Este hecho sin precedentes en la vida pública del estado de Morelos, es sin duda digno de celebrarse y de alabanza para los ideólogos del convenio. Esperemos que también lo sea para los actores que hayan participado y participen en poner el conocimiento sistemático, la cultura científica, al servicio de nuestro pueblo. Esto parece una innovación democrática pero resulta que Francis Bacon (1561-1626), el filósofo de la era industrial, dedicó su vida al cultivo de una idea que en su tiempo sí fue una novedad. Esta idea consistía simplemente en creer que el saber debía llevar sus resultados a la práctica, la ciencia debía ser aplicable a la industria, los hombres tenían el deber sagrado de organizarse para mejorar y para transformar sus condiciones de vida. Esta idea, que en sí misma es importante, recibió, gracias al pensamiento de Bacon,un desarrollo tan notable que la llevó a iluminar todo el curso de la historia humana de los últimos cuatro o cinco siglos. Con esta idea, “Bacon sometió a revisión la cultura humana en su integridad, para descubrir cómo era que había producido tan escasos resultados prácticos y de qué manera podía perfeccionarse”, dice Benjamín Farrington (1891-1974) irlandés, académico y profesor de culturas clásicas y estudioso entre otras cosas de la filosofía de Francis Bacon.
Bacon defendió tesis que ahora son parte integrante de la cultura en los países desarrollados y deberían ser en nuestro país: La ciencia puede y debe transformar las condiciones de la vida humana; no es una realidad indiferente a los valores de la ética, sino un instrumento construido por el hombre en vista de la realización de los valores de la fraternidad y el progreso; a través de la ciencia (donde está vigente la colaboración mutua, la humildad ante la naturaleza, la voluntad de claridad) hay que fomentar y potenciar estos valores; la ampliación del poder del hombre sobre la naturaleza no es nunca obra de un investigador individual que mantenga en secreto sus resultados, sino que es necesariamente fruto de una colectividad organizada de científicos; el saber siempre posee una función concreta en el seno del mundo histórico, y toda reforma de la cultura es también, siempre, una reforma de las instituciones culturales, de las universidades, de las dependencias de gobierno y por supuesto, de la mentalidad de los intelectuales y de quienes ostentan el poder.
El éxito de los países en los que el nivel de vida y el bienestar de la población son altos, se debe a que en su momento incorporaron los resultados de la actividad científica y la generación de tecnología a la civilización desde la época de la Revolución Industrial. En México se ha vivido en las últimas décadas como en la Grecia antigua: una civilización en la cual la industria nada, o muy poco, tiene que ver con la cultura. Las artes y las ciencias no tienen ninguna relación estrecha con la producción sino que son los resultados de una clase considerada ociosa. Una civilización en la que la administración se ocupa casi exclusivamente del problema de dirigir a los hombres y apenas toma en cuenta la lucha por el mejor dominio del ambiente material en que éstos viven. Según Séneca, el gran filósofo e historiador romano, nacido en Córdoba en el año V antes de nuestra era, en la Grecia antigua los adelantos técnicos los hacían los esclavos. En el México actual, los adelantos técnicos que nos llegan, los han hecho en esos países que pusieron en marcha la filosofía baconiana e impulsaron sus universidades y la investigación científica desde hace muchas décadas.
Si bien es cierto que algunos filósofos o científicos modernos mexicanos no consiguen poner su pensamiento ni su actividad profesional en relación inteligible con la sociedad y con el mundo que los rodea, también es cierto que hay otros, probablemente la mayoría, que están deseosos de participar en los procesos productivos, educativos y de organización de la sociedad para vivir en un país más civilizado que la Grecia de la antigüedad y que el México actual. Es por eso que el convenio que firmaron el Ayuntamiento de Cuernavaca y la Academia de Ciencias de Morelos hace más de tres años y ha quedado obsoleto y debería ser impulsado nuevamente por la comunidad científica y el pueblo de Cuernavaca.