Cada vez que voy a cierta plaza comercial de Cuernavaca, en la sección de comida rápida me encuentro con cestos que indican la clasificación de residuos orgánicos e inorgánicos; pero al abrirlos me desilusiona ver la inexistente separación de estos, ya que en ambos botes se vierten empaques de comida y desperdicios. Las buenas intenciones de los cestos se diluyen por el mal uso que las personas les dan al revolver sus residuos, convirtiéndolos en basura (con este concepto me refiero a los desechos que al estar revueltos son difícilmente susceptibles de ser recuperados).
Separar los residuos es una de las estrategias de educación ambiental básica que conocemos desde la infancia. En mi caso, desde el primer año de primaria he habitado espacios educativos que promueven la separación de residuos sólidos urbanos; por allá de los 90’s, aquellas campañas de educación ambiental se enfocaban en enseñarnos a separar los residuos en orgánico e inorgánico, las categorías más simples. Tiempo después, comencé a notar una clasificación más diversa para los inorgánicos reciclables: cartón, vidrio, aluminio y tetra pack. Más recientemente, he visto clasificaciones más finas que han sumado al PET en dos categorías: PET 1 y 5. Lo común de estas campañas es que se centran en las personas como generadoras de residuos y se sitúan en espacios educativos; sin embargo la práctica de separar los residuos para reducir la cantidad de basura que se desecha en un relleno sanitario no permean la vida cotidiana de toda la ciudadanía. Pareciera que es una práctica exclusiva de la escuela, por lo que no trasciende al espacio doméstico y mucho menos al público.
Por ello es común encontrar en las calles de esta ciudad bolsas con basura que tendría un valor económico si separara, tal como botellas de pet y latas de aluminio; de hecho, he observado a personas pepenar entre estas para recolectar dichos residuos reciclables. El resto de la basura, se la lleva el camión; sin embargo, siempre se quedan envolturas regadas, vistiendo a las calles con una imagen desagradable. Será esta basura la que se arrastre por las coladeras, en temporada de lluvias y las fuertes tormentas nos cobrarán la factura del mal manejo de nuestros residuos.
La gestión de residuos sólidos urbanos requiere, de manera individual, voluntad, disciplina, tiempo y destinar un espacio en casa; pero esta acción no es suficiente, se necesita de un sistema integral que sume la participación del gobierno, infraestructura adecuada, el reconocimiento de la actividad de pepenar como un oficio y políticas públicas para garantizar la correcta disposición de estos.
Actualmente, en Cuernavaca se promueve la separación de residuos; sin embargo, la infraestructura de recolección no favorece la motivación de practicarla, pues no resulta claro en qué momento se pasará por la basura orgánica y cuándo la inorgánica no reciclable y reciclable. No existe un camión para cada tipo de residuos y entonces parece que da igual que separes o no, pues todo termina revuelto en el camión de la basura. Me parece entonces que se espera que sean las personas, desde la individualidad, quienes asuman la responsabilidad de llevar a un acopio sus residuos reciclables y hacer composta.
Por otro lado, se requieren políticas públicas que obliguen a las empresas a reducir los empaques de un solo uso y a incentivar la producción de empaques y productos con materiales reciclables y se impulse la economía circular.
Mientras llegamos a ese sistema integral, le invito a usted, si aún no lo hace, a asumir la corresponsabilidad de separar los residuos desde casa en estas categorías: orgánica, inorgánica no reciclable, papel/cartón, aluminio y pet. Con la orgánica, hojarasca y algo de papel, haga composta. Verá que el tamaño de la bolsa que le entrega al personal que recoge la basura será mucho más pequeña; por supuesto, asegúrese que en esta práctica se involucre toda la familia y no deje sólo a la persona que ocupa más tiempo en la cocina (pues seguramente será una mujer y no queremos más cargas domésticas). Invierta un poco de tiempo para llevar a algún centro de acopio (en https://ecolana.com.mx/mapa o https://nosotrosreciclamos.org/ encontrará opciones) los residuos con valor; o bien, entréguelos a una persona que se dedique a pepenar. En el espacio público deposite los residuos según se indique en los cestos que tenga a la mano.
De esta manera reduciremos el uso de algunos metros cúbicos del relleno sanitario que tiene un volumen finito, prolongando su vida útil. Además contribuiremos a dignificar el trabajo de las personas que viven de pepenar entre nuestras bolsas de basura con la esperanza de encontrar valor en ella.