene un alto riesgo salir de noche, ir a lugares públicos como a un bar o a un estadio, o simplemente pasar por ciertos lugares?
Los muy pocos, aquellos que tienen recursos y ánimo para irse, pues simplemente se van. Ellos siempre se han ido de cualquier país, cuando hay peligro. Por supuesto, la mayoría no tiene suficiente dinero para irse a un “lugar más seguro”, menos para contratar un guardaespaldas ni para comprar una arma para defenderse. Estos se quedan; nos quedamos. Seguimos trabajando, seguimos viviendo “normalmente”, sólo esperando no ser parte de la estadística.
Recuerdo a un compañero de trabajo, cuando teníamos problemas muy críticos, me decía, ¡es “La Guerra”, Arnoldo!, ¡hay que resistir! Y resistíamos. Después vendarán tiempos mejores, pensaba yo. Y sí, en efecto, después de tocar fondo siempre han venido tiempos mejores. Pero resistir definitivamente no implicaba “hacer nada”. Al contrario implicaba emplearse a fondo para encontrar las mejores soluciones con las peores condiciones. Viene a mi mente La Résitance française. No habiendo podido contener el avance alemán, con el país tomado, con el Servicio Secreto nazi encima, sin recursos, “La Resistencia” francesa, siempre arriesgando la vida, realizaban “acciones de información, sabotaje y operaciones militares contra las tropas de ocupación y contra las fuerzas del régimen de Vichy”. También realizaban “acciones civiles y no violentas, como la existencia de una amplia prensa clandestina, la difusión de folletos, la producción de documentación falsa, la organización de huelgas y manifestaciones, la puesta en marcha de múltiples redes para el salvamento tanto de prisioneros de guerra evadidos y de judíos perseguidos”.
¿Qué movía a los integrantes de La Resistencia? Pues simplemente una “ACTITUD” de querer cambiar las cosas a como ellos consideraban deberían ser. Es decir, simplemente a tener un país libre, poder llevar una vida digna, de trabajo, de autodeterminación y para ello, como lo comenté antes, pusieron en juego nada más ni nada menos que sus propias vidas. Pienso que esta clase de “ACTITUD” de La Resistencia Francesa debe ser la que inspire a nuestra forzada “Resistencia”. Si sumamos, tenemos un país con un potencial de experiencia, conocimientos e inteligencia enorme. Tenemos que encontrar los mecanismos para aprovechar este potencial, para no sólo resistir, sino encontrar las soluciones a nuestros complejos problemas. Tenemos que tomar estos problemas en nuestras manos y resolverlos. Estoy seguro que lo haremos. Quizá algunos vayamos a caer en la batalla; no importa, lo esencial, lo importante es tener la ACTITUD para hacerlo. No hay opciones.