Con una gran convocatoria por parte de la comunidad universitaria, la muestra fue inaugurada al mediodía del pasado miércoles 20 de agosto, aunque de manera previa estuvo expuesta, de junio a agosto de este año, en la Galería del Colegio Cristóbal Colón. 

Aunque no se trata de una exposición de jóvenes que han concluido su carrera –los 16 autores cursan el noveno semestre en la institución-, el visitante puede dar cuenta de quiénes de ellos tienen una propuesta más acabada, quiénes se atreven a arriesgarse más y a exponerse con mayor audacia.

En el recorrido, el público podrá encontrar desde una escultura de un caballo -en un castillo de varillas que, metafóricamente, aspira a seguir construyéndose con otro piso encima, como lo muestran las botellas de la cúspide, tal como lo hacen los constructores mexicanos-, en cuya base se alcanza a ver el talón de un zapato tenis enterrado en el cemento; representaciones de esqueletos completos con círculo de máscaras a su disposición; y hasta dibujos poéticos, que llaman la atención no sólo por los textos que bordean las imágenes, sino también por la recurrencia del pequeño listón rojo que aparece en su interior, entre muchas otras piezas. 

La calidad académica de instituciones como el Centro Morelense de las Artes y la Facultad de Artes de la máxima casa de estudios de la entidad, obligan periódica y periodísticamente, a estar al pendiente de la exhibición creativa del talento que brota de esos espacios educativos. 

En esta ocasión, los alumnos –algunos de los cuales ya delinean su nombre artístico- que presentan su trabajo, son: Azucena Urbina, Edrén García, Mariel OS, Rebeca Catalán, Eduardo Santoscoy, Elizabeth Cedillo, Silvestre Cervantes e Ismerai Reyes.

Así como Marvin Díaz, Juan José Martínez, Jonatan Carvajal, Elizabeth Ramírez, Moni McCumber, Héctor Bustos, Édgar Talavera y Emmanuel Morales, de acuerdo a los créditos del título de la entrada de la galería.
Precisamente ese Elefante Blanco al que hace referencia el nombre, suscita la evocación de aquella bella leyenda que cuenta el nacimiento de Gautama Siddharta, el Buda más conocido en Occidente. 

“Soñé que una refulgente estrella de cuatro rayos, desprendida de la frente de un elefante blanco que venía flotando en dirección a mí desde el horizonte oriental de Indra, penetraba en mi seno...”, apunta en su libro Los grandes maestros de la humanidad. Buda, Josefina Maynade, al recrear el momento en que la reina Maya le cuenta a su complacido esposo, el rey Sudhodana, el sueño del que acababa de despertar. 

Y más adelante, cuando el gobernante manda traer al palacio al superior de los brahmanes, a fin de que interpretara el significado de lo soñado por su mujer, el asceta le dijo:

“El sueño es en verdad una revelación celeste. Brahma, el gran conocedor y creador universal, representado por el elefante blanco, símbolo de la suprema sabiduría, proyectó sobre la pura reina... la estrella de un presagio sobrenatural. 

“Esa estrella que resplandecía en la frente del elefante blanco, representa el pensamiento y la voluntad creadores. Al introducirse el alado paquidermo en el seno privilegiado de tu esposa, anuncia la concepción de un hijo prodigioso”, el nacimiento de Buda, según la versión de Maynade. 

Pensamiento y voluntad creadores es precisamente lo que aflora en este juvenil muestrario artístico, curado por el profesor de la Facultad, Roberto Barajas, quien si bien no pudo estar presente en la apertura, sí dejó impresas sus palabras de presentación en un texto de sala. 

“En antiguas regiones de Asia el elefante blanco, mejor conocido como elefante albino –explica el catedrático-, se concebía como un símbolo sagrado por su naturaleza exótica pero, al mismo tiempo, como un castigo de los sultanes a los aristócratas deudores, a quienes les regalaban el elefante para cuidarlo con lujos innecesarios hasta conducirlos a la ruina.”

Una naturaleza estética sin fines de utilidad y que culminaba en una tragedia económica era el significado simbólico de este animal, sin la posibilidad de evadir su destino una vez encausado el castigo, añade Barajas. 

Y puntualiza que a partir de esa reflexión, los alumnos de la especialidad de creación artística, de la Facultad de Artes de la UAEM, trabajan desde diferentes disciplinas artísticas: grabado, pintura, gráfica, grafiti, escultura, entre otros, “en una narrativa visual el concepto de historia; enunciada desde lo inevitable y lo permanente, como objeto de estudio y de observación.” 

“La historia se inscribe, en este sentido, como monumento sagrado, visionario y trágico en una suerte anticuaria donde el hombre la representa intocable en la narrativa de su tiempo. 

“El elefante blanco al igual que la historia en el occidente, de manera metafórica, son inevitablemente sagrados y trágico al mismo tiempo, nosotros decidimos hacer de ellos una maldición o un discurso crítico de la historiografía como actualidad, sobre la anterioridad”, finaliza el curador. 

La exhibición de las piezas de Elefante Blanco está programada hasta el próximo 30 de septiembre del año en curso. 

Entre las piezas que emplearon diversas técnicas se encuentran trabajos como Parado, Renacer, Sincretismo (acuarela, tinta, pintura dorada); Tiempo agotado (mixto); No Memorium (grabado en relieve); Sobre tus hombros (mixta); Incitatus (escultura de varillas); Minificciones (lápiz y tinta); La ciudad de chocolate (óleo); Deconstrucción natural (acrílico).