Un grupo de 16 científicos dio inicio a un proyecto multidisciplinario de cinco años que busca descifrar las conversaciones entre ballenas en la isla caribeña de Dominica, en uno de los mayores esfuerzos de comunicación entre especies de la historia, según se detalla en un estudio publicado recientemente por la revista iScience.
El proyecto llamado Iniciativa de Traducción de Cetáceos (CETI, por sus siglas en inglés) busca conocer más profundamente la comunicación entre los cachalotes, los depredadores más inteligentes del océano:
"Estamos lidiando con una forma de comunicación completamente desconocida, y la recopilación de datos puede ser un desafío", explicó Gaspar Begus, uno de los autores del estudio.
Los científicos están construyendo un sistema de drones que etiquetará automáticamente a las ballenas y registrará sus vocalizaciones y otros parámetros, como la orientación, la velocidad y la temperatura.
¿Por qué estudiar a los cachalotes?
Precediendo a los humanos en la Tierra por unos 15 millones de años, los gigantescos cerebros de los cachalotes les dan la capacidad neuronal de establecer una planificación, comunicación sofisticada e interacciones sociales que duran décadas.
Los cachalotes se organizan en grandes familias y clanes matrilineales, y cada grupo se identifica con su propio dialecto característico. Sus chasquidos se emiten a través de una mezcla de órganos conocidos como espermaceti, que se encuentran sobre sus cráneos. Los patrones de sonido de las ballenas son aprendidos, no innatos, según los expertos.
Su conexión con el cambio climático
Su hábitat, en las profundidades del océano, está amenazado por la contaminación acústica, el cambio climático, la pesca comercial y las actividades militares que incluyen explosiones submarinas y tecnología de sonar.
Cuando mueren de forma natural, estos cetáceos de más de 30 toneladas se hunden en el fondo del océano, llevándose consigo el carbono almacenado en sus cuerpos. Además, sus excrementos contribuyen al crecimiento del fitoplancton, que se estima que captura alrededor del 40 % de todo el dióxido de carbono producido.
"Si llegamos a conocer mejor a los cachalotes aprendiendo su comunicación y el alcance completo de su vida cognitiva y social, es más difícil para nosotros como especie tratarlos como seres no sensibles y destruirlos", agregó Begus.