En ese tiempo, el autor filmó las obras Libre de culpas –su ópera prima y tema de la primera charla-, Una de dos –su cuarta producción y el diálogo fue a propósito de su estreno, aunque ya había filmado En las arenas negras y Fandando, sin exhibirse todavía al momento de la conversación- y Luces artificiales, cuando anunció el inicio de la grabación de ése, su séptimo largometraje, ya que había dirigido otras dos: La quietud y el fugo, y El baile de la iguana, realizadas en formato digital y presentadas en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, en 2005.
*El interés por el cine es anterior a la literatura
-¿No basta la literatura para comunicarse con los otros, para expresarse uno? ¿Por qué el cine?
-De hecho el interés por el cine es anterior a la literatura: yo empecé a actuar cuando tenía quince años, en una película de Edgar Mijares, un amigo mío, y me inicié en la escritura varios años después, cuando tenía 18.
Literatura y cine siempre los he ido entremezclando y la idea de dirigir cine siempre la tuve conmigo, hice cortometrajes hace muchísimo tiempo, después entré a la escuela de cine y sólo las limitaciones económicas me impidieron hacer más cine; escribir es mucho más sencillo que filmar, pues los medios están más a tu alcance, pero incluso en lo que yo escribía había una visualización de las cosas que yo sentía que eran cinematográficas.
-Ya es lugar común hablar del reto que para un escritor representa la hoja en blanco, ¿cuáles serían en cambio los retos a los que se enfrenta un director en su ópera prima?
-Hay muchas dificultades. Para empezar, la presión de un largometraje es fuerte, pues hay un sinnúmero de decisiones a tomar cada día, desde emplazamientos de cámara, direcciones de actores, a veces cambios de última hora; el guión es otro de los puntos más difíciles, como autor y director me di cuenta, por ejemplo, que hay diálogos que en papel se ven bien y, sin embargo, una vez dichos, no tienen la misma consistencia.
Hay gente que no aguanta y truena a las pocas semanas, se tiene que llamar a otro director o las películas quedan inconclusas; yo creo que por eso se les da tanta importancia a las primeras películas, a las óperas primas, porque se sabe que es un reto muy grande, como echarse a nadar en un mar abierto sin experiencia previa, ¿no?, cuando sólo hemos nadado en alberquitas, por todo eso es difícil.
Domingo 1 de agosto de 1999.
*El cine nacional debe trabajar todos los géneros
-¿Es cierto que las películas que les gusta a los críticos no agradan al público y viceversa?
-Esa afirmación tiene tanto de verdad como de mentira. O sea, a veces sí y a veces no, pero hay películas como las de Coppola, Scorsese o los hermanos Cohen donde han coincidido en un gusto tanto muy amplio como especializado.
-¿El destino del cine mexicano estará en la comedia para que pueda mantenerse en cartelera más de una semana?
-Lamentablemente ha sucedido así, pero yo creo que el cine nacional debe trabajar todos los géneros; creo que el público también debería de ampliar sus horizontes y buscar otro tipo de películas, a mirar un poco más al cine europeo que al hollywoodense.
En Una de dos el género empezó a surgir a partir del trabajo sobre el guión, más como un resultado que como un objetivo previo; mucha gente señala que aunque es comedia y el público se ríe en las funciones, no es de pastelazos, es un poco más fina, de un humor que se da sobre todo por las situaciones, y no tanto porque un actor esté deliberadamente tratando de hacernos reír.
En los diálogos se maneja un tipo de humor que Daniel Sada (autor de la novela en la que se basa la película y coautor del guión cinematográfico) conoce mucho mejor que yo, porque es como una ironía muy sutil de los norteños, es un chiste como suavecito, que no es tan ofensivo como el humor del centro de la República, pero que, sin embargo, en ciertos casos, puede resultar, incluso, mucho más gracioso.
Domingo 4 de mayo de 2003.
*El mercado es secundario, para mí lo principal es la obra
-¿Por qué su insistencia en seguir haciendo cine?
-Yo empecé como escritor de cuento, novela, teatro, y para mí, simplemente soy un autor; entonces equiparo mucho esto de la creación fílmica a la tarea de un escritor o de un pintor, que sigue trabajando por su cuenta, sin pensar excesivamente en el mercado, que para mí siempre será secundario; lo principal es la obra.
-¿Y qué le permite hacerlo?
-Hasta la fecha en lo económico, todavía soy integrante del Sistema Nacional de Creadores, pero se me va a acabar en diciembre. Estos años los he podido dedicar más al cine gracias a ese apoyo del FONCA, es una beca de tres años y hay que esperar después como año y medio, por lo menos, para volver a aspirar a ella.
-¿Qué le permite expresar el hacer cine?
-En el plano creativo, yo me imagino que el deseo de contar historias sería como la fuente; a diferencia de otros colegas y actores, afortunadamente yo no carezco nunca de una historia que contar; hay amigos que se reciben de las escuelas de cine y, sin embargo, no tienen un guión. Entonces se pasan muchos años buscando el guión adecuado, en mi caso sucede un poco al contrario: que mientras más filmo de todas maneras tengo guiones en el cajón; después de la película Luces artificiales, tengo otros guiones. En estos momentos todavía no están listos, pero sé que si me pongo a trabajarlos, en dos o tres meses ese guión ya me da la posibilidad de volver a filmar.
Es por eso también que no me pienso esperar a recibir un apoyo de Imcine o el fondo, porque el tiempo pasa y la manera de adentrarse un poco más en el oficio de cineasta es no dejar de trabajar.
Domingo 17 de julio de 2005.