Desde hace cientos de años el ser humano se ha visto en la necesidad de desplazarse a otros lugares a través de rutas o caminos que se han trazado con la función transporte, relaciones comerciales e incluso con el objetivo de servir de vías de comunicación como es el caso de los caminos que utilizaban los “painani”, mensajeros del imperio azteca para llevar noticias y mensajes entre México – Tenochtitlán y Veracruz a la llegada de los españoles en 1519.
Esos caminos antiguos se continuaron utilizando e incluso algunos de ellos ya como caminos reales por el interés público que tenían para la Corona, fueron ampliados a lo ancho y dispuestos para transitar con animales de carga y carruajes. En consecuencia estos caminos han servido para la articulación de distintos territorios como el camino real México-Taxco-Acapulco basado en el intercambio comercial con Asia y que desde luego estaba trazado por la Ciudad de Cuernavaca en el territorio de lo que hoy es Morelos, hasta donde llegaban diversidad de artículos traídos desde la India, Camboya, China, Japón y concentrados en Filipinas para ser embarcados en el Galeón de Manila, “la nave de la sedas”.
En Cuernavaca son testigos de estos caminos La Nacional, calle empedrada, paralela a la carretera federal México-Cuernavaca que en el km 68 puedes desviarte unos metros para conocer el Pueblo de Santa María Ahuacatitlán donde podrás admirar el templo en honor a la Virgen de la Asunción de María, cuya construcción data del siglo XVI por la orden franciscana, siguiendo el camino hacia el centro de la capital en la avenida Morelos llegarás al viejo pueblo de Zacanco tultenanco, hoy Tlaltenango en cuyo lugar podrás apreciar un maravilloso conjunto de edificios coloniales religiosos, que son, el Templo de San José el cual tiene a bien ser la primera iglesia que se construyó en el territorio de la Nueva España, su construcción comenzó a realizarse en el año de 1523, el Santuario de Nuestra Señora de Tlaltenango mismo que se levantó en honor a la Virgen de los Milagros y la Capilla de San Jerónimo, cuya construcción data de la segunda mitad del siglo XVI, para que la gente humilde pudiera escuchar misa, ya que se dice que en el Templo de San José únicamente tenían acceso los nobles.
Por cierto que en este punto del camino, desde hace 298 años se realiza del 29 de agosto al 10 de septiembre una feria en la que se pueden admirar artesanos, danzantes y peregrinos que acuden al Santuario desde la Ciudad de México entre otros estados, manifestación que ha quedado plasmada en el mural del atrio que puedes observar en el exterior. De la misma forma y sin lugar a dudas podrás disfrutar de la verbena popular, y degustar unos exquisitos elotes hervidos o esquites con chile en polvo, pambazos o terminar la noche con un champurrado acompañado de un crujiente buñuelo con miel de piloncillo y antes de partir a tu lugar de origen será inevitable que te dejes atrapar por el aroma del pan artesanal recién horneado, todo esto después de haber disfrutado los clásicos juegos mecánicos, las canicas, un juego de dardos o haber escuchado cantar las cartas en un juego de lotería.
Más al sur bajando por el mismo antiguo camino al Puerto de Acapulco llegarás a un conjunto de dos edificios religiosos patrimonio cultural e histórico de la “Ciudad de la eterna primavera” el chapitel del Calvario y el templo de San José, el primero se trata de una construcción cuyo año de origen aún se discute si fue en el año 1538 como señala una inscripción o si fue en 1547 a la muerte de Hernán Cortés; a manera de capilla abierta compuesta de una sola bóveda sostenida por columnas aisladas en cuyo interior albergaba una cruz, por su singular arquitectura este chapitel es el único que se encuentra en toda la República Mexicana. Respecto al Templo de San José construido a principios del siglo XX con un estilo arquitectónico basado en la libre reinterpretación del estilo románico de la Edad Media en Europa, con un especial toque del estilo gótico surgido alrededor del siglo XII. En la pequeña explanada se encuentra una fuente hexagonal de cantera que por sus esculturas se le conoce también como “fuente de los leones” ó “fuente de las ranas” y cuyas obras son una expresión del complicado encuentro indígena con especies que no eran comunes en su hábitat, y es que como dato curioso podemos mencionar que esta fuente es una réplica de la que se encuentra en el Convento de Ocuituco al nororiente del estado de Morelos cuya orden religiosa y predicadores del lugar fueron los Dominicos que en latín se escribe Dominicanus, sonando muy similar a Domini Canis (los perros del Señor). De manera que pudieran nos ser ni leones ni ranas, sino perros.
Hasta este parte del camino estas muy cerca de llegar al centro de la capital y ya habrás podido atestiguar que hoy en día subsisten en el territorio nacional tramos de caminos antiguos que forman parte importante del patrimonio histórico y cultural del país. No esperas más y ¡explora Morelos a través de sus caminos antiguos!
Ulises Barrios Ortíz
Estudiante Escuela de Turismo UAEM
Fotografías: Adalberto Ríos Szalay UAEM-3Ríos