En la entrega anterior mencionamos que en la definición de las competencias específicas por disciplina del nuevo MU (modelo universitario) deben participar todas las universidades del país. Este tipo de ejercicios se han realizado en México durante la conformación de los comités de certificación de disciplinas científicas pero como en el caso de la física, algunos se suspendieron cuando Felipe Calderón asumió la presidencia del país. La impresión de que “el MU está bien pero que no se ve cómo se va a implementar en la realidad de la UAEM” tiene sus bases, sobre todo en lo que respecta a la segunda parte de la afirmación. Esto preocupa a muchos académicos de las diversas instancias educativas y de investigación de la universidad. Aquí hay varios aspectos a analizar, pero cabe preguntar si es posible implementar el MU en las actuales condiciones de desigualdad en la calidad académica de los programas educativos que aún prevalece en la UAEM. Desde los inicios de los 90 la UAEM se enfrascó en grandes esfuerzos no sólo para mejorar la calidad de sus programas educativos sino para conformar los grupos de investigación para dar a esta actividad la relevancia que se le concedió como fundamento del desarrollo universitario. ¿Ha sido suficiente lo realizado en estos 15 años para asegurar el éxito de la implementación del nuevo MU? ¿Puede implementarse el nuevo MU con un aparato administrativo y sindical que hoy descansa pesadamente sobre las actividades de docencia, investigación y extensión universitarias? El esfuerzo de mejora académica y de redefinición de sus objetivos los ha realizado la UAEM en la actual estructura organizativa. El cambio que se propone a institutos y centros no contribuye al desarrollo académico de la UAEM. Amén de las indefiniciones de la organización propuesta, ya señaladas por algunos sectores de académicos, no se establece el papel que tendrán en la nueva estructura varios comités y consejos que han mostrado su eficacia y pertinencia en el aseguramiento de la calidad académica de los programas educativos y de investigación y extensión universitarias. Un cambio organizativo no debe ser un cambio de nombres de sus diversas instancias académicas. Al proponer la nueva estructura sólo se ha pensado en la optimización de los recursos materiales de que dispone la universidad. Esto es correcto. Pero al mismo tiempo, un cambio en la organización debe conllevar los criterios cualitativos y cuantitativos que impulsen el mejoramiento académico. Si una facultad ha de convertirse en centro esto debe implicar un cambio en la calidad en sus programas educativos, en los criterios de la asignación de cursos, en el número de estudiantes que atiende, en el número de investigadores adscritos a ella, en la relevancia de la investigación que se realiza, en la diversidad de tareas académicas que realiza, etc. Y esto lleva a que el cambio estructural tiene que ser por necesidad gradual. De esta manera se daría respuesta a la inquietud de los académicos en torno a cómo se implementarán los cambios organizativos propuestos. Finalmente, los cambios propuestos que se espera conducirán al nuevo MU como quiera que sea requieren de dinero. ¿Está dispuesta la actual administración a reconsiderar sus criterios de apoyo a actividades académicas? ¿Está dispuesta a apoyar la organización de congresos, la visita de profesores de otras instituciones a dictar conferencias en la UAEM, la visita de académicos de la UAEM a otras instituciones, a proporcionar los fondos necesarios para el mantenimiento y la actualización de equipo de investigación, a dar su parte del presupuesto en los proyectos binacionales que académicos universitarios obtienen de convenio de gobierno-gobierno por mediación de CONACYT,…?
Bajo las anteriores consideraciones, tal parece que tenemos ante nosotros un coloso con pies de arena.