Pero de un Presidente de la república se espera más, mucho más cultura que la que contienen las novelas –aun las históricas– o la televisión. Lectores, encuentren youtubes con entrevistas a Barack Obama sin teleprompter, o a jefes de Estado europeos como Ángela Merkel con su doctorado en química, ¡vaya! Aun a Carlos Salinas de Gortari, de cuya cultura y perspicacia nadie duda. La baja aprobación con la que gozan los políticos en encuestas recientes pronto se verá confrontada con miles de rostros sonrientes impresos en afiches de plástico desechable, pero multicolor. Por eso también me preocupa que muy pocos conocen al hombre (o mujer) detrás de la imagen y del spot, de sus proyectos verdaderos y de su capacidad profesional y disposición mental para cumplir con el cargo.
Para ser un mandatario exitoso, no es necesario poseer un doctorado, como se atestigua con Luiz Inácio da Silva (“Lula”); hacen falta luces de inteligencia y oficio político generoso, pero es indispensable la aptitud de reconocer el concurso de las universidades, las academias, los sindicatos independientes y de la sociedad civil informada para entender y resolver el desarrollo de la nación. Por su parte, las cámaras de comercio y consejos empresariales tienen acceso fácil a los altos funcionarios de gobierno –una comida y apacible tardeada en un restaurante de lujo, un partido de golf o una llamada telefónica al preciso. En cambio, ¿quién quiere invitar a una docena de taxistas, sindicalistas, ecologistas o académicos –todos igualmente rijosos– gritando parados alrededor del escritorio, siquiera a un café? En consecuencia, con su amable cercanía al mandatario, la clase empresarial y financiera ha ganado preeminencia sobre la del trabajo y la inteligencia no sólo en México sino en todo el mundo globalizado, donde ellos y sus capitales tienen derecho de paso y los trabajadores no. Afortunadamente, los académicos jugamos en otras pistas, pero somos pocos…
El esquema de financiamiento a partidos que tenemos en México es oneroso y regresivo, porque concentra el poder en la cúpula; ésta se vuelve la fuente de recursos y ergo de poder. Todo el resto del partido mira más hacia arriba que a su alrededor, a las organizaciones de la sociedad civil y de la academia. Se debilita así el vínculo entre el quehacer político y el ejercicio informado de la propuesta ciudadana; en concreto, entre las autoridades y las asociaciones ecologistas y las academias de ciencias e ingeniería. El discurso sobre el patito feo y el cisne [2] fue lamentable [3] porque fue la sombra del poco conocimiento que el gobierno tiene del funcionamiento de la comunidad académica morelense, la cual se desarrolló antes de su periodo, y no carece de planes. Por supuesto que es positivo que el gobernador haya estado presente en el Congreso Internacional sobre Innovación y Desarrollo tecnológico de este año; es de esperarse que su actual interés derive en apoyo mutuo y consulta con la comunidad académica. Los señalamientos que permiten estos espacios en La Unión de Morelos podrán ser agudos, pero están bien sustentados y serán respetuosos.
Ahora que entramos en tiempos de elecciones, me gustaría ver que los candidatos a elección popular para gobernador se reúnan con las academias de ciencias y de ingeniería, para que nos conozcamos y entendamos mejor los proyectos y capacidades de cada uno.
[1] http://www.youtube.com/watch?v=3fT1zYAVsXg
[2] Dr. Marco Adame, al inaugurar el 9° Congreso Internacional sobre Innovación y Desarrollo Tecnológico. Véase http://launion.com.mx/images/stories/Hemeroteca%20Virtual/noviembre2011/24-nov.pdf, página 9.
[3] Antonio del Río y Enrique Galindo “Del Patito Feo al Gran Cisne” La Unión de Morelos 07/12/11, página 34.