En el siglo XIX, el astrónomo estadounidense Percival Lowell especulaba sobre la posibilidad de lagos y canales en Marte, sugiriendo la presencia de vida inteligente.
Inspirado por los dibujos detallados de Marte de Giovanni Schiaparelli, esta teoría generó un intercambio de ideas entre ambos astrónomos hasta la muerte de Schiaparelli en 1910.
Sin embargo, las sondas y robots modernos han desafiado las antiguas teorías de Lowell, desmintiendo la existencia de una civilización marciana avanzada. Aunque la búsqueda de vida inteligente sigue, la atención se ha desplazado hacia el agua en Marte.
En 2007, la sonda Mars Express de la Agencia Espacial Europea descubrió grandes depósitos debajo de la superficie marciana, inicialmente pensados como formados por ceniza volcánica y polvo.
Ubicación de la región volcánica Medusae Fosse de Marte. Imagen: ESA.
Estudios recientes, especialmente en la región Medusae Fossae, sugieren la presencia de extensos depósitos de hielo, con cálculos que indican entre 220,000 y casi 400,000 kilómetros cúbicos de agua. De fundirse, esto podría inundar Marte con unos 2 metros de agua.
Aunque se necesitan más investigaciones, este hallazgo podría cambiar la perspectiva de Marte como destino humano. La posibilidad de grandes cantidades de agua subterránea podría ser clave para futuras misiones tripuladas, permitiendo a exploradores humanos extraer y utilizar agua para sobrevivir y crear una atmósfera respirable.
Los depósitos de hielo en el ecuador facilitarían los aterrizajes de naves y sondas, aprovechando la abundancia de luz solar. Esto se suma a la creciente importancia de Marte en los planes de exploración espacial, con Elon Musk planeando enviar una nave espacial no tripulada en los próximos años.
La NASA también tiene ambiciosos planes, enviando robots y sondas para traer muestras y explorar con helicópteros, con la esperanza de enviar humanos para 2030. Marte, más que nunca, se presenta como un lugar propicio para la colonización y la investigación científica.
La pregunta persistente sobre la pérdida de agua en Marte a lo largo de los millones de años se centra en el bombardeo constante de meteoritos, que pudo haber adelgazado la atmósfera y evaporado los océanos. Otra teoría involucra la formación de una segunda atmósfera rica en dióxido de carbono, proveniente de la región Tharsis y sus volcanes.
El futuro de la exploración y colonización del sistema solar se cierne en la próxima década, con implicaciones para la supervivencia de nuestra especie. La capacidad de aprovechar los recursos naturales en Marte y otros cuerpos celestes podría ser clave para enfrentar futuros desafíos en la Tierra, asegurando la viabilidad a largo plazo de la humanidad en el vasto cosmos.