La necesidad general y excesiva de adquirir cosas en un súper, centro comercial o mercado, aún cuando no se requiere de gran parte de lo que se adquiere se denomina “adicción a las compras”. Toda adicción es una forma de evadir la realidad y de hacerla soportable. El que se dependa de llevar a cabo dicha actividad la vuelve algo parecido a la droga o el alcohol, aunque no es precisamente una adicción que afecte físicamente al organismo, algo está buscando la persona que la practica.
Vivimos en una época de consumismo. Hay centros comerciales por todas partes y siempre te ofrecen más de lo que realmente necesitas para vivir. Parte de la forma de pensar del consumismo es crear necesidades de cosas realmente innecesarias o no indispensables para vivir.
Quienes padecen de la adicción a las compras pueden enfocarse en ciertos productos o simplemente sentirse mejor cuando van a comprar. Pueden comprar más de lo que pueden consumir, y generar un gran desperdicio, acumular en sus casas y aún así, salir de nuevo a comprar.
Hay quienes continuamente cambian cierto tipo de cosas por nuevas, aún cuando las anteriores estaban en buen estado, con tal de “estrenar” o modificar su entorno con la novedad de ciertos productos.
Se puede convertir en una conducta compulsiva e irracional y en este caso se le llama “trastorno de compras compulsivas” (conocida como TTC) en las clasificaciones psiquiátricas de enfermedades mentales. Esos casos son más graves y se requiere el uso de ciertos psicofármacos para su control. Pueden conllevar problemas serios de endeudamiento, mentiras y una necesidad irresistible de comprar de forma masiva objetos superfluos, acompañados de sentimientos de ansiedad, irritabilidad o malestar.
En este artículo no nos referimos a la TTC, sino a un estadio quizá anterior y más inofensivo, pero que esconde de todos modos una desestabilización emocional. La adicción a las compras es esta necesidad de llenar un vacío, de “sentirse mejor” o de “distraerse” yendo a comprar, evitando así el ocuparse de los problemas emocionales que se experimentaban de momento.
Aunque no tan grave como la TTC, también afecta a la economía y el consumismo en el que la gente compra como una distracción, como una forma de pasear y distraerse y no porque realmente necesiten de ciertas cosas. Se ha vuelto una manera de emplear el tiempo libre y relacionarse sin realmente relacionarse a un nivel personal e íntimo, sino impersonal y como parte de una actividad que manifiesta un estatus, una capacidad de compra y de sensación de poderío económico.
Explorando más a profundidad podemos encontrar que las personas que son adictas a las compras suelen estar insatisfechas de su vida, con una socialización restringida, con problemas emocionales sin resolver y/o cierto desorden en su hogar y en sus actividades. Personas con depresión que intentan sentirse mejor yendo a comprar, olvidándose de sus problemas. Quizá paseen por el súper o la plaza comercial, quizá adquieran una u otra cosa que en realidad no era necesaria, pero logran sobreponerse y “pasar el rato”. Se vuelve grave cuando se necesita hacer cotidianamente y como con la necesidad de “gastar” o al menos sentirse “a la altura de poder comprar”. Puede encerrar miedo a ser pobre, a no tener suficiente, a no ser apreciada o importante, puede ser muestra de otro tipo de problemas emocionales. Además de que es fomentado por la propaganda. Quienes padecen de este comportamiento pueden tener algún trastorno alimenticio, generalmente obesidad u otro trastorno del estado de ánimo.
Cuidar nuestra economía, no dejarnos llevar por la propaganda e identificar la verdadera razón de “ir de compras” puede ser crucial para algunas personas. Quizá están exhibiendo ciertas carencias de convivencia y vida social. Pueden estar sustituyendo actividades recreativas fructíferas con ver en los anaqueles cosas que no necesitan como quien ve a los animales tras las jaulas de los zoológicos. Es una actividad que además puede hacer sentir a las personas carentes y deseosas de muchas cosas que quizá no puedan adquirir ni lo necesiten. Y que enfoquen su vida a conseguirlas cuando sería más fructífero enfocarse en dedicarle tiempo a un amigo o ir a ver a los familiares, ir a un curso de superación personal o asistir a una psicoterapia a trabajar de una vez el por qué se sienten insatisfechas y tristes.
La psicoterapia puede ser ese espacio en el que se puede explorar por qué está siendo necesario para alguien evadirse de la realidad frecuentemente a través de “ir de compras”. Se trata de no caer en la trampa del consumismo, del individualismo, de la soledad y del “llenarse” con lo que no llena: cosas, cosas y más cosas. Si ya afecta seriamente la economía, se ha vuelto una enfermedad y se ha complicado al grado de que hay un serio endeudamiento, mentiras y compras de objetos inútiles, es preciso trabajar conjuntamente una psicoterapia y un tratamiento psiquiátrico para lograr vencer el trastorno de compras compulsivas, más grave que el que hemos enfocado de adicción a las compras. La diferencia es de grado, y en el segundo caso la persona es más consciente de lo que hace y puede detenerse antes de que se vuelva grave.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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