Asimismo, el servidor público que, valiéndose de la información que posea por razón de su empleo, cargo o comisión, sea o no materia de sus funciones, y que no sea del conocimiento público, haga por sí, o por interpósita persona, inversiones, enajenaciones o adquisiciones, o cualquier otro acto que le produzca algún beneficio económico indebido al servidor público o a alguna de las personas mencionadas en la primera fracción. Y dicho ordenamiento legal procede a establecer las sanciones correspondientes, que van desde cierta cantidad de años en prisión, hasta la inhabilitación para volver a trabajar en la función pública. Empero, la cosa no se queda ahí, pues el Código Penal Federal, en su artículo 221, es explícito en cuanto al tráfico de influencias, que se asemeja al ejercicio abusivo de funciones. Teóricamente la norma es maravillosa, pero no se aplica en un país de cínicos.
No hay mejor nación en el mundo para hacer fortuna que la nuestra: México. Pero no todos tenemos esta oportunidad, pues para lograrlo hay que pertenecer a la clase política o empresarial incrustada en el poder público o vinculada estrechamente a él. Todo lo anterior me sirve como preámbulo para referirme al encuentro sostenido este lunes por el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, con los 300 “líderes más influyentes de México”, ante quienes manifestó que “antes el mandatario federal era el gran ‘Tlatoani’ que podía decidir la remoción de gobernadores y alcaldes, lo cual es evidente que no se puede hacer (ahora)”, aludiendo desde luego a Fernando Larrazábal, presidente municipal de Monterrey, involucrado en un grave escándalo de corrupción. Sin embargo, tras el cónclave mencionado, cierto personaje de la alta jerarquía eclesiástica nacional expresó que “yo le pediría al próximo presidente de México, primero, ser eficaz y mantenerse ocupado y preocupado por el pueblo; y después, que no se clave mucha lana, con eso me conformo”.
Calderón Hinojosa habló ante varios precandidatos a la presidencia de la República, como Josefina Vázquez Mota y Ernesto Cordero, del PAN, y Manlio Fabio Beltrones, del PRI, además de empresarios, líderes sociales, periodistas, jerarcas de distintas iglesias, legisladores, gobernadores, funcionarios públicos de distintos partidos, etcétera, a quienes reprochó mantenerse al margen de la política y zanjar las críticas en la prensa. Y en el discurso presidencial, de un Felipe Calderón que en ese momento ya se encontraba visiblemente emocionado tras su visita al Centro de Convenciones de Xochitepec (Morelos), surgió la parte medular: “Ser político es del ‘cocol’. Hay que estar en la política, ir a la prueba del ácido y encontrarse con la gente de los votos. Sí, sí me estoy refiriendo a ser candidatos y candidatas. Sí, me estoy refiriendo a esa actividad deleznable, porque la verdad, es del ‘cocol’; digamos, ser político y aguantar todo lo que se dice de los políticos en este país. Tenemos malos políticos, hombre sí”.
¿Hubo en la siguiente expresión un acto anticipado de campaña? Chequen ustedes: “Así que yo quiero invitarlos, amigos, de corazón, a que estas elecciones (las del primero de julio de 2012), si no les gustan los partidos políticos, hagan un partido político. Si no les gustan los candidatos a diputados, sean ustedes candidatos a diputado. Si no les gustan los candidatos a presidentes municipales, gobernadores o presidentes de la República, sin agraviar a los presentes, sean ustedes los candidatos y tomen ustedes, líderes de México, a México en sus manos”. Y añadió las siguientes palabras que, según mi particular opinión, arrasó con propios y extraños (es decir, los políticos y funcionarios de cualquier signo partidista): “En México tenemos una política lejanísima de los ciudadanos, y los políticos tenemos que acercarnos a los ciudadanos, sí, pero también los ciudadanos tienen que acercarse a la política, hacerse políticos. Tomen a México en sus manos”.
Así las cosas, estimados lectores, Felipe Calderón se proyectó anticipado respecto al final de su carrera política, pero también sentenció a la extinción a una de las partes medulares sobre las cuales se sostiene todavía el “sistema” político mexicano, cuyos fundamentos son la corrupción y los delitos mencionados por este columnista al principio, mismos que se están repitiendo en el añejo proyecto de la ampliación de la autopista La Pera-Cuautla (costará más de 500 millones de pesos), donde las mafias sindicales se disputan un contrato colectivo de trabajo para el porteo de materiales, mientras que determinados empresarios de la construcción, aliados al director del Centro de la SCT en Morelos, Fidel Giménez-Valdez Román, se alistan para empezar a recibir las ministraciones correspondientes. Entre esos constructores se encuentran los de siempre, los favoritos de dicho funcionario. ¿También en esta parte de un gobierno panista es deleznable la política? Hay quienes opinan que no. Luego seguimos con este tema.
1 comentario
Hey
Te falto lo del mega puente en Palo bolero, es un super… Compartelo!