Encontrarán ahí trabajos interesantes para comprender los procesos políticos. En la presente semana recibí el más reciente artículo de Eskibel titulado “Cuando la campaña negativa se vuelve letal”, cuyos principales párrafos transcribiré a continuación ya que tienen aplicación en el proceso electoral que desde el pasado 20 de abril comenzamos a percibir los morelenses, cada día con mayor intensidad y mayores ataques entre los contendientes. Se pregunta el experto: “Una duda suele flotar sobre las campañas electorales: ¿debemos atacar a nuestro adversario?”. Y contesta: “Responder que sí o que no marca el tono de la campaña y puede tener resultados fulminantes. Para ellos o para nosotros”.
2.- “El problema siempre aparece, aunque algunos lo nieguen. ¿Debemos atacar? Algunos se lo plantean porque van perdiendo, otros porque van ganando y quieren asegurarse, algunos más porque quieren aprovechar un error importante del rival, otros porque es su estilo y su modus operandi habitual…Y si se llega a la conclusión de que debemos atacar… ¿cómo lo hacemos y cómo se pueden evitar las consecuencias negativas? Veamos algunos consejos al respecto”. El politólogo enumera siete factores de evaluación. 1) Prudencia. “Si la campaña va bien, ¿para qué arriesgar un violento cambio de escenario? Mejor seguir adelante tal como veníamos”. 2) Target. “Pensar siempre en el efecto psicológico del ataque. No solo el efecto mediático, la mayor o menor repercusión del tema en los medios de comunicación. Tampoco reducirnos al efecto sobre la psicología del adversario, el despertar de la ira o del temor en sus filas. Lo más importante es el efecto psicológico sobre nuestro propio electorado, sobre nuestro target, sobre el público que nos vota o que está más predispuesto a hacerlo. Porque si este público rechaza el ataque, seguramente el mismo será un fracaso. Un gran lío que solo nos hará perder votos”.
3.- Seguimos con el siguiente factor 3, vinculado al timing (o sincronización): “Manejo de los tiempos. Puede ser al comienzo de la campaña para desestabilizar al rival, puede ser al final para darle un golpe decisivo, puede ser como respuesta a un ataque de él. Pero debe elegirse el momento con conciencia y exactitud”. 4) Puntería. “Conocer a fondo el punto más fuerte del adversario y encontrar allí una debilidad implícita. Apuntar allí, en esa zona reducida y estrecha. Tal vez éste sea el secreto mayor”. 5) Contundencia. “En política no se toman prisioneros en materia de imagen. El ataque debe ser tal que no quede réplica posible. Si no es devastador, entonces hay que atenerse a las consecuencias”. 6) “Respaldo. Cuando se decide atacar hay que tener mucha solidez. Hay que estar preparado para recibir un ataque similar y sobrevivir a él”. Y 7) Velocidad. “El ataque debe ser rápido como un rayo. Y debe cesar instantáneamente una vez logrado el objetivo. Estas son algunas premisas importantes a la hora de atacar al adversario. Una tarea más difícil de lo que parece a primera vista, por cierto. Porque muchos políticos, tal vez demasiados, atacan a su adversario sin poder diferenciar su propio malhumor de una estrategia política efectiva. Atacan como quien da palos de ciego. Y la mayor parte de las veces no logran nada.
Una estrategia efectiva puede incluir campaña negativa, claro que puede. Y bien hecha, puede ser letal. Pero bien hecha”. Saquen ahora sus propias conclusiones, amables lectores. Favor de opinar.
4.- Cambiemos de frecuencia. Fue publicada la serie de reformas impulsadas por el Gobierno estatal y aprobadas por el Congreso, mediante las que se implementa el uso del llamado alcoholímetro. Es cosa de meses y labor de organización de los ayuntamientos para que esta medida se ponga en marcha, con la apertura de las instalaciones para recluir a los conductores que sean sorprendidos manejando sus unidades tras haber consumido determinadas cantidades de alcohol. Lo que alimenta la expectativa del alcoholímetro es el morbo que ya se saborea de cuando trasciendan los nombres de personajes conocidos en el mundo político o social del estado, o siquiera del centro de trabajo, de la escuela o del barrio, que vayan a dar con sus alcoholizados huesos al centro de detención que haga las veces del famoso “Torito” de la Ciudad de México. Y mientras en el gremio periodístico ya se cruzan apuestas sobre cuáles políticos serán los primeros “clientes” del alcoholímetro, habrá que recordar que el espíritu de la medida es reducir la incidencia de accidentes automovilísticos que protagonizan conductores beodos y que muchas veces tienen víctimas fatales.
5.- Por alguna u otra circunstancia, el Congreso local parece estar subestimando el polémico tema de la presunta incidencia de robo de infantes que se ha dado en las semanas recientes. Y que los diputados hagan mutis se pone más en evidencia cuando la titular de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos, Lucero Benítez Villaseñor, se ha lanzado a la yugular del secretario de Gobierno, Matías Quiroz Medina, para reclamar que en lugar de aparecer en público para minimizar esta situación que en redes sociales causa sicosis, que se aboque a investigar los numerosos casos de desaparición de menores, adolescentes y jóvenes que se conocen. Hay que recordar que Lucero y Matías traen un pleito casado que está latente, desde el caso de las balas de goma en la represión policiaca a comerciantes en la calle de Guerrero. El conflicto que la fémina tuvo con Jorge Messeguer se transfirió y se experimenta ahora en la gestión del ex presidente municipal de Tlaltizapán.
6.- El telón de fondo del debate organizado por la cúpula empresarial entre algunos de los candidatos a la alcaldía capitalina, es la ambición de quienes detentan el control de los propios organismos empresariales por figurar en puestos clave que les representen poder político y económico. No es nueva la lucha en la iniciativa privada para hacerse de espacios públicos usando como trampolín a sus organismos. Salvador Sandoval Palazuelos, Eleuterio Santibáñez Rivera, Oscar Granat Herrera, Raful Barrios Abarca y Julio Mitre Goraieb en distintos momentos, o actualmente Juan Carlos Salgado Ponce, son ejemplos de personajes que han brincado a los cargos públicos desde los espacios de representación empresarial. Quienes manejan hoy a las organizaciones promotoras del debate también tienen sus intereses y piensan en su futuro, por lo que tal ejercicio, tan lejos como está de tener un espíritu democrático y de servicio, debe verse simplemente como un espectáculo, unas veces cómico y otras trágico. Abundan los catálogos de buenos deseos y promesas que, a futuro, jamás serán cumplidas.