Al vivir en comunidad las personas demandamos seguridad social. Desde la antigüedad las personas se agrupaban en clanes para defenderse de otras especies o para organizarse y hacer mejor las labores de forrajeo o caza. Adicionalmente, los gastos para el cuidado de los congéneres se pueden repartir en la colectividad y, por lo tanto, el esfuerzo individual es menor. Con esta idea simple del contrato social y el desarrollo de las técnicas agropecuarias es que las personas hemos asumido el contrato social desde que se conforman las poblaciones tanto nómadas como sedentarias.
En los tiempos actuales, el tamaño de estas poblaciones se ha incrementado de manera insostenible y estamos observando que el pacto social no se cumple. Las demandas de las personas en diferentes lugares implican que la seguridad social que hoy tenemos, dista mucho de lo que la mayoría deseamos.
Sin embargo, es notorio que en algunos lugares en el mundo estos reclamos se centran en aspectos realmente de sobrevivencia y en otros en aspectos del que podemos llamar bienestar.
Lamentablemente, en México con más del 50 por ciento de la población por debajo de la línea de pobreza, estamos en los reclamos pertenecientes a la sobrevivencia. La mayoría de la población mexicana está preocupada por aspectos para subsistir en el día a día. En este contexto, las ofertas de micro apoyos económicos aparentan resolver el subsistir diario; aunque no ofrecen una solución que apunte hacia el bienestar social. Así surge la pregunta ¿cómo podemos cambiar esta situación?
Las causas son múltiples, pero podemos intentar esbozar algunas de ellas y plantear así algunas estrategias con miras a encontrar soluciones a estas situaciones de pobreza. Empecemos con algunas preguntas:
Los gobiernos tienden a dar apoyos económicos, pero ¿por qué es necesario que los gobiernos den dinero? Una simple respuesta es porque no toda la gente tiene el suficiente dinero para satisfacer sus necesidades y ¿por qué no lo tienen?
Otra vez, simplemente porque por su trabajo reciben muy poca remuneración y con este salario no les alcanza. En particular, en México, con una economía entre las 20 primeras del mundo, pareciera ser que en promedio debería alcanzarle a la población para con su trabajo obtener un salario que le permita satisfacer sus necesidades y no estar por debajo de la línea de pobreza. Por supuesto, el PIB per cápita está por arriba del ingreso mínimo para no estar en el segmento de pobreza. Entonces, ¿por qué a la mayoría de las personas en México no les alcanza su salario? Esto implica que los salarios son bajos. ¿Podemos establecer estrategias para que se incrementen? Estas estrategias van desde las individuales: buscar mayor capacitación, escalar en los niveles educativos y adquirir mayores destrezas para atender puestos de trabajo con mayor paga. También las estrategias productivistas, como aumentar la productividad de la fuerza laboral para que reciba mayores salarios. Sin embargo, estas estrategias se centran en aspectos individualistas y no recaen en el ámbito de lo colectivo. Las estrategias colectivas apuntan hacia cambios profundos y que atienden a muchas personas al mismo tiempo.
Analicemos con mayor detalle los datos del párrafo anterior. Partamos de dos hechos que nos pueden dar explicaciones y con ellos podemos definir otras estrategias. 1) La economía mexicana, en promedio, debería ser suficiente para que la mayoría de la población no estuviera por debajo de la línea de pobreza. 2) Los salarios son bajos y no le alcanzan a la mayoría de la población para satisfacer sus necesidades. Estas dos frases indican que la distribución de la riqueza generada es profundamente desigual y para nada considera el pacto social que implícitamente aceptamos al vivir en sociedad. En síntesis, hay que distribuir equitativamente la riqueza generada.
Otro dato adicional aporta información importante: en México el capital se apropia del 65 por ciento del valor agregado por el trabajo conjunto de las personas asalariadas[1]. En cambio, en el resto del mundo este porcentaje es del 49 %. Es decir, en México, los salarios podrían ser aumentados con ese 15 por ciento que se apropia el capital para promover la equidad.
Notemos que existe diferencia en recibir salarios que permitan satisfacer nuestras necesidades a que recibamos dádivas para satisfacerlas. Me parece que conocemos las ventajas de conocer que por nuestro trabajo y esfuerzo satisfacemos nuestras necesidades; en lugar de depender de las dádivas del gobierno para irla sobrellevando.
La primera es una estrategia que beneficia desde abajo, desde la raíz del problema en lugar de intentar distribuir a posteriori lo que se puede distribuir equitativamente desde el principio.
Desde mi perspectiva, la diferencia es abismal en el dar dádivas o pagar mayores salarios. Es así como el mismo capital en nuestro país debería reconocer esta diferencia y reafirmar el pacto social aumentando salarios. Aquí no voy a discutir si ese 49 por ciento que se apropia el capital en otros lugares es justo. Lo que es evidente y lacerante para una población que dice promover el bienestar social es el que las diferencias en la repartición de la riqueza generada conduzcan a la mayoría de la población a vivir en la pobreza.
Adicionalmente, si las contribuciones de las personas físicas o morales para la atención de las necesidades colectivas son saqueadas por personas corruptas, la situación se torna verdaderamente conflictiva y preocupante para toda la población. Esto último es otro agravante en nuestro país, pero no es la primera causa, sino la muy desigual distribución de la riqueza generada, que no se resuelve con dádivas sino con salarios equitativos y justos.
[1] https://www.milenio.com/opinion/viri-rios/no-es-normal/el-mito-de-que-la-educacion-nos-sacara-de-pobres