Quizás nunca imaginó que con su extraordinaria obra “El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde” (traducida por primera vez al idioma inglés en 1886) estaría prediciendo la conducta de muchísimos servidores públicos y políticos mexicanos del año 2012, de cualquier filiación partidista. Desconozco si sucede lo mismo en otros países, pero hoy me ocuparé únicamente de nuestra problemática. Dicha novela trata acerca de un abogado, Gabriel John Utterson, quien investiga la extraña relación entre su viejo amigo, el Dr. Henry Jekyll, y Edward Hyde, caracterizado por su misantropía (antipatía hacia el hombre como ser humano). El libro es conocido por ser una representación vívida de la psicopatología correspondiente al desdoblamiento de la personalidad.
En incontables ocasiones me he referido a la pérdida de espacios gubernamentales otrora ocupados por el Partido Acción Nacional (PAN) en la República Mexicana, lo cual tiene una explicación. No es fortuito que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el enemigo histórico al que sacó del poder presidencial en el año 2000 (así sucedió con el Ejecutivo morelense en la misma ocasión), haya recuperado los mismos cargos que perdió durante la denominada “alternancia en el poder” o el comienzo de la “transición hacia la democracia”. Y hacia allá se dirigen los priístas, en “la madre de todas las elecciones”, a desarrollarse el primero de julio del año próximo.
He plasmado conceptos sobre el doble discurso utilizado por infinidad de políticos, pero creo que, respecto al caso de quienes integran las élites del partido blanquiazul, hubo algo con mayor peso específico: la doble moral. Me parece que ambos factores contribuyeron a generar una vertiginosa decepción social, no sólo de la política en general, sino de los gobiernos panistas. Empero, es necesario enfatizar la doble moral, criterio aplicado con mayor rigor en un grupo (o individuo) que en otro. Es injusta porque viola el principio de justicia conocido como imparcialidad, la cual debería aplicarse a todas las personas, sin parcialidad, ni favoritismo; es una práctica que se condena, pero su empleo es común, sobre todo en los grupos políticos; va ligada a la hipocresía y, tocante a la política, con la mentira. Sin embargo, también está asociada con el tráfico de influencias gracias al cual, desde hace diez años a la fecha, crecieron los nuevos millonarios forjados al margen legal. Trienios van y sexenios vienen, pero el problema que siempre tendremos los mexicanos será toparnos con funcionarios y políticos multifacéticos, a veces inmersos en “la representación vívida de la psicopatología correspondiente al desdoblamiento de la personalidad”. Son personajes de Stevenson, pues. Y ahí vienen de nuevo.
Ante todo lo antes expuesto no me sorprende la pérdida de rentabilidad del PAN-Morelos, cuyo Consejo Estatal, en sesión extraordinaria celebrada el pasado 31 de agosto, abordó el tema de las alianzas con otras organizaciones políticas, ya sea en coaliciones o candidaturas comunes. Este trascendental paso, muy diferente a la arrogancia panista manifestada hace pocos años, significa que los blanquiazules están dispuestos a coaligarse con quien fuere para no poder la titularidad del Poder Ejecutivo, determinadas posiciones municipales y lo que les queda en el Congreso federal y el morelense.
Para el caso de la gubernatura, Acción Nacional “contenderá con su propuesta y estará abierto a la posibilidad de que otras fuerzas políticas se adhieran a ella, ya sea en formato de coalición o de candidatura común”. Es decir: tendrán su candidato, y si hay alguien que pretenda sumársele será bienvenido, aunque dentro de esta apertura todo podría suceder si dese los comités ejecutivos nacionales de los partidos “aliados” emana una línea opuesta. No me extrañaría ver al senador perredista Graco Ramírez Garrido en tal escenario, quien garantizaría una “tersa alternancia” en el Ejecutivo local. Al buen entendedor, pocas palabras.
En torno a ayuntamientos y diputaciones locales, el Consejo Estatal panista no eliminó la posibilidad de impulsar coaliciones o candidaturas comunes, ya sea con candidatos propios o surgidos de otros partidos; en todo caso se tomarán en cuenta las condiciones de cada localidad. Para finalizar este tema diré que, evidentemente, se trata de un paso histórico teniendo como principal actor a un partido rezagado cada día más en las encuestas y cuya élite le tiene pavor al PRI. Y tocante a los perredistas, algunos de ellos (verbigracia Graco Ramírez) están dispuestos a vender su alma al diablo con tal de ganar.
Finalmente diré que a la diputada local perredista Hortencia Figueroa Peralta le podría durar poco el gusto de presidir (a partir de ayer) la Junta Política y de Gobierno del Congreso local. El grupo parlamentario del PRI, aliado a varios legisladores que la víspera seguían haciéndose los occisos (entre ellos Luis Arturo Cornejo, de Convergencia), no cejará en su empeño por apoderarse de dicho órgano de control interno, dentro de un ámbito cuya principal característica (exceptuando honrosas excepciones) es la traición, la improductividad legislativa y el despilfarro de recursos. Hortencia encontró un Poder Legislativo en bancarrota. Todo el presupuesto de 2011 (alrededor de 289 millones de pesos) ya se gastó. Cornejo preside el Comité de Vigilancia, mismo que ha servido para maldita la cosa. Bueno, sí funcionó para simular eficacia en el combate a las corruptelas de diputados ajenos a los intereses colectivos. Dicho “legislador” convergente, de un momento a otro, pasará a ser “independiente”, aunque al servicio de la bancada tricolor. Después me referiré a los nuevos tránsfugas en el bajo mundo de la política morelense. ¿Son también personajes de Robert Balfour Stevenson? Me parece que sí.