La sustitución de los plásticos por las fibras de los magueyes no sólo aliviaría la contaminación ambiental de esos materiales usados en el comercio alimentario, también daría empleo lucrativo a decenas de miles de campesinos mexicanos en las zonas más pobres del país. El ixtle y el henequén son fibras duras y largas obtenidas de los magueyes. México fue el pionero para la industrialización de esas fibras, pero, a mediados del siglo XX perdimos esas industrias por la competencia de Tanzania y Brasil y por la entrada masiva y barata de los plásticos. Dichos plásticos son ahora una plaga mundial. Sólo en México consumimos, cada año, 250 mil toneladas de ellos para envolver y transportar alimentos, los cuales se acumulan en los basureros, ríos, playas, parques y mares y causan serios problemas para la salud. Vale la pena examinar esta cuestión.
Los noticieros ambientales muestran que el uso diario de bolsas, cubiertas y botellas de plástico desechable, se ha vuelto un serio problema ambiental. Estos plásticos perduran siglos sin degradarse y liberan compuestos químicos que afectan nuestra salud porque perturban nuestros ciclos hormonales y también acarrean productos promotores del cáncer. Cada vez es más difícil encontrar un rincón de nuestro país que no esté invadido por estos materiales. Todas las semanas vamos a la tienda y usamos una docena de bolsas para traer nuestros alimentos, los pasamos al refrigerador y luego los desechamos en menos de una hora. Sería muy fácil volver las bolsas del mercado de hace 30 o 40 años y a las envolturas de papel encerado, en que nos vendían los alimentos. Pero ya no hay esos productos y nos hemos acostumbrado a usar y tirar plástico por todas partes. Sin embargo, ya se iniciaron las campañas mundiales contra los plásticos. En 2015, en California se aprobó la Proposición 67 que prohibió el uso de plástico en todas las tiendas de alimentos de ese estado. En 2017 el periódico Mercury de San Francisco indicó que se había reducido en más del 70% la basura plástica de esa ciudad. En la India, su presidente anunció que la campaña contra el plástico era una excelente oportunidad para estimular la industria del yute, que es su fibra vegetal tradicional. En Buenos Aires también se prohibió el uso de envolturas plásticas de los alimentos. Pero, en 2010, en la Ciudad de México la industria del ramo bloqueó la ley local que también prohibiría el uso de los plásticos en ese tipo de tiendas. Ellos alegaron que se acabaría una fuente importante de empleo. Sin embargo, todos los años se pudre medio millón de toneladas de pencas de magueyes tequileros que podrían producir 20 mil toneladas de ixtle, con un valor superior a 10 mil millones de pesos, pues las bolsas de ixtle se anuncian en el Mercado Libre a 300 pesos y pesan menos de 300 gramos. Este mercado está esperando la organización de una nueva industria que daría trabajo a muchas más personas de las dedicadas a producir bolsas de plástico y resolvería el problema ecológico aquí discutido.
La tecnología es de sobra conocida. Fue desarrollada hace más de un siglo y las máquinas se producen en diversos talleres nacionales. Lo que está haciendo falta es el espíritu emprendedor para aprovechar la oportunidad y recrear un nuevo nicho agroindustrial para nuestros magueyes y para crear el empleo que tanto necesitamos en las zonas más pobres de nuestro país.