La visión que Owen tenía de los dinosaurios era la de animales elefantinos, de gran peso, feroces, lentos y torpes. La era victoriana en que Owen vivió se caracterizaba por una noción preponderante de ver el progreso en todas partes; este pensamiento permeó todas las áreas del conocimiento humana y logró formar parte de las concepciones de los primeros ingleses interesados en los dinosaurios. La Edad Media de la vida estaba llena de criaturas grandes, lentas y torpes que se la pasaban en una constante lucha. Todavía Owen tuvo que escuchar que a estas criaturas se les conocía como Monstruos Antediluvianos, criaturas gigantes que no habían podido salvarse en el Arca de Noé.
Sin embargo, tan solo una década más tarde, su compatriota Charles Darwin publicaba finalmente una obra donde esta concepción cambiaba, El Origen de las Especies. Los dinosaurios eran formas primitivas de los reptiles modernos, que habían surgido a partir de la acumulación de múltiples cambios tras largos periodos de tiempo. Si bien la visión de Owen coincidía en su totalidad con la de Darwin, Owen criticó la obra en centrar todo el fenómeno en la selección natural en lugar de abordar todas las complejidades que había detrás. Las ideas sobre las bestias a las que Owen dedicó una parte de su vida quedaron plasmadas en los primeros modelos de estos animales, reconstrucciones de estas criaturas lentas que fueron creadas por el colaborador de Owen, Benjamin Waterhouse Hawkins. En la víspera del Año Nuevo de 1853, Owen convocó a 21 hombres de ciencia a una cena en el interior de un modelo de Iguanodon, uno de los tres primeros dinosaurios descritos por la ciencia. Los modelos de estos animales aún pueden ser vistos en el Crystal Palace de Londres.
La Guerra de los Huesos
Los dinosaurios sin duda comenzaron a impactar a la comunidad científica, pero no así a la cultura popular. En 1881 Owen había ayudado a crear el Museo de Historia Natural de Londres y complementaba así la exposición de estos animales al público. Los trabajos publicados llegaron al otro lado del Atlántico, a Estados Unidos, donde surgió la famosa Guerra de los Huesos. Dos paleontólogos declararon una abierta rivalidad y competencia mutua por descubrir y describir el mayor número de dinosaurios cada uno. Edward Drinker Cope (de la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia) y Othniel Charles Marsh (del Museo de Historia Natural de Yale) utilizaron tanto su tiempo libre como sus casi ilimitados recursos para, entre 1877 y 1892, descubrir y describir 142 especies de dinosaurios entre los dos. Sus expediciones los llevaron a descubrir los yacimientos más importantes de Estados Unidos en los estados de Colorado, Nebraska y Wyoming; la famosa guerra no fue solamente una competición de descubrimientos, sino de críticas y ataques con la intención de desgraciar la vida del otro. Durante el verano se dedicaban a excavar restos y durante el invierno estudiaban y publicaban sus resultados; si bien ambos tenían fósiles para estudiar una vida, su apetito los llevaba por más, lo que hacía que ambos cometieran errores que el otro era más que feliz en anotar. Por esa razón, actualmente solo 32 especies de las 142 que nombraron se consideran especies válidas.
Ambos terminaron arruinados al final de sus vidas tras su lucha de egos interminable, que vio su final hasta la muerte de Cope en 1897. Los últimos años de Cope fueron de una debilitación crónica por enfermedades y se vio obligado a vender parte de su colección de fósiles para subsistir. Marsh debió pedir a Yale un salario para poder sostenerse e hipotecar su residencia. Parte de su legado, además de sus importantes descubrimientos, fue el contagiar al público con la fascinación por los dinosaurios.
La época de los terribles reptiles
El siglo XX refrescó el concepto de criaturas elefantinas de los dinosaurios al de criaturas más ágiles e interesantes. Las primeras representaciones de este siglo, y tal vez las más famosas, son las del estadunidense Charles Knight, quien representaba a estas criaturas en escenas de enfrascadas batallas y con movimientos ligeros. Los dibujos de Knight fueron utilizados para promocionar el Museo Americano de Historia Natural, por lo que llegaron a ser muy populares.
