Sin embargo, a los pocos meses de haber sido entronizado al frente del Ministerio Público, Castillo Pombo empezó a sufrir una andanada de cuestionamientos generados por su entonces coordinador de asesores, el ex alcalde temixquense César Cruz Ortiz. Acostumbrado al golpeteo político, este último personaje sugirió la utilización de mano dura y la gestación de manifestaciones artificiales en contra de los detractores naturales que allá y entonces le aparecieron al procurador, cuyo rol político (varias veces fue aspirante natural a la gubernatura) siempre lo colocó en la mira de la oposición. El titular de la PGJ le guardaba afecto y gratitud a Cruz Ortiz, pero tuvo que prescindir de sus servicios, al igual que los del entonces visitador interno de la Procuraduría, Carlos Roca Gómez, debido a lo mismo: las impugnaciones y los pleitos estériles con todo el mundo.
En este contexto, antes de actualizar la presencia de César Cruz Ortiz en el escenario político local, me referiré a la columna del 5 de noviembre de 2009, cuando recordé el nombramiento de Humberto Treviño, el 23 de mayo de 2007, al frente de Caminos y Puentes Federales (Capufe). Escribí: “Treviño estaba decidido a cambiar la imagen del organismo, considerado siempre una madriguera donde los altos funcionarios realizan pingües negocios al margen legal. Para sanear la situación financiera, Treviño ejecutó profundos cambios en los mandos superiores de la institución, siendo uno de los más importantes el de Carlos Roca Gómez, otrora director de Operaciones, colocando en su lugar a José Francisco Barrera Guzmán, quien había formado parte de la Dirección de Contraloría de Capufe sin tener jamás vinculación con su tristemente célebre antecesor. De hecho, la información contable que poseía, así como una investigación del Organo de Control Interno de Capufe, puso en aprietos a Roca quien, a pesar de presumir siempre una ‘estrecha relación’ con el ex presidente Fox, recurrió al amparo de la justicia federal a fin de no pisar la cárcel, de la misma forma en que hacía años lo hizo en el Estado de Guerrero”.
El 16 de noviembre de 2004, Francisco Gil Díaz, entonces secretario de Hacienda y Crédito Público, denunció ante el presidente Fox una serie de irregularidades en el manejo del dinero en las casetas de cobro de Capufe. Entre las revelaciones hechas por Gil estaba el hallazgo que la Secretaría de Seguridad Pública hiciera de comprobantes de pago previamente impresos por cerca de 100 millones de pesos. El entonces director de Capufe, Manuel Zubiría, contestó que, efectivamente, existían esos ilícitos en las casetas; que se había encarcelado a 50 personas por el delito e incautado equipos de impresión. Pero nunca cesó a Roca.
Y añadí el 5 de noviembre de 2009: “Todo lo anterior, que evidentemente quedó en la impunidad, debe interesarnos en los momentos de transición dentro del Ayuntamiento de Cuernavaca (Manuel Martínez Garrigós rindió protesta cuatro días antes), donde Víctor Hugo Andraca Dumit, ex secretario particular de Carlos Roca, ex encargado del despacho en la Subdirección de Seguridad y Salvaguarda y ex gerente de Servicios Especiales de Capufe, acaba de ser nombrado asesor de la Oficialía Mayor a cargo de César Cruz Ortiz. Evidentemente se trata de un pago de facturas, pues Andraca cobijó al ex alcalde años después de su defenestración en Temixco. Esto habla bien de él, pero no se extinguen los antecedentes negativos de funcionarios que, como el también ex director del Fideicomiso Acapulco (en 1997), vendió terrenos de manera ilegal”.
Así las cosas llegamos a la actualidad, cuando la posición de César Cruz Ortiz se tornó delicada debido a su presunto involucramiento en delitos electorales cometidos en Veracruz durante los comicios de febrero del año pasado. Verdad o mentira, aquellos hechos podrían alcanzar (gratuitamente) al alcalde de Cuernavaca, Manuel Martínez Garrigós, quien de esta forma llegó a la siguiente disyuntiva: seguir respaldando a determinados personajes por el pago de facturas o compromisos políticos -con el riesgo de salir bastante raspado-, o deslindarse de ellos una vez comprobada su ineptitud. No puede ni debe continuar al frente de la administración acompañado por una pléyade de inútiles que, además, le causan conflictos y daño de imagen. Ya les cumplió, pero ahora requiere oxigenar el gabinete municipal y los mandos medios. César Cruz Ortiz, por lo pronto y ante los huevazos, se deslindó de él. Faltaba más: debe ser fiel a su naturaleza. Desde luego, la oxigenación incluiría a Erick Salgado, presidente del PRI municipal, otro personaje que en un corto lapso le ha provocado serios líos al alcalde capitalino. Es ahora o nunca.