“La irrupción de una emoción se produce de súbito y espontáneamente, como resultado de haberse resquebrajado momentáneamente la defensa muscular, pero el trabajo no queda allí.”
Wilhelm Reich es el iniciador de la terapia bioenergética. Sostuvo que “la rigidez de la musculatura es el lado somático del proceso de represión y la base para la continuación de su existencia” (Reich, 1948, p. 236, citado por Fadiman y Frager, 1976, p. 126).
Alexander Lowen y John Pierrakos continuaron la línea desarrollada por Wilhelm Reich. Encontraron que ciertas posturas y su sostenimiento producen la vibración de la musculatura siguiendo las reglas descubiertas por Reich. Esto es, una energía oscila de pies a cabeza y de cabeza a pies, cuya pista se sigue por la obvia vibración de los músculos de manera involuntaria, continua o discontinua, que expande el organismo.
Ante esas reacciones, dependiendo del individuo, se despiertan todo tipo de defensas frente a la sensibilización y/o brote de emociones de manera abrupta e involuntaria. Los terapeutas psicocorporales hilamos estos datos con interpretaciones deducidas de los postulados reichianos sobre la coraza caracterológica y muscular y elaboramos estrategias para proseguir el rumbo que permita que la energía fluya con más libertad, y las defensas sean concientizadas y movilizadas hasta cambiar las respuestas musculares y bioenergéticas para que sigan el patrón del placer o expansión del organismo.
Es necesario recalcar que la bioenergética no busca la catarsis por sí misma ni es ese su objetivo. Aunque todos cuando desahogamos una emoción nos sentimos mejor no quiere decir que hayamos hecho bioenergética. En la bioenergética se trata de ubicar las defensas para sentir nuestras emociones y cambiar patrones fijados, esto es, eliminar la coraza o volverla fluida. Esto implica un trabajo de elaboración de los conflictos inconscientes surgidos durante la práctica de la bioenergética. Se lleva a cabo, entonces, un trabajo de pensar y no sólo de sentir. Además se trata también de conducir al organismo a romper sus patrones rigidizados de respuesta, todo lo cual nos indica la dirección y/o la interpretación por parte del psicoterapeuta del proceso catártico, si este surgiera espontáneamente en la práctica bioenergética. Es importante hacer hincapié en que la irrupción de una emoción se produce de súbito y espontáneamente, como resultado de haberse resquebrajado momentáneamente la defensa muscular, pero el trabajo no queda allí. Es necesario ayudar al consultante en varios aspectos:
1. Que reconozca su emoción. Este es un objetivo crucial. Hay personas que niegan sus emociones, aún presentando la expresión física y/o con la alteración fisiológica que es manifestación de las mismas.
2. Ayudarle a desenvolver su emoción de principio a fin. El principal problema de la coraza es el miedo a sentir y dejarse ir en una emoción. El consultante por lo general va a hacer aflorar todo tipo de defensas frente al brote de su emoción. Romper esas defensas, en la medida de lo necesario y adecuado en ese momento, es tarea a la que incita el psicoterapeuta.
3. Cuidar que continúe el libre fluir de la bioenergía. En algunas ocasiones surge una emoción “falsa” o que representa una capa que cubre otra emoción más intensa o más amenazante para el individuo. El psicoterapeuta necesita cuidar que a pesar del brote de la emoción, la postura o el ejercicio bioenergético no se deje de realizar. En caso de dolor muscular intenso, cansancio inaguantable o bloqueo de la emoción, el psicoterapeuta debe modificar el ejercicio bioenergético para favorecer el proceso, cambiarlo por otro o, incluso, interrumpirlo. De lo que se trata es de conservar en lo posible el libre flujo de la energía haya o no emoción. Y cuando ésta se presente es importante no concentrarse en ella, sino en el libre fluir de la energía. Aunque una y otra están enlazadas, determinándose mutuamente.
4. Interactuar con el paciente mediante interpretaciones u acciones. En el momento del fluir de la emoción o cuando se ve que está por surgir, pero el consultante hace algo para evitarlo, el psicoterapeuta, mediante la lectura del cuerpo, su contratrasferencia y otros elementos técnicos de comprensión, puede formular interpretaciones de lo que supone está ocurriéndole al paciente y decírselas, o alentar su emoción, provocándola o realizando una acción concreta para liberar la emoción o para estimularla.
5. Realizar manipulaciones físicas o proponer actuaciones. También mediante la lectura del cuerpo, la contratrasferencia y otros elementos técnicos de comprensión el psicoterapeuta localiza las zonas de bloqueo y de tensión muscular que obstaculizan la expresión de la emoción. Una vez ubicadas se opta por el cambio de ejercicio bioenergético, el masaje o la irradiación energética de la zona bloqueada. Se trata de favorecer la irrupción de la emoción. De acuerdo a la percepción de la situación se ofrece al consultante que actúe lo que siente golpeando cojines, hablando en voz alta a la persona a la que parece referida la emoción o se interactúa con él para representar a dicha persona. Allí el psicoterapeuta se guía una vez más por su intuición, con base en los elementos técnicos antes mencionados.
6. Utilizar imágenes mentales o repetir frases. Si la emoción está allí, pero el consultante no la reconoce o no acepta cómo la retiene, se le puede pedir que observe si viene a su mente una imagen, un pensamiento, una sensación o un recuerdo. Una vez reconocidas estas actividades mentales el psicoterapeuta favorece la construcción de una actuación de la emoción que se supone por irrumpir a partir de esos elementos surgidos. Esto puede provocar que la emoción fluya y se deje de imaginar para arribar al recordar viviéndolo. Si no surge nada en la mente del consultante, se le ofrece una actuación conjeturada por el psicoterapeuta. Y se hace lo mismo que si fueran actividades de la mente del consultante.
7. Desmantelar la defensa. Una vez aflorada la emoción surge, por lo general toda la memoria que llevó al consultante a la decisión de acorazarse, esto es, de bloquear su emoción. Se trata de dejar hablar a éste sobre su experiencia, ayudándole a elaborar los datos que surjan, haciendo las interpretaciones pertinentes o brindando algunas actividades que favorezcan la recuperación e integración de la emoción dentro de la experiencia del individuo. Esto es lo que, en parte, porque la noción es más compleja, llamamos crecimiento emocional.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para ciberterapia a Colima al teléfono 01 312 3 30 72 54
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