Sin embargo, ya no bastan los discursos y las promesas. No hay tiempo que perder. Ahora es tiempo de los hechos, de la ejecución responsable. Puede costar mucho, política, económica y socialmente al país, tomar decisiones que incomoden a los gremios sindicales, pero ya nos ha costado mucho más, no hacerlo. Seguramente, ahora que están de moda en las campañas los golpes de timón, quien llegue a la presidencia tendrá que actuar en consecuencia, si es que quiere ver un México próspero. Veamos algunos datos duros que nos permitirán entender el por qué es necesario que se asuman con responsabilidad, profundos cambios en el mal llamado sistema educativo nacional. Casi se tiene el 100% de cobertura a nivel básico, un 60% en el nivel medio y sólo un 30% en el nivel superior. Pero únicamente este último sector ha avanzado en la implementación de sistemas de evaluación de la calidad, sobre todo en las universidades públicas. En cambio en el nivel básico, el tema de la evaluación ha enfrentado enormes dificultades para su implementación. Nada menos, el día de ayer amanecimos con la noticia de la resolución que tomó el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el de la maestra Elba Esther Gordillo, respecto a la no participación en la evaluación universal de más de 550 mil profesores de primaria, a aplicarse dentro de dos meses por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el marco de la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE), suscrita entre el presidente Calderón y la maestra Gordillo. El principal motivo de rechazo a esta evaluación es la posibilidad de que los maestros se vean afectados en sus derechos laborales. No sé en qué medida esto sea así, pero no dudo que sí se afecten algunos derechos laborales de los maestros. Sobre todo, si queda en evidencia que muchos de ellos ya no cuentan con las herramientas ni con los conocimientos adecuados, actualizados, que hacen que los niños que cursan la primaria y la secundaria, carezcan de los conocimientos mínimos indispensables para proseguir adecuadamente sus estudios a niveles superiores. Si del resultado de la evaluación se toman medidas como el despido, ante la presencia de situaciones irregulares de los maestros que han sido protegidos por el SNTE o por las mismas autoridades, por supuesto que se afectarían sus derechos, porque no se ha actuado, desde hace muchos años, con el fin de corregir todas las anomalías en las que están involucrados maestros, sindicatos y autoridades. Hay que decirlo, esto es así, porque se dejó de exigir, de evaluar, se consintió por parte de la SEP, insisto no ahora, sino mucho tiempo atrás, por lo menos hace 35 años, que esto sucediera y se le cedió en parte el control, al SNTE. Y ahora hay que negociar con ellos y además, con los disidentes, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Hay que ver qué derechos se verían afectados, pues es posible que muchos de esos derechos tengan colapsada a la educación nacional. Cuando se ha dejado correr mucho tiempo y no se ha hecho un alto en el camino, y además se han dado concesiones desmedidas con fines políticos y económicos, sin considerar los aspectos estrictamente académicos, la posibilidad de revertir acuerdos y empezar a superar los daños ocasionados por ellos, será a un costo muy alto para el país. Esto será posible, siempre y cuando se tenga la voluntad política de resolver el desastre en el que está sumida la educación nacional. Simplificando, ¿Se tienen que respetar los derechos laborales aun cuando éstos sean causa directa o indirecta del desastre educativo? O bien, una vez identificados los derechos laborales que afectan el buen desempeño y la adecuada formación de los alumnos, éstos tendrán que ser transmutados razonablemente, compensados, por otros derechos que no afecten el aspecto académico. Por supuesto que no es tan sencillo. Hay temas políticos y económicos que si se mueven, provocarían un gran sismo en la república mexicana. Esto seguro que tiene un gran costo, pero no tan alto como lo tiene la incompetencia en las habilidades básicas que se muestran en los resultados de las evaluaciones que se aplican a los niños y las niñas del país. ¿Se tratará de una nueva alianza o de un golpe de timón, para el próximo sexenio? Ya lo veremos. ¡Hasta la próxima!
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