La semana pasada escribí sobre un tema que considero de máxima importancia para la educación superior, esto es, el proceso de internacionalización de profesores y estudiantes. Pasé de las etapas por las que ha transcurrido dicho proceso hasta una situación, que se está presentando actualmente en México y que considero digna de atención, como es la transnacionalización, principalmente en el ámbito de la educación superior. Todo en el contexto de la globalización del conocimiento. Señalé que se debe tener cuidado con este tema ya que puede generar una serie de problemas que van desde eventuales fraudes de instituciones extranjeras de dudoso valor académico que se van posicionando en nuestro país, hasta la transformación de pautas culturales, tradiciones y elementos de identidad nacional. John Daniel consideró, en 1997, que de acuerdo a la creciente demanda de jóvenes aspirantes a estudiar en las universidades y dada la evidente limitación de espacios para ellos, ni aún construyendo una universidad cada semana, se podría cubrir con la demanda que se tiene en algunas zonas, ese es el caso de México. Por ello la transnacionalización se convierte en una gran oportunidad de universidades extranjeras, ya que el sistema educativo mexicano, ni con las universidades privadas logra atender satisfactoriamente la demanda. Ya lo he señalado, sólo 3 de cada 10 jóvenes logran ingresar al nivel superior. Existen ya en México, instituciones educativas, sobre todo de Estados Unidos, que ofrecen dos años de estudios de una licenciatura en nuestro país, en una especie de sedes locales, y otros dos años de estudios en el vecino país, y con ello se obtiene un título de alguna institución americana, que no tiene reconocimiento por la propia secretaría de educación de aquella nación, y mucho menos tendrá reconocimiento de la propia Secretaría de Educación Pública mexicana. Esta alternativa de solución que encuentran algunos de los jóvenes excluidos, que se siente atraídos por obtener títulos de la nación más poderosa del mundo, sobre todo en la zona fronteriza, en realidad se trata de un verdadero fraude. Además de ser “rechazados” (yo prefiero decir, excluidos), son víctimas de la voracidad de quienes están al acecho para aprovechar las carencias de un país que no ha sabido plantear adecuadas soluciones para la educación de sus ciudadanos. No siendo suficiente el hecho de que la mayoría de las más de 2500 universidades mexicanas, entre públicas y privadas, no cuenten con los mínimos estándares de calidad, aparecen instituciones extranjeras que se aprovechan de la deficiente regulación del estado en esta materia y de la gran necesidad de espacios educativos que demandamos los mexicanos. En estos días nos encontramos que en distintas universidades públicas del país quedan sin acceso a las mismas cientos de miles de jóvenes. Nada menos se acaban de publicar los resultados de los exámenes de ingreso de la mayoría de las universidades públicas mexicanas. En la Universidad Nacional Autónoma de México, de casi 122 mil aspirantes, apenas pudieron aceptar alrededor de 11 mil, el 89.7% quedaron fuera; en el Instituto Politécnico Nacional, de cerca de 93 mil jóvenes que se examinaron, casi 70 mil son los excluidos; igualmente en la Universidad Autónoma Metropolitana, más de 50 mil hicieron el examen, 43 mil no pudieron ingresar. En Morelos, más de 6000 muchachas y muchachos no tuvieron el pase a la UAEM. Y en todo el país se replica esta situación, (salvo la Universidad Autónoma de Baja California Sur, que tiene el 100% de cobertura de su demanda). Claro que esta situación motiva la aparición de universidades privadas, tanto nacionales como extranjeras, más interesadas en el lucro, la comercialización y el mercantilismo, que en la cooperación y la necesaria complementaridad de las mismas con responsabilidad social. Por supuesto que tenemos universidades privadas que cumplen muy dignamente su función, son de altísima calidad y sus egresados tienen una formación integral, de nivel mundial. Algunas, incluso, ofrecen verdaderas becas tanto a jóvenes de bajos ingresos económicos como aquellos de excelente rendimiento académico. Pero las instituciones educativas transnacionales, en un país sin un adecuado marco normativo, sin una regulación y seguimiento de las mismas, sin una suficiente inversión en la universidad pública, pueden ser un verdadero problema social y económico para la sociedad mexicana. Es de esta manera como la transnacionalización, se convierte en un espacio que genera “educación chatarra”, como los alimentos de transnacionales de todos conocidos, que ya impusieron su ley y nos convirtieron en un país de obesos. Comida sin nutrientes. Educación vacía. ¡Hasta la próxima! Twitter: @Bilbao_pieldura E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
La Piel Dura
Lectura 3 - 5 minutos
La transnacionalización: Comida sin nutrientes, educación vacía.
“No se trata de endurecerse, sino de hacerse duros”
F. Truffaut.
Inicia sesión y comenta