Un universo en torno a la letra “K” es lo que invade las salas de la planta alta del Museo de la Ciudad de Cuernavaca, que exhibe su diversa obra monocromática de manera retrospectiva.
El espectador no se queda impasible ante las propuestas que presenta ese creador, el desconcierto lo asalta cuando en una de las salas que fue intervenida se topa con la instalación “Kaosmos mental”.
Colgados de cuerdas desfilan ante los ojos del visitante objetos como calaveras, pelucas, cojines, sombreros, paraguas, botellas, despertadores, un tablero de ajedrez, guantes, botas, libros, prendas de vestir, todos en colores blancos y negros.
Vuelve a asombrar con otro conjunto, esta vez una serie fotográfica digital a la que titula “Kabeza, yunque, tabike, kórnea…” y uno celebra trabajos como el llamado “Antikristosuperstar”.
Sin embargo, en una de las secciones algo inesperado espera a quien observa de manera minuciosa hasta las cédulas de los cuadros, por ejemplo, la de “Kosmogénesis” advierte que fue elaborado en técnica mixta, con pintura al óleo… y semen; “Kapoteósis” con pintura, lágrima y sudor; “Apokaolipsis, con acrílicos y excremento; y “Retrato”, con acrílicos y saliva.
Respecto de la muestra, Edgar Assad, responsable de la Dirección de Cultura de Cuernavaca comenta: “Kristian Kon K es un alumno de la Facultad de Artes que había solicitado el espacio para hacer una muestra retrospectiva, él está haciendo una reflexión a título personal de lo que ha sido para él su pasar por el arte. Es un artista muy expresivo, es actor, es performancero, tiene un personaje ya creado, con muy buenos resultados, es como un mimo”.
La reflexión que hace Kristian Kon K, prosigue, es reeditar, sacar todo lo que tenía como parte de su producción personal y generar una obra pintada durante todo el proceso de exposición. En la sala 2, en la planta alta, hay un caballete y un cuadro en proceso.
Considera que su obra “es fluctuante, tiene cosas muy bien acabadas, cosas a la impronta que tienen que ver con eventos como un performance. A mí me parece que su exposición tiene que ver, y ese fue uno de los motivos por lo cual está exponiendo en el museo, que cuando te topas con una obra de arte desconoces el proceso de la creación, tienes muy pocas oportunidades de vincularte con el artista que la generó”.
En este caso, acoto Assad, “el hecho de que Kristian Kon K haya traído sus productos artísticos de diez años a la fecha tiene que ver con que él mismo quiere que la gente conozca al personaje creador de esas obras. Son obras con la humildad que a él lo caracteriza”.
Expuestas así, dice, “son piezas que tienen que ver con años, con categorías, con su formación en general, entonces hay obras –digámoslo así- de baja calidad, pero que permiten encontrarse con él, cómo él fue creciendo como artista, cómo se permite y le permite a los visitantes que puedan hacer con él un examen de conciencia”.
-Me da la impresión de que en este caso busca escandalizar, es muy provocador.
-Claro, yo no estoy muy seguro, honestamente nunca se lo he preguntado y no quisiera porque creo que le robaría el encanto de la magia, pero cuando él pone que como técnica utilizó pintura, bastidor y semen, la gente no se debería de olvidar que los artistas son muy intensos y le echan las tripas, literalmente, pero ni siquiera quisiera preguntarlo. Si él lo deja allí y hacia la gente, habla de que la gente lee los textos.
Porque cuando uno se topa con una obra de arte te quedas con el encanto y la imaginación de la obra misma. Saber de qué está hecho como que pierde un poco el encanto.
Pone un libro porque para él es muy importante lo que la gente opina respecto a su obra y ha habido comentarios muy mordaces, porque la obra, evidentemente, tiene calidades. Si estamos hablando que en la parte baja los alumnos presentaron obras exquisitas, así de nivel internacional y uno llega y se topa con ejercicios, no necesariamente con obra acabada, como la de Kristian Kon K, entonces la gente se violenta, dice qué es esto.
También hay gente que es muy solidaria con él, como artista, y le dice que le siga talachando, que por ahí la lleva, le recomienda y le da tips.
La gente común y corriente, que tiene un ojo sano, que no está vinculada con ninguna corriente, ni pretende ser un sabedor, le dice cosas cercanas. Y esa reflexión y esa comunicación entre el visitante y el artista siempre es favorable. Para nosotros, como ciudad, es muy importante que generemos espacios de comunicación entre el visitante y los artistas.