Aún así, si piensas que de los 2.4 mil millones de dólares invertidos en la misión, gran parte fue para el procesador y la RAM, te equivocas.
El rover Perseverance de la NASA funciona con un antiguo chipset que le da aproximadamente la misma potencia de procesamiento que un iMac de 1998.
Tiene 256 MB de RAM y 2 GB de almacenamiento, con un procesador de 200 MHz, algo realmente ridículo si lo comparamos con un móvil nuevo de 8 GB de RAM y procesadores 10 veces más potentes.
El Apple Watch original, por ejemplo, tiene 512 MB de RAM y 8 GB de almacenamiento, con un procesador de 520 MHz.
Pero todo tiene sentido. Los ingenieros espaciales tienden a utilizar componentes informáticos probados desde hace muchos años para obtener la máxima fiabilidad.
No se pueden arriesgar a tener un procesador nuevo y que después de problemas en dos años, necesitan usar procesadores y circuitería que lleva décadas funcionando sin problemas.
Y no es solo el rover, el helicóptero Ingenuity a bordo de Perseverance también es muy retro, usa un procesador sorprendentemente arcaico llamado Qualcomm Snapdragon 801, usado en los teléfonos inteligentes de mediados de la década de 2010, incluidos el Samsung Galaxy S5, el LG G3 y el HTC One M8.
Lo que sí son sofisticadas son las herramientas del rover. 23 cámaras, sistemas para aterrizaje, navegación y análisis de minerales… no necesitan el último procesador para funcionar correctamente.
Cuenta también con herramientas de comunicación avanzadas para transmitir información a la Tierra mientras explora la superficie marciana, y para gestionarlas no es necesario tener el último procesador.
El Rover no se va a poner a jugar a juegos complejos ni a realizar cálculos avanzados, simplemente obtiene la información y deja que los ingenieros de la Tierra se encarguen de procesarla.