Todos estos datos son bastante alentadores, pero dejan de serlo cuando los matizamos y hablamos de la distribución y exhibición de esas películas. De entrada, ninguna de las 10 películas más taquilleras del año pasado fue mexicana. Ni una sola. En cuanto a los filmes mexicanos más taquilleros, la mayoría de ellos contaba en su reparto con celebridades emergidas de la televisión, como Omar Chaparro y Martha Higareda. Lo cual les da una inmensa ventaja por sobre los filmes que no cuentan con estrellas en su cast.
Ahora bien, en nuestro país hay un duopolio de exhibición (Cinemex-Cinépolis) que no tiene el mayor interés en brindarle espacios importantes a las películas nacionales, y nuestras autoridades no están dispuestas a presionar a estas empresas para que lo hagan. El duopolio se escuda bajo la premisa de que el cine mexicano no es taquillero, pero es importante señalar que lo que está en juego es algo más allá de los negocios, se trata de nuestra producción artística, de nuestra cultura e identidad. Cuando Alejandro G. Iñárritu dice que el cine de superhéroes está perpetrando un genocidio cultural se refiere a como estas superproducciones desplazan al cine mexicano y lo condenan al olvido, pero no se condena al arte sin condenar al país que lo produce.
Ante estas y muchas otras dificultades, el cine mexicano se ve obligado a buscar espacios alternativos como los cineclubes, que son fundamentales para difundir películas que de otro modo se verían obligadas a encajonarse. Por ejemplo, en Cuernavaca desde hace 7 años contamos con el cineclub del Palacio de Cortés, en el cual se estará llevando la 2ª edición del Ciclo Colectivo de Cine Mexicano, que tiene como propósito consolidar canales alternos para que el cine nacional contemporáneo vaya ganando cada vez más público y se fortalezca. El cineclub se abre su puertas todos los jueves a las 6pm y la entrada es gratuita.
Fuente: Estadísticas CANACINE 2016 y Voces Contra el Silencio. Video Independiente A.C.