Esta imagen de criaturas terribles reavivadas por Charles Knight a finales del siglo XIX y principios del XX fueron utilizadas en la naciente industria cinematográfica. La primera película sobre dinosaurios fue la caricatura de Gertie, un diplodocus capaz de tragarse árboles enteros y aventar mamuts por los aires, emitida en 1914. Posteriormente, la imagen de reptiles temibles pero simpáticos dio paso a la de voraces criaturas, que fueron popularizadas en el libro del inglés Sir Arthur Connan Doyle, El Mundo Perdido, en el año 1912, y llevadas al cine en 1925 en una película del mismo nombre y caracterizada por ser científicamente correcta (al conocimiento de la época) y por sus grandes efectos especiales. Entrada la década de 1930 los dinosaurios se encontraban no solamente en el cine, sino también en las historietas de los periódicos.
Tras la Segunda Guerra Mundial el consenso científico empezó a mostrar menos interés hacia los dinosaurios. Se empezaron a considerar como un grupo armado de muchos otros grupos de reptiles extintos sin ninguna relación aparente y se especuló que dadas sus grandes dimensiones y su rápida desaparición en el registro fósil, los dinosaurios estuvieron condenados a extinguirse. Surge así la visión de criaturas decadentes. La Guerra Fría añadió su toque a los dinosaurios: mezclados con el miedo y fascinación por los ataques nucleares, surgieron la Bestia de los 20,000 Fantasmas (1953) y Godzilla (1954).
Esa misma imagen se observa en la película Fantasía (1940) de la compañía Disney, que retrata el ocaso de los dinosaurios. Si bien, la precisión científica es de notar en la caricatura, comete el típico error que se realizaba en la cultura popular en aquel entonces, el de mezclar criaturas de diferentes tiempos y englobarlas en el término de dinosaurios.
La primera mitad del siglo XX se caracterizó por dinosaurios de movimiento lento, pesados, torpes, sanguinarios, temibles y en ambientes hostiles. Los dibujos más populares fueron los de los artistas Rudolph F. Zallinger y Zdeněk Burian; Zallinger fue quien introdujo la costumbre de agregar volcanes en erupción como fondo de los ambientes mesozoicos.
Los nuevos dinosaurios
En 1960 inició lo que se conoce como el Renacimiento de los Dinosaurios, una pequeña revolución científica que cambió la antigua percepción de los dinosaurios (animales elefantinos, torpes y toscos) por una nueva idea. Se replanteó su metabolismo, de animales dependientes a los cambios diarios de temperatura y movimientos lentos (sangre fría) a animales con la capacidad de regularla y realizar actividades ágiles (sangre caliente). Se terminó por confirmar que las aves habían surgido de un grupo específico de dinosaurios y que los dinosaurios, todos, tuvieron un único ancestro común.
Incluso anatómicamente hubo replanteamientos importantes. Los dinosaurios, al ser más activos, se convirtieron en animales más parecidos a los mamíferos y menos a los reptiles; en lugar de arrastrar su cola por el valle la poseían en forma de viga paralela al suelo. No eran animales solitarios sino gregarios, con cuidado parental y comportamiento social.
Los nuevos dinosaurios no habían sido condenados a la extinción por su torpeza, sino por un repentino cambio en el medio que generó su declive. Surgió la hipótesis de la extinción extraterrestre a causa del impacto de un meteorito en las que hoy son las costas de Yucatán.
Si bien esta revolución permaneció en silencio por varias décadas, su impacto llegó a la mente de Michael Crichton, quien en 1990 combinaba el Renacimiento de los Dinosaurios con la moderna ingeniería genética en su obra Parque Jurásico. El libro tuvo un éxito moderado hasta que logró abrirse camino hacia Hollywood, donde fue adaptada al cine con increíbles efectos especiales y una representación más realista de los dinosaurios. La película Parque Jurásico de Steven Spielberg llevó al público general la fascinación por estos nuevos dinosaurios, pues fue la primera película en retratar todos los conocimientos recientes sobre dinosaurios: especies de sangre caliente, ágiles, inteligentes, parecidas a las aves y extintas tras una gran catástrofe mundial. Los dinosaurios no volverán a arrastrar la cola.
ºBiól. Omar Rafael Regalado / Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Estudiante de doctorado en el Departamento de Ciencias de la Tierra de
University College London, Londres, Inglaterra.