Pero, ¿qué relación tiene Habermas con nosotros? Mucha, sobre todo respecto a la problemática que enfrenta el Ayuntamiento de Cuernavaca para recuperar el espacio público.
Existe una magnífica obra del filósofo alemán que se titula “La transformación estructural de la vida pública”. Entre otras cosas hace un profundo análisis sobre el espacio público, un concepto técnico utilizado en ciencias humanas y sociales contemporáneas. Habermas describe el proceso por el cual “el público, constituido de individuos que hacen uso de su razón, ocupa la esfera o espacio público controlado por la autoridad y lo transforma en espacio (metafóricamente hablando) donde la crítica se ejerce contra el poder del Estado”.
El proceso en cuestión data del siglo XVII en Inglaterra (y, aproximadamente, treinta años más tarde en Francia), siglo de desarrollo de la urbanización y de la aparición del concepto de espacio privado en la burguesía de las ciudades. Habermas muestra cómo “las reuniones de salón y los cafés han contribuido a la multiplicación de los debates y discusiones políticas, los cuales gozan de una publicidad por medio de los medios de comunicación de la época (relaciones epistolares, prensa naciente)”.
Sin embargo, considero importante reflexionar sobre otros conceptos inherentes al espacio público para entender lo que sucedió con él en Cuernavaca durante las dos décadas pasadas. Una apretada definición, después de consultar a varios autores, indica que “es el lugar donde cualquier persona tiene el derecho de circular, en oposición a los espacios privados, donde el paso puede ser restringido, generalmente por criterios de propiedad privada, reserva gubernamental u otros. Por tanto, espacio público es aquel espacio de propiedad pública, dominio y uso público”.
La Dirección General de Licencias de Funcionamiento y la Dirección de Gobernación Municipal de Cuernavaca, a cargo de Leandro Vique y Eugenio Navarro Milla (respectivamente), dentro de un extenso programa de actividades diseñado por el alcalde Manuel Martínez Garrigós al principio de su administración, asignaron un sitio preponderante a la recuperación del espacio público, partiendo de la regularización de determinadas actividades económicas, en su mayoría efectuadas al margen legal o bajo tolerancia de las autoridades citadinas, no obstante su condición anárquica. Es el caso del comercio ambulante que, en algunas calles y avenidas, adquirió la calidad de semifijo, inclusive cobijado por amparos federales. En el caso de Navarro Milla y dentro del contexto de las diferentes remodelaciones al centro cuernavaquense, se ha reunido con líderes de varias organizaciones de vendedores ambulantes, a fin de encontrar opciones viables que, además de propiciar la recuperación del espacio público, garanticen a esos fenicios extensos periodos de desarrollo económico.
Cuando fue presidente municipal de Cuernavaca en el trienio 1997-2000, Sergio Estrada Cajigal impulsó la regularización y control del ambulantaje, básicamente en el centro de la capital morelense, generando la apertura de dos importantes plazas comerciales: Lido y Degollado. Aunque el reacomodo en esos espacios despertó la codicia de los líderes comerciales de la época, amafiados con servidores públicos corruptos (acapararon infinidad de locales), durante varios lustros sirvieron para mitigar la proliferación descontrolada de vendedores. Empero, actualmente existe un padrón con alrededor de mil 500 registros.
La problemática no es de fácil solución, pues requiere financiamiento para encontrar predios destinados al reacomodo de comerciantes ambulantes. Y es en tal escenario donde vuelve a surgir la esencia del espacio público: la separación formal entre la propiedad privada urbana y la propiedad pública. El comercio ambulante no es dueño del suelo donde ejerce sus actividades cotidianas, sino toda la sociedad de Cuernavaca. Y lo mismo puede afirmarse tocante a los problemas que, proporcionalmente, enfrentan otros municipios.
El espacio público, teóricamente hablando, es el suelo libre de construcciones (excepto equipamientos colectivos y servicios públicos) para usos sociales característicos de la vida urbana (esparcimiento, actos colectivos, transporte, actividades culturales y a veces comerciales, etcétera).
Y hacia la recuperación del espacio público, a raíz de las recientes obras impulsadas por el Ayuntamiento de Cuernavaca en coordinación con el gobierno de Morelos, se logró recuperar y dignificar más de 135 metros cuadrados que conforman los accesos principales del Jardín Juárez en donde se ubica el kiosco. Con esta remodelación se constituye el Zócalo como un espacio flexible de actividades comerciales reguladas, culturales y de servicios de una alta calidad turística. Que todo sea por el beneficio de nuestra capital. Sin que importe el partido gobernante a nivel estatal y en Cuernavaca, el objetivo de todos (instituciones públicas y sector privado) debe ser mejorar la ya de por sí la deteriorada imagen de la ciudad. A ver.