Es común que a lo que no es bueno para nuestra mente o nuestro corazón le demos libre acceso, porque se disfraza de algo bueno, de algo que podría ser “un sueño hecho realidad”. Es sorprendente lo fácil que es encontrar puerta abierta a cosas aberrantes que en su comienzo se presentan como lo que tanto se necesita. Eso es lo que parece al comienzo de la película “50 sombras de Grey”.
Hombre guapo, joven, adinerado, con carisma, pero… tiene un pequeño detalle… está enfermo, por cierto de una enfermedad muy común: sadismo egoísta. Claro, tiene un tremendo pasado que lo marcó.
Lo difícil de las personas que han vivido un trauma es que no lo transmitan a las personas que los rodean. A veces, irónicamente la mente repite el daño sufrido e impulsa a repetirlo, a veces en un intento de buscar una salida, hacer las cosas diferentes, a veces vengativamente perpetúan el daño en terceros para culpabilizar al que empezó o en otras ocasiones porque es lo único que conocemos y lo buscamos como en un “retorno al hogar”, a lo que nos acogió, a nuestras raíces familiares.
Podemos quedar atrapados en nuestras miserias y en repetirlas generación tras generación. Es un camino que parece ser absurdo: volver a repetir lo que nos duele y que parece una actitud masoquista.
Christian es un hombre abusado sexualmente que perpetúa el abuso. Llama la atención que agradara tanto la novela de un enfermo. Quizá porque nuestro tiempo está lleno de Greys, es decir, de personas que vivieron infancias terribles y que no sanan y se las hacen vivir a los suyos, a los que los rodean. Y de Anastasias, víctimas ingenuas que se dejan llevar por el deslumbramiento del amor a aceptar condiciones destructivas para su persona. Vírgenes ingenuas buscando amor y encontrando la podredumbre social.
En la película, se insinúa que el amor resquebraja la actitud defensiva de Christian, quien vive amurallado protegiendo su corazón de enamorarse por ser éste un estado vulnerable en el que “pierde poder” y se abre a ser lastimado.
Además que cualquiera que se dispone al amor vive un proceso en el que “lo peor de sí mismo” se vacía y puede en ese momento tener la oportunidad de concientizarse de su dolor y sanar.
Vemos al personaje resistiendo al amor y ofreciendo en cambio todo tipo de bienes materiales para garantizar que la persona que está con él se deje maltratar, se deje controlar y sobre todo, que “no se vaya”.
En esta novela vemos exhibidos los problemas psicoterapéuticos más frecuentes: el deseo de poder en las relaciones humanas, el problema de los traumas de abuso sexual, la violencia que acaso en muchas relaciones no sea de “juguetes sexuales para torturar”, pero sí de agresiones verbales y de manipulaciones psicológicas para lograr de la otra parte la sumisión. Los que quieren ser amos, tener el control de la relación para “garantizar” que no serán lastimado(a)s. La ingenuidad de muchas mujeres que buscan ser amadas por un hombre que “sea joven y rico” cuando lo que importa es la salud de su mente y su corazón y su disposición para amar verdaderamente, buscando superar su egoísmo, sin control, aceptando que somos libres y que por lo tanto no podemos obligar a la otra persona a que nos ame como nosotros queremos.
Lo peligroso de la película, no sé de la novela, es que algunas personas lo tomen como parámetro de lo que es normal. Y este es un tema polémico: ¿Qué es normal en el sexo? ¿Qué no se aplica la regla que en el sexo se vale de todo? La película, la novela nos insinúa que el verdadero sexo es el sexo con amor en el que se respeta lo que la otra parte quiere o no quiere y que lastimar no se vale, disfrutar de dominar y de someter o de ser lastimado o dominado.
En fin, ese mensaje está velado y parece lo contrario lo que afirma pues exhibe más el sexo enfermo de Christian, resultado de su trauma con la pederasta que lo abusó por años, así como su triste nacimiento de una madre prostituta consumidora de crack.
Está película disfraza lo malo de bueno y es confusa en su mensaje, pero al fin y al cabo retrata parte de las miserias humanas. Ninguna violencia está justificada. Los seres humanos somos más complejos, somos libres, escogemos y nadie puede imponernos un modo de vida. Si actuamos haciendo algo malo, destructivo y lo disfrazamos de bueno, si vivimos doble vida es hora de que consultemos al psicoterapeuta y encontremos lo que honesta y verdaderamente colma nuestro ser y salgamos del infierno de dejarse torturar “con tal que me quieran”. O peor aún, “para disfrutar de los bienes materiales”.
Y si has sido abusado, romper el silencio y parar la propagación del mal evitando hacérselo a otros. Este problema es más común de lo que puedan imaginar aquí en Colima. Hay tanta gente sufriendo violencia, manipulación o emborrachándose en el sexo más miserable que hay: en el que te usan, te maltratan y todavía obedeces y haces lo que tus amos dicen.
¿Quiénes son tus amos? A veces es alguien externo, a veces son tus propias pasiones, tus instintos, tus deseos irrefrenables. ¿Eres presa de ellos hasta la tortura y la vejación? Ya no aceptes más, parece bueno dar rienda suelta a nuestros deseos, pero en realidad sin guía pueden desquiciarnos.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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