Tiene en sus pequeñas manos las riendas de una gran potencia, pero sigue actuando como cuando fue celebridad televisiva, cuando fue precandidato y después candidato de su partido. Como presidente electo tampoco volvió sus modales a la normalidad; y ahora que es presidente, tampoco.
Tony Schwartz, quien en 1987 escribió The Art of the Deal (El Arte del Negocio) a nombre de Trump [1], está públicamente arrepentido de haberle dado imagen y nos da pistas certeras sobre su rijosa personalidad, patológicamente impulsiva, centrada en su enorme ego: un sociópata. Sus intervalos de atención, nos dice, no superan 30 minutos; piensa en esto y luego en aquello, da órdenes y luego se olvida de ellas; afirma –y cree– que su opinión es verdad y que sus opositores son traidores; tuitea de madrugada contra un cómico de televisión o una actriz que lo ha contrariado; ninguna presa es demasiado pequeña para sus tuits. Adora el lujo dorado y se hace rodear de mujeres aderezadas como muñecas Barbie. Sería solamente un multimillonario infantil y narcisista como muchos si no fuese ahora presidente de los Estados Unidos. Y a Schwartz, como a muchos de nosotros, le aterra que tenga las claves de los códigos nucleares [2].
I alone can make… (sólo yo lo puedo hacer…) me recuerda demasiado al Ich Alein kann machen… del discurso de Adolf Hitler, cuando en 1938 presidió la anexión de Austria desde el balcón del Hofburg en Viena: “no entran al Reich humillados, yo mismo les doy la entrada” [3]. Designó a sus enemigos: los judíos (léase los mexicanos violadores, criminales y narcotraficantes), y escogió a sus presas como buen bully: primero golpear a los más débiles: los Sudetes, “protegió” a Bohemia y Moravia; ya sin chistar, Lituania le entregó el puerto de Memel; creyó poder ocupar Polonia sin sangre, y allí fue donde comenzó la tragedia del pueblo alemán.
La referencia puede parecer exagerada y tal vez lo es. Trump no tiene una ideología definida, un partido propio, o una historia de humillación nacional como la Gran Guerra perdida y su Tratado de Versalles. Carece aún de un ejército de matones como los S.A. (Sturm Abteilung) aunque la caterva de su gabinete contiene algunos Stutz Staffel republicanos. Sostiene que ganó no sólo la mayoría de los Representantes sino el voto popular “si se descuentan los millones de votantes ilegales”. La prensa escrita ha desmontado algunas de sus más evidentes mentiras, aunque no ha logrado que las reconozca. Una refrescante movilización de la población le ha hecho frente, los alcaldes de las ciudades santuario se niegan a ejecutar sus órdenes de arrestar masivamente a indocumentados. La comunidad académica con la que tengo algún contacto claramente lo entiende como un animal político anormal.
La analogía entre Trump y Hitler se refiere a su psicología común, no a sus entornos ni a los muy distintos contextos internacionales de épocas que son bien diferentes –afortunadamente. Pero las órdenes ejecutivas de Trump aún podrán producir mucho daño, no sólo a la economía mexicana sino a la posición de su país ante el mundo. Pasada la euforia de Wall Street por sus promesas de bajar impuestos a los más ricos, con la ilusión que éstos invertirán lo ahorrado en generar empleos, economistas medatarios Nobel como Paul Krugman [4] y Joseph Stiglitz [5], prevén que la segunda parte de su mandato será de crisis. Deuda creciente, indicadores de salud a la baja, animosidades con China, Europa y América Latina, conflictos irresueltos en Medio Oriente…
Y si sus ideas sobre el cambio climático lo llevan a retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París, impulsando la extracción de carbón y nulificando a la Agencia de Protección Ambiental de su propio país [6], Mr. Trump será, a la larga, responsable de más miseria y muerte que el propio Herr Hitler.
[1] https://en.wikipedia.org/wiki/Trump:_The_Art_of_the_Deal
[3] https://www.youtube.com/watch?v=ndP7fzbz9rY
[4] https://www.nytimes.com/2016/11/14/opinion/trump-slump-coming.html
[5] http://eleconomista.com.mx/economia-global/2017/01/17/politica-economica-trump-sera-fracaso-stiglitz