ara el fallecido artista mexicano Rolando Guillermoprieto (Ciudad de Mexico, 1938 - Cuautla, Morelos, 2013), el panteón de las principales deidades mexicas no era un espacio de oscuridades, sino todo lo contrario: era un lugar en donde la vida florecía de manera luminosa.
Esa es la impresión que, en primera instancia, queda en el ánimo del espectador que sube a la planta alta del Museo de la Ciudad de Cuernavaca (MuCiC), para observar un conjunto de piezas fastuosamente coloridas que se presenta en el pasillo sur del recinto bajo el título “Los dioses y fuerzas de la naturaleza”.
La muestra es un conjunto de representaciones de deidades prehispánicas o más bien, resume la apropiación personal y estética que de ellas hizo el artista plástico.
Es significativo conocer que el pintor luchó durante varios años en contra del cáncer –enfermedad de la cual murió-, pero su vitalidad para esa ardua disputa aparece, inagotable, en el mosaico mítico que creó.
La familia del artista ha informado que una vez que concluya la exhibición de las piezas, el próximo 23 de enero, éstas serán donadas al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Delegación Morelos, por lo que, seguramente, estarán en exhibición permanente en algún centro hospitalario de la dependencia, con la que el pintor quedó agradecido por los tratamientos que recibió durante su batalla personal.
Todas las obras son óleos que fueron plasmados en círculos de pequeño y mediano formato, éstos últimos con 121 centímetros de diámetro.
Las piezas se titulan “Quetzalcóatl”, “Coatlicue-Diosa Madre”; “Agua-Tláloc”; “Aire-Ehécatl”; “Fuego-Tonatiuh”; “Diosa de la Tierra”; “Huehuetéotl-Dios del Fuego”; “Tonatiuh-Dios del Sol”; “Tláloc-Dios del Agua” y “Coyolxauhqui-Diosa de la Luna”.