Dirigió su interés hacia la constitución del lazo social, aquello que vinculaba a los hombres y aquello que también los diferenciaba, el diálogo entre el adentro y el afuera: “Qué soy que me separa de los otros y que a la vez me hace parte y me identifica con los otros”.
Para constituirse como sujeto de la cultura, el hombre tiene que hacer grandes renuncias que lo llevan a vivenciarse como sujeto “en falta”, es decir, incompleto; ya que tiene que renunciar a la propia omnipotencia y al narcisismo más primitivo. Asimismo en la medida que crece, el niño se encuentra con la ley (lo que se vale y lo que no) que se instituye primero por los padres o quienes hagan las veces de ellos. Una de estas leyes es la sentencia que se dirige a la madre, al hijo y también al padre, que establece que el hijo no debe quedar atrapado en los vínculos familiares, y que deberá establecer vínculos sociales y amorosos fuera de la familia
La cultura para Freud es un logro de la civilización en que la pulsión de muerte es recubierta por el eros. La cultura implica un movimiento sublimatorio que posibilita que las actividades psíquicas superiores -científicas, artísticas, ideológicas- desempeñen un papel sustantivo en la vida cultural”. El hombre ante su desvalimiento frente a la naturaleza requiere renunciar a sus egoísmos, por eso la cultura siempre impone un sacrificio que no siempre se está dispuesto a realizar “La libertad individual no es un patrimonio de la cultura (…) Por obra del desarrollo cultural experimenta limitaciones, y la justicia exige que nadie escape a ellas. Lo que en una comunidad humana se agita como esfuerzo libertario puede ser la rebelión contra una injusticia vigente, en cuyo caso favorecerá un ulterior desarrollo de la cultura, será conciliable con ésta. Pero también puede provenir del resto de la personalidad originaria, un resto no domeñado por la cultura, y convertirse de ese modo en base para la hostilidad hacia esta última”.
Mientras el hombre esté indemne ante las fuerzas de la naturaleza y a merced de la amenaza de sus congéneres, siempre queda la esperanza “del porvenir de una ilusión” puede darse en el compartir y hacer liga con otros, o una ilusión puesta que es compartida en el lugar del ideal, que como lo explicó Freud en el fenómeno de las masas. Se hace liga con los otros cuando se comparte un mismo ideal. Eso que se comparte como ideal, es “un líder” el cual viene a ocupar el lugar del ideal del yo. Lo trágico aparece cuando lo que se ofrece o se impone como líder, es un fetiche que viene a tapar cualquier falta, como en la sociedad actual caracterizada por un mercantilismo recalcitrante y todopoderoso, del cual participamos todos y todos en mayor o menor medida somos responsables; donde el orden social está más que trastocado y nos adherimos a una sociedad que nos propone “la imagen” como ideal, y la felicidad un algo siempre al alcance de la mano y de un presupuesto; en todo esto cabe la pregunta ¿Podremos como humanidad desentramparnos de ello?
La preocupación por los destinos del hombre y de la vida misma en la Tierra, ha sido una preocupación de mucha gente y de muchos pensadores. Forster Floyd llamó La tragedia de los bienes comunales a “las consecuencias de espíritu del hombre por usar en su provecho los bienes a despecho de perjudicar a los otros o al ambiente”.
Cómo cambiar las estructuras de poder, para realizar un pacto social donde se respete la ley y no se reniegue de ella como el perverso, que apuesta a convertirse en ese todo poderoso que impone su propia ley. Cómo hacerle para no caer en la tentación de nuestra parte perversa que nos convoca a todos.
Freud y Floyd desde visiones diferentes, señalan una problemática que nos incumbe y nos atraviesa como humanidad; ambas visiones apuntan al debate en el que nos dirimimos entre nuestro narcisismo y el lazo social, entre aprovecharnos de los comunes, compartirlos o quedar despojados de estos. Es -diría Freud, “cuestión decisiva para el destino de la especie humana: si su desarrollo cultural logrará, y en caso afirmativo en qué medida, dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana pulsión de agresión y de autoaniquilamiento (…) Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre.
Todos estamos implicados porque el adentro tiene resonancias en el afuera y al revés, me conforman y me conformo en relación con los otros, desde ahí es importante la participación de todos para crear un mundo más sustentable y más vivible para todos.
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Huella_ecol%C3%B3gica
[2] Freud, S. (1930 [1929]). El malestar en la cultura. Obras completas, Tomo XXI. Amorrortu editores: Buenos Aires 1976, p.p. 94
[3] Ibídem p. 96
[4] Floy, F. Two Lectures on the Checks to Population (1833) http://en.wikipedia.org/wiki/William_Foster_Loyd