Hace dos semanas la doctora Karla Cedano nos comentó sobre la contaminación del agua suministrada por SAPAC a su colonia en Cuernavaca. Se encontró que el agua que llega a su domicilio está contaminada con gasolina. ¿Cómo puede suceder esto?
Tenemos que recordar que los habitantes del norte de Cuernavaca, particularmente, en las cercanías del campus Chamilpa de la UAEM frecuentemente perciben olor a gasolina en el ambiente. Protección Civil del Estado atiende los llamados y, generalmente, reporta que hubo alguna fuga en los ductos de hidrocarburos. Por supuesto estas fugas de gasolina en parte se evaporan provocando ese olor a gasolina; pero parte del líquido se infiltra en el subsuelo y puede llegar al manto freático y contaminar el agua que usamos en la ciudad.
Estas fugas de gasolina en los ductos son provocadas por la ordeña y consecuente robo de gasolina. Este problema no sólo afecta a Pemex, sino que como ya vimos puede contaminar el agua que usamos en Cuernavaca. Situaciones similares se manifestaran, tarde o temprano, en las otras regiones del país donde ocurren los robos de combustible.
Es urgente que los organismos encargados del agua potable en los municipios estén monitorizando la calidad de agua y analizando las posibles trayectorias de los fluidos de hidrocarburos en el subsuelo. De no hacerlo, estarán siendo omisos y pueden ser cuestionados por la ciudadanía. Estos hechos no pueden ser ocultados, deben tomarse las acciones pertinentes para resolverlos; además de informar oportunamente a los ciudadanos de los problemas que están sufriendo. El truco, atribuido a la avestruz, de esconder su cabeza en el suelo para no ver los peligros, en el caso de la contaminación de los mantos acuíferos tampoco funciona.
Desde mi perspectiva, el robo de gasolina de los ductos provocando derrames, debe ser perseguido y sancionado como un delito agravado por los posibles daños a la salud de la población. Claramente, este es un problema que muestra la amplitud de la complicidad que permea nuestra sociedad; el delito va desde aquellos que perforan los ductos, transportan los hidrocarburos, los empresarios que venden esos hidrocarburos robados o los usuarios finales que también los compran, pasando por vigilantes omisos. Todos ellos deben saber que sus actos los pueden afectar a ellos mismos al provocar contaminación en su entorno.
Tanto las autoridades encargadas de vigilar el orden en la región, como aquellas que administran el agua, deben tomar con prontitud las denuncias y prever las consecuencias de estos actos delictivos para evitar daños adicionales al mero robo de combustibles. Por supuesto que los derrames contaminan el suelo y lo inutilizan para el desarrollo de la flora y fauna de la región y de su uso por las personas. Aunado a esto la posible contaminación de los mantos acuíferos, es otro hecho con graves consecuencias para porciones grandes de la población aguas abajo. Notemos que si bien los derrames de los hidrocarburos se reportan normalmente en la zona de Chamilpa u Ocotepec y donde se reporta la contaminación del agua en el pozo Jacarandas tiene una distancia de al menos 7 kilómetros, esto implica que los derrames de hidrocarburos pueden llegar lejos y no solamente tienen afectación en la zona cercana a la fuga.
Es probable que el organismo que administra nuestro recurso del agua no cuente con modelos que puedan predecir las trayectorias de estos derrames; pero debemos construirlos. Esto podría ser un verdadero proyecto para ser financiado con los Fondos Mixtos CONACyT municipio de Cuernavaca; pero esto lo tiene que promover, alguien que conozca de las ventajas de generar conocimiento para resolver los problemas con base en información científica.
Para todas las personas que vivimos en Cuernavaca, el conocimiento tradicional indica que el recurso del agua es limitado en esta zona y que si se contaminan algunos pozos, el desabasto aumentará y los daños a la salud serán importantes. Por otro lado, también hemos observado que se han autorizado la construcción de diferentes edificios de oficinas o habitacionales que todavía incrementan el estrés hídrico en el que vivimos. Seguramente los modelos del organismo administrador del agua no contemplan la dinámica de la recarga, sino que solamente contarán con tablas construidas con anterioridad sin los últimos avances en el conocimiento del transporte de agua en los suelos.
Si bien he mencionado este problema en Cuernavaca, la situación de falta de uso de información científica en la toma de decisiones es una constante en nuestro país. Desde mi punto de vista, necesitamos incorporar los conocimientos científicos para normar la vida en nuestro entorno. Pensemos en esta necesidad al momento de elegir a los que gobiernan nuestras ciudades y actuemos en consecuencia en las próximas elecciones.