La multiplicidad de piezas elaboradas a mano que se exhibe dentro de las salas, es un auténtico prodigio surgido del talento y el orgullo de quienes se saben miembros de una poderosa raíz milenaria.
Doscientos objetos en exhibición permanente, dan cuenta de la riqueza que brota desde las ocho regiones de esta entidad, que buscan un primer acercamiento con los visitantes a través del placer de mirar el trabajo bien hecho, en donde se deposita paciencia y pasión.
A decir de sus directivos, en el MEAPO se cuenta con un vasto acervo: 300 piezas elaboradas en barro negro; una colección de 350 trabajos en madera; un conjunto de 80 piezas donada por Juan Coronel Rivera, nieto del muralista Diego Rivera; 40 piezas de jóvenes artesanos de las ocho regiones del estado, donada por la Fundación Amigos del Arte Popular de Oaxaca con sede en Nueva York; 120 piezas de maestros del arte popular y 50 donaciones de piezas en diferentes técnicas.
El asombro va en ascenso frente a creaciones insólitas como La plaza grande, en donde se recrea con totomoxtle –la cubierta seca del elote- el proceso de trueque que aún persiste entre los pueblos de la entidad; o bien, ante un Conejo tosli, decorado de forma impresionante, y que de manera reciente regresó de su exhibición en Washington.
De la misma manera, la fascinación se ancla en la mirada al contemplar el estampado de un textil elaborado en telar de cintura, de San Mateo del Mar o una pasmosa miniatura creada con pasta de maíz y cajitas de cerillos, en donde se aprecia ni más ni menos que la Fiesta en Juquila.
Sin embargo, quien recibe al público en la primera sala de este museo son las bellísimas obras elaboradas en barro negro, que ha vuelto famoso a este poblado. Es un recorrido que va, desde las primeras piezas utilitarias encontradas en la comunidad, hasta las aportaciones más innovadoras creadas en los últimos años.
*TRADICION E INNOVACIÓN