La mayor parte de nosotros vivimos llevando a cabo actos “naturales”. Esto es lo que brota de nuestra naturaleza humana más terrenal, más infantil. ¿Cómo somos “naturalmente”? Todos nacemos de una madre de la que somos sumamente dependientes. Una persona, ella o su sustituto nos presentan el mundo y su cariño es todo para nosotros.
Aprendemos desde nuestra aparición en este mundo la “delicia” de ser el centro de atención de la persona que nos protege, que nos cobija, que nos ama, que nos mantiene en la vida y que nos abre el mundo. Desde esa vivencia nos acostumbramos a que todo venga a nuestras manos en cuanto “lloramos”. Descubrimos que parte de la vida es padecer dolor, el dolor del hambre, de las diversas incomodidades. Comenzamos a desear lo que nos hace “estar cómodos”. Consideramos “enemigos” a los que nos sacan de ese estado agradable. Queremos todo para nosotros.
Así fue al principio y con el tiempo tenemos que aceptar que no somos los únicos, pero deseamos continuamente “ser los únicos” para alguien o para alguna proeza. Nos encanta que nos vean y resalten lo que hacemos bien. No hay nada más gratificante que ser amados y que otra persona viva para nosotros y “tener el control” para no sufrir. Que las cosas ocurran como queremos, que hagamos lo que nos gusta, que no nos pidan algo que compromete todas estas fantasías. Repasémoslas: fantasía de omnipotencia, fantasía de ser único, fantasía de que todo giran en torno nuestro, fantasía de que lo mejor es lo cómodo, lo agradable y lo que me gusta, la fantasía de que tenemos el control, la fantasía de ser amado sólo por estar allí, la fantasía de que podemos evitar sufrir, la fantasía de que alguien “necesita hacernos centro de su vida”, etc.
La naturaleza del ser humano implica muchos más elementos, pero para el tema que nos ocupa nos bastan los anteriores. ¿Cuál es este tema? El amor.
Los actos sobrenaturales son los que están por encima de lo natural, exceden lo que por naturaleza solemos hacer. Es no hacer lo que naturalmente se esperaría, sino lo que sólo quien ama hace por su amor y por su calidad moral. Es dejar ese lugar especial de consideración, de control, de no dolor, de comodidad y de centramiento en nosotros. Alguien que quiere crecer espiritualmente, es decir, colocarse por encima de su naturaleza pedestre y elevarse hacia lo más valioso, hacia lo más grande, bello, verdadero y bueno, hacia Dios, hacia lo mejor que puede dar un ser humano, debe poder actuar sobrenaturalmente.
Para poder comprender los actos sobrenaturales por amor que nos elevan por encima de nuestra naturaleza vamos a poner algunos ejemplos. Veremos en ellos que por encima de nuestro orgullo, nuestra complacencia o nuestra necesidad de ser los importantes, está el acto amoroso.
La amiga de alguien puede estar pasando por momentos críticos y aunque no esté de buen humor ese alguien escoge estar con ella, aún cuando la pase mal y no haga caso a sus propias preocupaciones. Lo natural sería que la dejara y cuando “ya estuviera de mejor humor” buscarla para pasarla bien. Ese alguien actuó sobrenaturalmente, por encima de su necesidad de pasarla bien, estuvo para esa persona en las malas, por amor.
Una madre abandona a su hijo y no vio por él la mayor parte de su vida. En su vejez requiere de ayuda y ese hijo se la da, no le guarda rencor y es sensible a su necesidad, aunque “no se lo merezca”. Lo natural sería que quisiera pagarle con la misma moneda y hacerle lo mismo, abandonarla. No darle nada, pues tampoco ella le dio. Ese hijo actúo sobrenaturalmente, por encima de su percepción de injusticia y de “vengarse”, honró a su madre en su necesidad sin mirar al pasado.
Una esposa es engañada por su esposo. Su infidelidad la marcó profundamente. Él se arrepintió, pidió perdón. Lo natural sería que lo dejara. Pero ella “intentó perdonarlo”. Al no hacerlo realmente la situación empeora. Es natural que no tenga más confianza y se la pase vigilando cada cosa que hace su esposo y se pone aprehensiva si él se sale de su rutina, le revisa todo. Y cuando supone algo arma un pleito. Y él ya no sabe qué hacer. Se desvive por recuperarla y que le crean. Cometió un error, pero está sinceramente arrepentido. El acto sobrenatural sería perdonarlo realmente y volver a confiar en él. Si no lo fuera, en él quedará, no en ella que decidió salvar el amor aunque no haya sido ella la infiel.
Los actos sobrenaturales de amor son actitudes, reacciones, decisiones no naturales, que no responden a nuestra más básica naturaleza egocéntrica, orgullosa y llena de importancia personal. Sin embargo, son un acto preciado que debe darse a las personas correctas en el momento correcto. No es un acto sobrenatural por amor el seguir con el esposo alcohólico, agresivo e infiel, sino un acto de tolerancia de la maldad humana que no está bien. Aún Jesús cuando defendió a esa mujer infiel de ser apedreada cuando por haber sido infiel, él dijo que “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra” y nadie lo hizo, pues no hay nadie que no haya hecho algo malo. Sin embargo, le dijo que se fuera y arreglara su vida.
Si el otro no arregla su vida podemos perdonarlo, como acto sobrenatural de amor, pero alejarnos de esa persona y de la actitud que emana, si no puede llevarnos con ella al hoyo.
A veces, realmente no tenemos grandes tragedias en nuestra vida, sino que tenemos demasiado orgullo y no queremos doblegarnos y aceptar que las cosas no se nos van a adaptar a nuestro capricho ni giran en torno nuestro. Que quizá ni siquiera sea la otra parte la única que ha fallado, sino nosotros también. O que podríamos encontrarnos en su lugar y querríamos que tuvieran un acto sobrenatural de perdón y de actitud “como si no hubiera pasado nada”.
Además, el acto sobrenatural en el fondo no es para la otra persona. Alguien que contesta bien a un mal es más grande espiritualmente, y muy probablemente levante a quien haya caído. Al menos no será su cómplice. Pues cuando contestamos una afrenta podríamos convertirnos en peores personas que las que nos ofendieron.
El tratamiento psicoterapéutico nos ofrece la posibilidad de desahogar la ira, reparar el daño de la herida emocional y encontrar en ello y en Dios la fortaleza para llevar a cabo ese acto sobrenatural. Los actos sobrenaturales son actos que podemos volver cotidianos si nos decidimos. Pero para tener dominio sobre nuestra naturaleza, nuestro orgullo y egocentrismo es necesario mucho trabajo interior y una restauración plena de la relación con Dios que nos permita una comunión intensa y cotidiana con Él.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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